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EL MUNDO “PATAS ARRIBA”: A LO GALEANO, NO A LO FMI- GEORGIEVA

Narciso Isa Conde

Kristalina Georgieva, Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), declaró al mundo con especial grandilocuencia que “la pandemia del coronavirus ha puesto al mundo PATAS ARRIBA con la pérdida de un millón de vidas y un impacto económico profundo en los países de bajos ingresos que nos enfrentamos a riesgos de una generación perdida” (Primera Plana y primer titular del diario Hoy de la República Dominicana /07-10-2020). Es claro que el propósito del FMI, en su condición de gendarme del capitalismo imperialista occidental, es presentar la crisis sistémica, en marcha desde hace varias décadas, como el producto reciente de una crisis de salud. Reforzar esa idea es la intención de ese pronunciamiento de su actual directora, que para hacerlo más atractivo, plagia y deforma el sentido de la frase con que Eduardo Galeano titulo su libro “PATAS ARRIBA.-La Escuela del Mundo al Revés”, editado por primera vez en 1998, mucho antes de esta pandemia.

• EL PROPIO GALEANO TRITURA ESA MANIOBRA PUBLICITARIA.

La Georgieva, para su desgracia, no solo no tuvo en cuenta la historia del capitalismo y de su fase imperialista; no solo omitió el impacto desgarrador de sus últimas tres décadas de neoliberalismo, sino que despreció el sentido que el gran escritor latinoamericano le da el título de su obra.

Obvió de paso, que el inocultable contenido de esa obra, expresa de múltiples maneras una valoración de la crisis y sus nefastos impactos sobre la humanidad y sobre el planeta Tierra, radicalmente contrarias a toda opinión propagandística que pretenda presentarla como algo fortuito, provocado por un virus fuera de control.

Vale, por tanto, contrastar la esencia de lo planteado desde la cúpula del FMI, con lo expresado por Galeano en la referida obra escrita antes de finalizar el siglo pasado, cuando el nuevo corona virus no pensaba nacer o cuando el impacto del capitalismo sobre la naturaleza o sus laboratorios especializados en guerra biológica, no lo habían podido engendrar.

“Las posibilidades de que un banquero que vacía un banco pueda disfrutar, en paz, del fruto de sus afanes son directamente proporcionales a las posibilidades de que un ladrón que roba un banco vaya a parar a la cárcel o al cementerio”.

“Cuando un delincuente mata por alguna deuda impaga, la ejecución se llama ajuste de cuentas; y se llama plan de ajuste la ejecución de un país endeudado, cuando la tecnocracia internacional decide liquidarlo. El malevaje financiero secuestra países y los cocina si no pagan el rescate: si se compara, cualquier hampón resulta más inofensivo que Drácula bajo el sol. La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tira bombas”.

“El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento. En los suburbios del mundo, los jefes de estado venden los saldos y retazos de sus países a precio de liquidación por fin de temporada, como en los suburbios de las ciudades los delincuentes venden, a precio vil, el botín de sus asaltos.” (Eduardo Galeano Patas Arriba Página 10 de 204)

No era necesario mencionar al FMI o al Banco Mundial por sus nombres, para que algunas referencias contenidas en estos párrafos indiquen su destino.

• ¿QUIENES HAN PUESTO AL MUNDO PATAS ARRIBA?

El mundo está patas arribas desde hace siglos y el capitalismo imperialista -más aun en su fase neoliberal o neoconservadora- tiene mucho más responsabilidad en la tragedia que sufrimos, que los virus que ha engendrado, creado o manipulado; incluida toda la familia de los coronas y particularmente el nuevo coronavirus y su COVID 19; pandemia portadora de una impronta maltusiana, tan maltusiana como el concepto de “población sobrante” o “superflua”, referido a los/as mayores adultos/as, población enferma, sectores híper-empobrecidos y niños de la calle.

De esa enorme responsabilidad no pueden escapar sus “tanques pensantes” capaces de formular teorías genocidas; sus FMI, BM, carteles, bancos globales y corporaciones transnacionales, encargados de convertir la economía mundial en una “expresión del crimen organizado”; su Pentágono OTAN, CÍA, Mossad y paramilitares… a cargo de su guerra global infinita; sus negociantes de la salud y las enfermedades, sus farma-corporaciones, sus manipuladores de pandemias, epidemias y vacunas; sus traficantes de órganos, drogas y personas.

No olvidemos que una directora del FMI, que precedió a la actual, propugnó abiertamente por la eliminación de la población envejeciente.
Súmense los muertos de hambre, hacinamiento, sed, desnutrición, comida basura, contaminación ambiental, frío, enfermedades curables…; la población infantil que no llega a los 5 años, los enfermos que fallecen por falta de atención y medicación apropiada, los que mueren por ingestión de fármacos basura, las mujeres fallecidas a causa de la penalización del aborto terapéutico…; Agreguen las muertes provocadas por las guerras desplegadas por las grandes potencias de Norteamérica y Europa Occidental, y resalta la entronización de una política de exterminio por vía diversas, frente a la cual el teatro fondomonetarista de Kristalina resulta pálido y mentiroso a la vez. Solo en Irak el Pentágono y la OTAN han provocado más muertes que la COVID 19.

Esta tragedia social y humana no llegó ahora con esta pandemia, sino que es el producto de una multi-crisis acumulada, que estaba a punto de tener un estallido mayor que los escenificados en el 2008 y 2012.

Estamos ante un nuevo nivel de una crisis en espiral del sistema capitalista, manejado hasta ahora a favor de las facciones más poderosas de sus cúpulas; provocando a la vez mayores empobrecimientos de los seres humanos y de la naturaleza no humana, deteriorando cada vez más el derecho a la vida.

Lo que ha hecho la COVID 19 es desnudar el capitalismo, encuerar el neoliberalismo y el lumpen-imperialismo actual, precipitar y agravar la crisis que han provocado. Tiene toda la razón Michael Chossudovsky, profesor de economía de la Universidad de Ottawa, Canadá, cuando afirma que:

“El Nuevo Orden Mundial se nutre de la pobreza y de la destrucción del medioambiente. Genera el apartheid social, alienta al racismo y las luchas étnicas, socava los derechos de las mujeres y con frecuencia lanza a los países a confrontaciones destructivas entre nacionalidades. A partir de 1990 ha extendido su dominio a las principales regiones del mundo: Norteamérica, Europa occidental, los países del antiguo bloque soviético y los países recién industrializados del sureste de Asia y del Lejano Oriente” (GLOBALIZACIÓN DE LA POBREZA Y NUEVO ORDEN MUNDIAL).

El 40% de la población rural del planeta vive en condiciones de pobreza y pobreza extrema. Solo en África, Asia y América Latina la pobreza afecta a más de mil millones de personas. La tasa de mortalidad infantil a escala global es de 65 por cada mil nacidos.

En EEUU hay 12 millones de migrantes empobrecidos y 5.5 millones de personas con severas carencias de viviendas, entre ellas 600 mil que viven debajo de los puentes.

La aridización de las tierras se ha convertido en una tragedia mundial, mientras la crisis de agua, el calentamiento global, la depredación de bosques y ríos, y la contaminación industrial, amenazan la existencia de la vida planetaria. Culpables de esta tragedia a contener y revertir los hay, y no son precisamente los pueblos empobrecidos, sino sus explotadores y opresores, millones de veces más asesinos que su COVID 19.

Ellos son los que se empecinan, en su loca rapacidad, por mantener al mundo patas arriba y en imponernos un mundo sin alma.
Así es:
«En el mundo sin alma que se nos obliga a aceptar como único posible -nos enfatiza Eduardo Galeano-, no hay pueblos, sino mercados; no hay ciudadanos, sino consumidores; no hay naciones, sino empresas; no hay ciudades, sino aglomeraciones; no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles.

Nuestro deber es ponerle fin a esta inversión de valores, en una lucha tenaz y persistente por construir lo nuevo, basado fundamentalmente en la solidaridad humana y en su armonía con la Madre Tierra.

MC

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