Opinión Opinión Izquierda Dominicana

LAS IZQUIERDAS EN LAS CONQUISTAS HISTÓRICAS DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS

Narciso Isa Conde

(Creo oportuno publicar esta introducción y este capítulo capítulo del libro “RESCATAR SUS ENSEÑANZAS: PARA QUE ABRIL TENGA FUTURO” en estos días en que crecen los ataques de las derechas que han hundido al país contra las izquierdas que han luchado por su liberación y el bienestar colectivo de nuestro pueblo.

Recordé este trabajo y me animo a publicarlo de nuevo, estimulado por el importante aporte hecho por Felipe Lora sobre este tema).


Introducción

Varias décadas de predominio de la contrarrevolución han servido hasta para ocultar y distorsionar parte de la memoria histórica vinculada al acontecimiento político-social más importante del siglo XX: la Revolución Constitucionalista de 1965 y la Guerra Patria que le siguió.

Una porción de ella corresponde al papel de las izquierdas (en su relación con el PRD y los militares constitucionalistas),  representada entonces por tres fuerzas políticas (Agrupación Política 14 de Junio —1J4—, Movimiento Popular Dominicano —MPD— y Partido Socialista Popular —PSP— que en el curso de la revolución de 1965 cambió su nombre por el de Partido Comunista Dominicano —PCD—) y por los contingentes independientes que se radicalizaron en el curso de la guerra patria que sucedió al levantamiento político-militar constitucionalista, incluido una parte significativa de los propios militares progresistas.

La imposición contrarrevolucionaria condicionó el proceso posterior y trastrocó los actores, contribuyendo paulatinamente a la adulteración de lo acontecido en aquellos días luminosos. Balaguer en su ejercicio de gobierno de 22 años hizo mucho por distorsionar y/u ocultar la memoria histórica.

Las traiciones posteriores ayudaron a confundir y alterar realidades.

Mucho de verdad tiene aquello de que hay héroes que deben saber morir a tiempo, aunque ello jamás debe llevar a borrar pasajes de la historia real o a negarle méritos a quienes en un momento determinado se lo ganaron.

La verdad histórica nunca debe ser escamoteada, pero ciertamente que las renegaciones, las traiciones posteriores a los aportes y creaciones heroicas facilitan su distorsión. Sobre todo cuando la realidad ha sido narrada en forma parcelada e incompleta.

También eso ha pasado.

No pocos componentes de la izquierda pasaron a ser posteriormente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y luego del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Así comenzó a perder su identidad, sobre todo por el devenir derechizante de ambas agrupaciones.

No pocos líderes militares constitucionalistas se derechizaron, mientras Caamaño culminaba su vida como un revolucionario partidario del socialismo y el comunismo, tal como se lo comunicó a sus hijos antes de desembarcar en febrero de 1973, procedente de Cuba, en playas dominicanas para dar inicio a un fracasado intento guerrillero, que posibilitó su captura herido y posterior fusilamiento.

Además, no pocos de los componentes de esa izquierda olvidaron las valiosas enseñanzas de la unidad y se sumieron en divisiones y subdivisiones hasta provocar la dispersión y atomización de sus filas.

Pero al mismo tiempo son valiosos los ejemplos de persistencia, firmeza y reafirmación revolucionaria, antiimperialista, socialista, comunista.

El PRD y el PLD terminaron cooptados por la contrarrevolución; no sin soterradas y profundas insatisfacciones en sus bases en y en sus componentes nostálgicos de aquel abril heroico, referencia obligada de todo proyecto alternativo al orden político-social dominante.

Las izquierdas organizadas si bien se depuraron, decantaron y sobrevivieron, pasando por múltiples caídas, todavía siguen dispersas y estancadas.

Este año se cumplieron 41 años de la insurrección constitucionalista y del desembarco de 42 mil soldados estadounidenses destinados a impedir la victoria plena de la segunda revolución popular y democrática del Caribe en el siglo XX.

Desde entonces hemos padecido un largo período de predomino de las derechas, después de haber intentado conquistar una nueva democracia, una democracia basada en el pueblo en armas, con soberanía popular y autodeterminación nacional. Y tiene trascendencia evaluar sus causas. 

El 24 de abril de 1965 estalló en Santo Domingo una rebelión popular que derrocó el Gobierno surgido del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, que reclamó de la restauración del Gobierno elegido el 20 de diciembre de 1962, bajo la presidencia de Juan Bosch, y la Constitución democrática promulgada durante su gobierno. El movimiento se desarrolló impetuoso, con la participación de las masas armadas.

En los tres días iniciales, el creciente movimiento democrático constitucionalista rompió las estructuras de dominio y represión tradicionales.

Entonces Caamaño simbolizó la esperanza redentora.

Entonces el General golpista Elías Wessin y Wessin simbolizó la destrucción y la muerte, el golpismo entreguista y genocida.

Las tropas estadounidenses finalmente desembarcaron para reestructurar las fuerzas militares nativas cuando estaban a punto de ser totalmente derrotadas.

Su presencia forzó el cambio de correlación de fuerzas a favor de las derechas e impuso la paz negociada  a favor de la contrarrevolución.

Con la contrarrevolución llegó también, sigilosamente, el Cortesano y su corte, que juntos más tarde nos impusieron el régimen de terror de los doce años.

EE.UU. rearmó y reestructuró el viejo ejercito y el viejo régimen e impuso el neotrujillismo aliado a la derecha golpista.

Balaguer permaneció durante tres períodos consecutivos a base de represión, corrupción y fraudes electorales.

Luego, un PRD condicionado, mediatizado por su dirección política y cooptado por los Estados Unidos y sectores de la clase dominante dominicana, ascendió al gobierno y en sus 8 años de gestión auspició (sin querer pero queriendo) la rehabilitación política de Balaguer y con ella diez años mas de su corrupta y entreguista administración.

Más tarde un PLD corrompido y neo-liberalizado, favorecido por Balaguer y su corte, lo relevó hasta verse desplazado de nuevo por un gobierno del PRD presidido por Hipólito Mejía, que devino en un verdadero desastre nacional.

El desastre encabezado por Hipólito Mejía rehabilitó el retorno de Leonel Fernández y el PLD al gobierno y con ello la continuidad de las políticas neoliberales y el entreguismo a los EEUU (ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EU y Centroamérica y del acuerdo Stand By con el FMI, facilidades a la creciente intervención militar en la isla y privatizaciones a favor de las corporaciones trasnacionales) y continuidad de la corrupción y de la impunidad de los delitos de Estado.

Hemos sufrido cuarenta y un años de contrarrevolución, continuamente remozada y readecuada desde una partidocracia perversa y pervertida, y desde una alta burguesía sometida o asociada a ella y al imperialismo estadounidense que la subordina.

El balance ha sido trágico.

Pobreza y dependencia creciente.

Corrupción a granel.

Y todo ello facilitado por la división de las izquierdas y las fuerzas populares, por sus desarraigos y sus errores posteriores, por los efectos desmovilizadores y dispersantes del colapso de la Unión Soviética y de los regímenes del Este europeo, por el peso de la unipolaridad a favor de EEUU, por los efectos del discurso y el programa neoliberal.

Largo e insoportable vía crucis.

Situación que es preciso comenzar a revertir ya que pronto no habrá vida para una gran parte del pueblo dentro de este contexto fatal. Ni naturaleza y medio ambiente que defender.

Pobreza e indigencia creciente, depredación y contaminación del ambiente conforman una amenazante cultura de la muerte.

El orden de la seguridad imperial en la posguerra de Abril, agravado por el orden neoliberal, conduce a un gran genocidio por hambre y a un gran ecocidio por sus efectos depredadores.

Las nuevas rebeldías apuntan en dirección contraria y hacen las veces de contrapartida. Pero ellas precisan de un salto cualitativo que sólo puede ser el fruto de una nueva acumulación política revolucionaria.

Y la resistencia social, que no ha cesado, deberá convertirse, a través de esa acumulación, en ofensiva política, en nuevo y renovado abril, en nueva primavera política a favor de una nueva institucionalidad surgida de una constituyente popular y de un proyecto alternativo al neoliberalismo.

Se trata de algo realmente imperioso, casi de vida o muerte para la nación y para una gran parte de nuestro pueblo.

Y precisamente ese desafió obliga a recuperar la memoria histórica de aquel Abril heroico, a valorar sus enseñanzas, a explicarnos las causas de u desarrollo e interrupción y a recatar todo lo que de esa singular y extraordinaria experiencia pueda tener valor y continuidad en el presente y el futuro próximo para vencer la prolongada contrarrevolución y retomar el camino de los cambios revolucionario, actualizados hoy en nuestra América por la revolución bolivariana en Venezuela y por todo el proceso transformador que tiene lugar en el Sur de nuestro continente.

A ese propósito responde esta segunda edición, corregida y enriquecida, de este libro que procura reanimar un debate trascendente, tanto cara a las fuerzas de la contrarrevolución como a los(as) que han renegado de se proceso pasando al campo de los derechos y de la reacción.

Entiendo que el debate entre las partes ayer enfrentadas sigue siendo necesario para que resplandezca la verdad histórica y para salirle al paso a los intentos de reconciliar lo diametralmente opuesto. No así la llamada reconciliación.

Entre esas partes hay no pocos componentes que hoy tienen enormes coincidencias al confluir en el campo de las derechas.

En verdad los contrarrevolucionarios de Abril siguen siendo los que eran. No conozco casos de arrepentimiento ni de reivindicación entre ellos. Derechistas ayer y derechistas hoy. Derechistas y contrarrevolucionarios ¡siempre!

No ha pasado así con los revolucionarios (as) de abril, donde han abundado los tránsfugas, los renegados (as) de aquel proyecto transformador.

Muchos se cansaron. Otros se vendieron. Algunos resistieron un tiempo para luego sucumbir.

Corrientes enteras de esa matriz abrileña fueron conducidas hacia la derecha por liderazgos que abandonaron aquellos ideales y principios.

El PRD devino en otra cosa: una fuerza despojada del nacionalismo revolucionario que lo inspiró en Abril de 1965 y durante una parte del periodo de la posguerra.

El PLD, inicialmente producto de una rebeldía frente a la degeneración del PRD, se transformo en algo similarmente negativo.

Muchos (as) izquierdistas pasaron a ser perredeístas, peledeístas y hasta reformistas, y allí dentro resultaron mas conservadores que los cuadros originales de esos partidos del sistema.

Algunos partidos y grupos de izquierda —o fracciones de ellos— sencillamente dejaron de ser revolucionarios.

Igual pasó con una parte de los militares constitucionalistas que se izquierdizaron en abril y se derechizaron mas tarde.

Abril quedó para todos (as) ellos situado en el pasado, pero no proyectado en el presente, y menos aun como arma de futuro.

Muchos de ellos se reconciliaron con los contrarrevolucionarios, se abrazaron con ellos y se aproximaron a sus posiciones.

En esos casos la reconciliación es evidente, aunque no haya sido decretada,.Ella no tienen nada de positiva. Ella más bien ha estado mediada por actos de claudicación que perjudican a las fuerzas revolucionarias y que han debilitado la capacidad de lucha de nuestro pueblo.

Nadie en el mundo podrá convencerme de la necesidad de aplaudir esos hechos.

Claro está, que tales mutaciones no agotan las contradicciones y enfrentamientos entre ambos proyectos, amén de que es imposible reconciliar la historia real y los enfrentamientos ocurridos.

El campo revolucionario fue diezmado, pero no exterminado. Una parte importante resistió, persistió en el camino, reafirmo principios y renovó ideales.

Esa parte está hoy objetivamente enfrentada a la contrarrevolución y a sus protagonistas, así como a los renegados que se le han sumado.

A ese sector pertenece la generación de los 60 que permanece en posiciones de izquierda, antiimperialista, revolucionaria, comunista, caamañista. Unos (as) en partidos y otros no.

Caamaño nos legó el buen ejemplo de representar la firmeza y la radicalidad revolucionaria hasta su caída en combate y posterior fusilamiento.

Otros se han preservado discretamente.

A esta parte pertenecen incluso determinados componentes de las bases del PRD y el PLD, y de los ex militares constitucionalistas que se sienten avergonzados por el giro derechista de sus dirigentes.

En nosotros (as) se ha reafirmado la convicción de que frente al bando opresor, a los traidores de ayer y de hoy, a los saqueadores, a los genocidas, a los asesinos y ladrones de Estado, a las derechas y neo-derechas, corrompidas y corruptoras, no debe haber ni olvido ni perdón. Tampoco, en consecuencia, conciliación o reconciliación.

Nunca hemos conciliado y no lo haremos jamás. Somos partes enfrentadas por intereses de clases contrapuestos, por concepciones programáticas y por motivos éticos bien diferenciados.

Podemos y debemos debatir, pero no renunciar a nuestra razón de ser.

Aquel enfrentamiento no fue una guerra primaria al margen de principios, ideales y proyectos.

No fue una simple “contienda fratricida”.

No es posible un enfoque o una valoración neutral de las partes enfrentadas.

Esas partes no son equiparables ni moralmente, ni ideológicamente, ni políticamente.

Menos aun desde el punto de vista de los intereses populares y nacionales, o desde el concepto de justicia, desde los valores patrióticos y la solidaridad humana.

El despotismo, el entreguismo, la corruptela, la criminalidad, la injusticia, el genocidio, la explotación, la traición a la patria, la alianza con la oligarquía y con el invasor extranjero, son los contravalores de esas fuerzas que entonces enfrentamos con las armas y hoy con otros medios, contrarrevolucionarias ayer y contrarrevolucionarias hoy.

La democracia, la justicia social, la moralización de la vida política, la honestidad, la soberanía nacional y popular, la solidaridad humana, el patriotismo, el latino-americanismo son los valores de la revolución de abril y de los caamañistas de ayer y de siempre.

Tales idearios son realmente irreconciliables, diametralmente opuestos. Ayer, hoy y siempre. Tan irreconciliables como los hechos históricos que situaron a las partes enfrentadas en 1965 en campos opuestos.

Esa confrontación sigue pendiente y a ella no renunciaremos jamás. Jamás. Jamás.

Visto este balance general, no es difícil descubrir que las izquierdas han tenido que ver, como el que más, con las luchas libradas y los logros alcanzados. Antes, durante y después de la revolución de Abril de 1965.

Su aporte en ideas, en sacrificio, en sangre, en combates, en luchas políticas, sociales, cultural, patriotas, solidarias… ha sido inmensurable. Y nos referimos a la izquierda en toda su amplitud y diversidad, política y social, cultural, orgánica y no orgánica.

LAS CONQUISTAS DE LAS IZQUIERDAS EN LAS CONQUISTA EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS

a)    Antes del ajusticiamiento de Trujillo

Ese aporte en el periodo pos-tirano engarza con grandes hitos del proceso previo, esto es, en el proceso de enfrentamiento creciente con la tiranía y el tirano.

¿Cuándo? ¿Cómo?

En la organización clandestina de los primeros núcleos marxistas encontramos el aporte de la izquierda comunista española a finales de la década de 1930.

En huelgas obreras del inicio de la década del 40 están las huellas imborrables de la izquierda marxista. También en el inicio de la divulgación de las ideas antiimperialistas y socialistas.

La fundación y evolución del partido comunista, primero como Partido Democrático Revolucionario Dominicano(1944) y luego como Partido Socialista Popular (1946-1947) fueron obra de las izquierdas y componentes de una lucha realmente heroica.

Las acciones desafiantes del PSP y de la Juventud Democrática (JD) estuvieron motorizadas por el pensamiento marxista. Allí incluso comenzó a templarse el espíritu revolucionario de Minerva Mirabal.

En la expedición armada de Luperón (1949) estuvo presente la izquierda. Tulio Arvelo, dirigente del partido comunista, es un símbolo de esa realidad.

En las expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo gravitó determinantemente la izquierda. Amén de haber recibido el apoyo de Fidel, Camilo, Raúl y el Che, en ella participaron 19 militantes del PSP dominicano, 11 jóvenes comunistas venezolanos, varios combatientes cubanos, entre ellos Delio Gómez Ochoa, Pablito Mirabal y revolucionarios de otros países.

En el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, que desde su inicio y en su desarrollo tuvo un fuerte componente de izquierda. Manolo y Minerva eran de izquierda, abrazaron las ideas marxistas y con esas convicciones actuaron.

En la osadía del MPD, irrumpiendo en el escenario nacional antes del ajusticiamiento de Trujillo (1960), lo que constituyó un aporte significativo a la resistencia antitrujillista. Y el MPD desde su origen fue de izquierda, definido posteriormente como marxista-leninista.

b)    En el periodo pos-tirano

En ese largo periodo es difícil encontrar un combate, una acción, un plan de lucha, una campaña de protestas o de movilización, un logro, una conquista, una reivindicación donde no este la izquierda representada.

Combate por la libertad, por la soberanía, por la justicia, por la solidaridad humana, por los derechos políticos y sociales, por el socialismo, por la igualdad… e izquierdas son prácticamente sinónimo.

Así quedó registrado en los siguientes hechos:

·         Irrupción a la vida legal de la Agrupación Política 14 de Junio y del Movimiento Popular Dominicano en 1961 y participación activa en las grandes luchas callejeras contra la continuidad de la dictadura.

·         Retorno al país del PSP en 1961-62, con igual conducta.

·         Conquista de la autonomía y el fuero universitario para la universidad estatal.

·         Luchas contra las restricciones impuestas por el Consejo de Estado.

·         Defensa de la Constitución de 1963 y lucha contra la amenaza de golpe de Estado.

·         Lucha intensa contra el Triunvirato.

·         Participación destacada en la Revolución de Abril de 1965 y en la Guerra Patria.

·         Oposición al gobierno provisional de García Godoy.

·         Combate persistente contra el terror, la corrupción, los abusos sociales y el entreguismo desplegado por los gobiernos de los doce años de Balaguer.

·         Oposición revolucionaria a los gobiernos del PRD (1978-86) al régimen de los 10 años de Balaguer, y a los recientes gobiernos del PLD y el PRD.

Mas allá de cualquier valoración crítica, las luchas clandestinas de las organizaciones comunistas, los comandos del MPD, las acciones del PCD y de la Línea Roja del 14 de Junio, el desembarco de Playa Caracoles encabezado por Caamaño, los Comandos de la Resistencia (Corecatos), las huelgas y tomas de tierra, los enfrentamientos sociales, las denuncias políticas… conforman un impresionante pliego de luchas heroicas contra el despotismo, las injusticias sociales, los fraudes electorales, la dominación imperial. Un pliego escrito con sangre, que gravitó significativamente en el desplazamiento del balaguerismo en 1978.

En ese capítulo hay que destacar el significado del asesinato de Orlando Martínez y su extraordinario impacto, dada su formidable obra periodística, en el debilitamiento del balaguerismo y específicamente del régimen de los doce años (1966-1978).

En los primeros ocho años de gobiernos perredeístas, reducidas las restricciones y superado considerablemente el terrorismo de Estado, podemos decir que sólo la izquierda le dio continuidad al combate contra la represión, las medidas impopulares, las políticas entreguistas, la impunidad de los delitos de Estado y la nueva corrupción.

En los diez años de Balaguer (1986-1996) no hubo causa justa, no hay lucha popular, donde no esté el sello de la izquierda revolucionaria, acompañada o no por el PLD y el PRD, que giraron progresivamente hacia la derecha. Narciso González es quizás la expresión más alta del sacrificio desde una honrosa reafirmación de la combatividad y la firmeza frente a las fechorías del balaguerismo.

Igual pasó frente al gobierno del PLD, registrándose miles de protestas y tres huelgas generales con una destacada participación de las izquierdas. En esas luchas, tanto los movimientos sociales de izquierda (Colectivo de Organizaciones Populares, el Frente Amplio de Lucha Popular, los Consejos de Unidad Popular, la Coordinadora popular…) como la izquierda política (Fuerza de la Revolución (FR), PCT, MPD, PTD…) e innumerables personas de la izquierda independiente han jugado un destacado papel.

También después sólo la izquierda política, social y cultural enfrentó persistentemente la estafa política representada por el nuevo gobierno del PRD presidido por Hipólito Mejía.

Ahora continúa la lucha frente al nuevo gobierno neoliberal del PLD.

Desde 1983 hasta la fecha, nadie como la izquierda ha enfrentado las nocivas políticas neoliberales y sus consecuencias sociales, culturales, económicas y políticas. En ese capítulo, deben destacarse los aportes del Frente de Izquierda Dominicana, del PCD, del Bloque Socialista, del MPD, del PTD, del PCT, de la UPA y de la Fuerza de la Revolución, así como de las organizaciones que le dieron origen (FRLP, FR-21, ML-12 de Enero y PCD).

Los grados de conciencia de clase, de conciencia anticapitalista y pro-socialista alcanzados a lo largo y ancho de este periodo tienen un valor estratégico mas allá de los reveses temporales determinados por la identificación del socialismo con los regímenes del Este europeo que colapsaron y más allá del predominio de concepciones y métodos que han determinado el estancamiento y los alarmantes retrocesos de la izquierda partidista.

En este largo periodo merece destacarse por el valor de sus enseñanzas, las que forman parte de una etapa estelar de las izquierdas: las luchas previa y durante la Revolución de Abril de 1965.

Esto, claro está, ha coexistido con muchas decepciones, traiciones, renegaciones, divisiones e inhibiciones que redujeron progresivamente su fuerza, su capacidad de presión y —sobre todo— su potencial condición de referente de gobierno y de poder. Como también visiones dogmáticas y des-actualizadas que han determinado el aislamiento una parte de las izquierdas organizadas y la proliferación de la dispersa izquierda sin partido.

                                                       ooooooooooooo

*Esa línea de aportes la ha continuado la izquierda más consecuente frente a la farsa que representa el cambio del Gobierno del PLD por el del PRM-Abinader-Mega-millonarios, otra modalidad de dominio de las derechas bajo la impronta recolonizadora neoliberal en tiempo de COVID.

P/D Tomado del Libro: “Rescatar sus enseñanzas: para que abril tenga futuro”. Ensayo sobre las izquierdas, el PRD y los militares democráticos en la Revolución de Abril / Narciso Isa Conde/ Primera edición: Publiguía, 2002/ 74 p.

MC

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