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La solución es cambio radical con asamblea constituyente

David Marnes

La situación que vive la República Dominicana es insostenible y moralmente inaceptable. El colapso de las instituciones, la corrupción, el robo de los recursos públicos, el nepotismo, el clientelismo, el narcotráfico, la entrega de nuestros recursos a empresas extranjeras, la destrucción del medio ambiente, de las empresas públicas, sumado a la apatía del gobierno, y la “Oposición”, son elementos claros de una profunda crisis que no tiene precedentes. Todo esto, sumado a la caída de todos los indicadores sociales y humanos, la desigualdad, pobreza y el deterioro de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los dominicanos, son consecuencia directa del estruendoso fracaso de este gobierno, (y todos los gobiernos anteriores), entreguista, corrupto, sin ninguna duda, el peor de nuestra historia. Por otra parte, la política disfuncional en el país, y la incapacidad del PLD; y de los sectores de la oposición para lograr acuerdos que permitan buscar soluciones por encima de sus intereses grupales, familiares, económicos y personales, constituyen un verdadero crimen contra el pueblo.

La indolencia de los sectores de poder, incluyendo al gobierno y la llamada oposición, ante el sufrimiento del ciudadano de a pie: la violencia, intolerancia, la entrega del país y sus recursos; la violación de la soberanía nacional y la subordinación a poderes extranjeros, es vergonzosa y ruin. La violación de la Constitución y las leyes, de los derechos fundamentales, especialmente, de los derechos humanos, hacen que ahora seamos el país de la injusticia, el miedo, inseguridad, y atropello a la dignidad del pueblo. Todo esto es moralmente inaceptable. Esta situación tiene que llegar a su fin, tiene que acabarse. En este momento ya no importan las parcialidades, ni los intereses grupales. Aquí ya no se trata de “Danilo, Gonzalo, Abinadel, o Leonel”, aquí se trata de la supervivencia de la Patria Dominicana, sus gentes, su existencia como la entidad política territorial que conocemos hasta ahora. Llegamos al punto en el que cada uno tiene que ceder a sus ambiciones personales, temores, odios, egoísmos, o problemas de cualquier tipo y hacer un esfuerzo supremo para sobreponerse a la lógica de la aniquilación del contrario, elevar la mirada, dejar el miedo y la inseguridad atrás y comportarse a la altura de las gravísimas circunstancias que vivimos. Ni el Danilismo, ni el sector que lidera a la oposición, incluyendo a Gonzalo, Abinader, y Leonel, tienen la grandeza de hacerse a un lado, dejar de ser también el problema, para ser partes de la solución. Pueden más sus intereses de grupo, familiares, fortunas financieras, compromisos y ansias de poder, que el destino de todo un pueblo. Pero; además, ambos grupos han asimilado a su cultura política, gansterismo social, mafioso, que les impide pensar más allá de su propia agenda: la intolerancia, el odio, la violencia y revancha, la indolencia ante el destino del resto del país, están incorporados a su conducta. Esta dejó de ser una característica personal de sus líderes, para convertirse en una forma de hacer política. Es la que nos ha llevado hasta el abismo. Pareciera que a estos señores NO les importa un desenlace cruento. La violencia es la abdicación de la razón, es la única manera de pasarle un tractor por encima al contrario; y, ambos bandos parecieran estar dispuestos a hacerlo. Los que instigan este desenlace, le imponen al país sus propios intereses o situaciones: Del lado de la oposición, los “señores del saqueo, los empresarios corruptos, y expresidente ladrón, privatizador de las empresas del pueblo, padre del neoliberalismo perverso en el país, ciegos de odio, y, con la expectativa del saqueo, claman por los Yankees a que los ayuden, a que lo “certifiquen en la silla del poder”, esperan que alguien como Pompeo, Trump, “limpie” el terreno, para luego ellos entrar y engordar sus propias fortunas. Del lado del Danilismo, saben que hace tiempo perdieron el favor del pueblo, que no pueden ir a unas elecciones, porque serán barridos; otros saben que ni siquiera pueden salir del país, sin que sean hechos presos, pero muchos otros, los más dañinos, los más cercanos al “Gobernador Danilo”, trabajan con ambos lados; negocian, llegan a acuerdos secretos, financian a cualquiera de los bandos desde los Vicinis, los Rainieris, los Bonetis, los Corripios, y demás millonarios del país. Allí están, todos saben quiénes son, lo que hacen, pero nadie ni la Policía Nacional, Los Militares, la Justicia, el Congreso, ni la JCE, nadie, dice nada, todos son intocables.

El problema real es que este caótico escenario permanente, lo imponen estos sectores minoritarios, pero con mucho poder, al resto del sector político por medio de la coacción, el miedo, el chantaje y la represión. El Danilismo ha convertido a su gobierno en un gobierno policíaco, de triguerage. Hacen lo que les da la gana con la Justicia, la Constitución y las Leyes. Allí están los personajes que pasarán a la historia como brazos ejecutores de estos desmanes, de tanta miseria humana: mienten, acusan, desprestigian, persiguen, reprimen a cualquiera que se les opongan, hasta el asesinato político. Son crueles porque buscan aterrorizar, llevar frío a los otrora corazones ardientes, que luchan en contra de ellos. Pero los sectores de la oposición, no son ningunos santitos inocentes tampoco, son igualmente violentos e intolerantes. También acusan, hostigan. Pero se cuidan de no prometer persecución, cárcel, y justicia a los culpables de este desastre, y no lo hacen porque ellos también son cómplices de todo lo malo que sufre el país hoy día. Como buenos demagogos prometen de todo, a fin de lograr el poder; pero se sabe que son más de lo mismo. Destilan odio y egoísmo en sus mensajes, en sus acciones. Señalan y acusan no para mejorar, sino para destrozar vidas, sin importarles nada.

Sin embargo, ambos grupos, gobierno y oposición, coinciden en aplastar o perseguir a cualquier político o sector que ofrezca una opción distinta a las suyas. Se valen de sus fortunas para hacer de todo: diputados a sueldo que callan ante las corruptelas del Danilismo, viajan y se dan exoneraciones para no pagar impuestos trayendo carros de lujos. Son prestos a mentir y acusar; periodistas que hacen su trabajo. Se trata de una fauna de personajes desquiciados, otros tarifados, que vierten su odio desde el anonimato de sus oficinas disfrazadas de trabajos de “investigación”; pero que todo el mundo sabe que no investigan nada, ni hacen ningún trabajo. Tengo la convicción de que la mayoría del país se siente atrapada en un conflicto en el que no solo no tiene nada que ver, sino que además no se le permite decir nada. La gente está cansada de este conflicto, no le interesa, ni el gobierno, ni la oposición; está harta de todos ellos, quiere paz, tranquilidad, poder trabajar, estudiar, comer lo que quiera, tener medicinas, agua, electricidad, transporte, vivienda, seguridad, sueños, dignidad; volver a la normalidad, participar, poder decir lo que piensa, no tener miedo, no bajar la voz, no irse de su tierra. Hay personas que están aterrorizadas, callan, miran para otro lado, no, no podemos tenerles miedo. Todo el mundo se pregunta ¿Cómo es posible que el pueblo dominicano, sus líderes políticos honestos, militares que les duele la patria, pensadores, personalidades sociales, se hayan subordinado a estos grupos perversos, que hoy los mantienen atrapados entre los extremos de lo mismo, subordinados a la lógica del pillaje, el gangsterismo, a la mafia, a las decisiones de una casta parasitaria entregada potencias extranjeras? En país está paralizado, perdió la institucionalidad y los mecanismos de protección de su pueblo, su integridad, soberanía y futuro.

El país se desliza hacia el hoyo de la depresión material y espiritual, mientras los dirigentes, los que quedan, se comportan como esquizofrénicos; aislados de la situación nacional, continúan con sus mismas prácticas de años, y décadas: se preparan para una elección, se pelean entre ellos, se acusan mutuamente; “ladrón”, “narcotraficante”, dice uno, el otro responde con funditas de arroz, y pica pollos con su foto en ellas; todos mienten, mienten, mienten. No hay solución, no hay medidas más allá de promesas y promesas, y palabras huecas. Nos sumieron en puras calamidades; pero lo peor, lo que apuñala el corazón de la Patria, es la pérdida de la capacidad de reacción, la voluntad de luchar por el futuro, de construirlo. Estos dirigentes nos robaron el futuro, somos una sociedad sin futuro, fragmentada, al borde de la disolución. Ya no hay tiempo que perder, es necesario salvar al país. Las opciones sobre la masa son inútiles. Danilo, Abinadar, Gonzalo y Leonel, son opciones neoliberales, “Gringas”, de coloniaje, más de lo mismo; es la destrucción de lo poco que queda de la Patria. Es necesario construir otra opción, otra vía, abrir una esperanza que atraiga el grueso de la sociedad actuante. No son suficiente declaraciones, artículos, manifiestos, es necesaria una acción, una audacia que le dé un vuelco a esta situación de conformidad, de lenta disolución. Esta generación no puede ser la generación de la pérdida del país, en nuestras manos no se puede disolver la patria. La estrategia para salir de la crisis política y avanzar hacia un proceso de reconstrucción y reconciliación que permita la recuperación de la soberanía popular y nacional, hoy seriamente comprometida por la injerencia externa y la pérdida de la gobernabilidad democrática, debe corresponderse con esta caracterización de la misma.

Es tiempo de proponer la única alternativa a este desastre y a la política disfuncional del país, y es la realización de un Gran Cambio Radical, con la conformación de una asamblea Constituyente conformada por todos los sectores políticos del país, sin excluir a ningún sector en aras de escribir una nueva constitución, para refundar la patria, con nuevas reglas del juego, con sangre nueva, líderes nuevos, nuevas instituciones electorales, para celebrar elecciones genuinamente democráticas, donde el pueblo sea el protagonista y decida soberanamente elegir sus líderes sin clientelismo político, sin la compra de votos, ni ningunas de las triquiñuelas existentes. La actual Constitución del 2010, es una constitución escrita para satisfacer los intereses del partido del poder actual, el PLD, y sus líderes Leonel Fernández, y Danilo Medina. Es una constitución hecha precisamente para perpetuar todo lo que no sirve hoy día en el país, y para legitimar toda la corrupción, el saqueo y la entrega del país a poderes extranjeros. Por ese motivo tanto Danilo y su gobierno, al igual que la oposición cómplice del gobierno actual, están al margen legal, pues se basan en una constitución escrita por ellos mismos, sin participación popular, y por lo tanto debe de ser derogada con una nueva constituyente para escribir una nueva con la participación de todos los sectores políticos, sociales, culturales, económicos, y la clase trabajadora. Ese proceso constituyente y una nueva constitución debe ser seguida por una consulta popular a través de un referéndum consultivo. Mediante ese instrumento de ejercicio de democracia directa y refrendaría, se haría efectivo el establecimiento de la nueva constitución de manera pacífica, y el inicio de un proceso de re-institunalizacion del país con vista a la reconstrucción y reconciliación nacional. De esta manera podremos establecer las bases políticas y jurídicas de un nuevo régimen democrático participativo y protagónico, en el cual el pueblo soberano pasa a ser un sujeto político activo, con la capacidad de incidir y decidir directamente sobra la conducción del Estado, a través del ejercicio de la democracia directa y participativa, mediante mecanismos y formas de organización política social, además de tener la oportunidad, de elegir sus representantes en los órganos del poder público. La democracia “Participativa y Protagónica” contrasta radicalmente con el actual gobierno, que bajo el régimen exclusivamente de democracia representativa “Imposibilita” la capacidad del pueblo de influir en la gestión pública, porque es un “Monopolio” exclusivamente de los mismos partidos de siempre, y de la llamada “clase política”, y la “Partidocracia” la cual en la práctica posee autonomía y discrecionalidad en su accionar, y que no está en sintonía con las demandas de las mayorías sociales del país. El referéndum consultivo no es una elección más, es un acto decisorio necesario e impostergable del poder constituyente, ejerciendo la democracia directa, frente a la crisis de gobernabilidad actual creada por la pérdida de legitimidad de los poderes constituidos en el país, no es un evento accesorio e inútil o una simple táctica, es la única vía constitucional para que el pueblo rescate el país, sus instituciones, la gobernabilidad democrática; pero ante todo el rescatar el voto como único instrumento de cambio político y de ejercicio de la soberanía popular. El pueblo dominicano está triste, dolido, engañado, abandonado, desilusionado, y no puede seguir en este desastre creado por la partidocracia dominicana. Además de recuperar el país, la gobernabilidad y legitimidad, es importante recuperar el alma de nuestro pueblo, restablecer los valores que nos caracterizan, la solidaridad, el trabajo, el compromiso, el amor, el afecto, la alegría, la esperanza. Los dominicanos no pueden seguir acostumbrado a este desastre social en el cual nos han sepultado las clases, y castas políticas del país. Tenemos que dejar atrás el egoísmo, la intolerancia, el odio. Volver a la razón, a las ideas, a la grandeza como pueblo, orgullosos, y noble como siempre hemos sido.

MC

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