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La ola republicana se desinfló, Biden se salvó de la debacle y Trump quedó desairado

Mirko C. Trudeau, Ricardo Carnevali

Fuente: Rebelión

El libreto se repitió: por segunda ocasión consecutiva en elecciones legislativas estadounidenses no pudo conocerse de inmediato un ganador entre demócratas y republicanos y quizá pasen semanas antes de saber de la integración definitiva del Senado.

No habrá «marea roja» republicana, el presidente Joe Biden se salvó de la debacle electoral y los candidatos respaldados por Donald Trump no cosecharon el éxito esperado.

La polarización del país bloqueó lo que es tradición en estas elecciones: el flujo de votos de un partido a otro: en reglas generales ha habido muy poco trasvase de voto y cada partido ha ganado en su feudo, lo que explica que los demócratas tengan elevadas probabilidades de retener el Senado (donde tienen un empate a 50 escaños) y que, de perder la cámara baja, como todo hace indicar, lo harán por menos de 25 diputados, cuando algunas previsiones hablaban de hasta 60 asientos de diferencia.

La polarización ha hecho también que éstas no sólo hayan sido un referéndum sobre Biden, y terminaran convirtiéndose en otro en paralelo sobre Trump. No en vano, en el transcurso de la campaña Trump respaldó a más de 330 candidatos, celebró 30 mítines y recaudó decenas de millones de dólares.

El pronóstico era que una ola roja (el color de los republicanos) iba a barrer al partido de Joe Biden de las dos cámaras del Congreso. Y había motivos: la inflación más elevada en 40 años era una pésima carta de presentación para los candidatos demócratas. Bien, la ola roja nunca llegó y ahora los republicanos comienzan a cuestionar la presunta ascendencia de Trump: ¿Y si el expresidente resta más que suma?

«Cómo puedes mirar estos resultados y concluir que Trump tiene alguna posibilidad de ganar unas elecciones nacionales en 2024? A pesar de que el 70% del país piensa que estamos en el camino equivocado, de que dos tercios piensan que estamos en recesión, cree en gran medida que las políticas de Biden están perjudicando, [a pesar de eso] todavía optaron por quedarse con eso antes que con la alternativa, que me temo que asocian con Trump», señaló Scott Jennings, un estratega republicano.

Según los expertos, la cámara baja será controlada por los republicanos, pero por un margen mucho menor de lo esperado, y el Senado seguirá empatado. Pero mientras los demócratas están festejando que la elección no resultó en una masacre política para ellos, la agenda legislativa del casi octogenario Joe Biden para los próximos dos años quedará básicamente anulada (si los republicanos controlan una de las cámaras). 

Estos comicios mostraron una imagen muy perjudicada de Biden (aunque no se midió en las urnas), que viene desde la caótica retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán y, obviamente por los problemas que crearon el aumento desempleo y el aumento del costo de la vida.

Más aún, según sondeos a boca de urna, más de dos tercios de los votantes, incluida una mayoría demócrata (54%), expresaron que no desean que Biden repita como candidato presidencial en 2024. Trump tampoco es favorito entre los volantes: pese a sus campañas publicitarias, 60% tiene una percepción negativa del ex mandatario. 

Los pronósticos agoreros fallaron y no se produjo la marea roja republicana pronosticada ni los festejos que preparaban los ultraderechistas seguidores del expresidente Donald Trump. Por primera vez se lo vio sonreir al mandatario demócrata Joe Biden, quien apenas atinó a decir que la jornada electoral dejó claro que Estados Unidos es una democracia: en las últimas décadas el partido en la Casa Blanca siempre había perdido un número significativo de escaños en el Congreso.

Tres contiendas aún no resueltas definirán si los demócratas defendieron su mayoría en el Senado contra los republicanos, con una de ellas, la de Georgia, casi seguramente procediendo a una segunda vuelta programada para el 6 de diciembre. En la Cámara de Representantes, ningún partido ha captado aún los 218 escaños necesarios para ser mayoría, aunque los republicanos parecen favoritos para obtenerla por un reducido margen.

Las fuerzas alineadas con Trump se sorprendieron con los resultados, haciendo estallar  divisiones internas, mientras Trump –según los medios locales- estaba particularmente enfurecido con la derrota de su candidato para el Senado en Pensilvania como varios más que había apoyado, ya que eso debilitará su poder dentro de su partido.

A la vez, el triunfo arrollador en la relección del gobernador de Florida, Ron DeSantis, genera de inmediato una competencia interna por la candidatura presidencial de los republicanos en 2024. Las filas del partido republicano siguen siendo fieles al ex presidente. 

Trump, junto a DeSantis y la relección de Greg Abbott en Texas. garantiza que el mensaje antimigrante seguirá al centro del discurso republicano, junto con el rechazo al derecho al aborto y la prohibición de libros y otros materiales considerados antiestadunidenses, al ritmo del racismo y el supremacismo blanco. 

Los anuncios políticos de los republicanos en Florida se centraron en la inoculación del miedo a los inmigrantes y a la “ideología de género”. Los diez millones de inmigrantes ilegales, que a la vez son los trabajadores más abnegados del país, poseen en su conjunto una criminalidad mucho más baja que el resto de la sociedad.

“Son el blanco perfecto de la industria del miedo porque no sólo no pueden hacer lobby como la mafia de Florida sino, además, no votan. Por su parte, la “ideología de género” no es un mal reciente que va a destruir a la Humanidad”, señala 

¿Será eso lo que se entiende como democracia? Entre los republicanos abundaron candidatos que rechazan la legitimidad de las elecciones de 2020, fuerzas antiaborto y antimigrantes, una amenaza existencial al sistema democrático.

Algunas conquistas

Uno de los grandes ganadores fue el derecho al aborto. En los estados de Vermont, Michigan y California los ciudadanos votaron a favor de consagrar el derecho al aborto en las constituciones de sus estados. En Kentucky, rechazaron una medida electoral que buscaba modificar la Constitución estatal para que dijera que el derecho al aborto no está protegido.

Los votantes de los estados de Tennessee, Alabama, Oregón y Vermont respaldaron que se eliminen de sus constituciones artículos que permiten la esclavitud como castigo. Sin embargo, en el estado de Luisiana, el 66% de los votantes rechazaron una propuesta que habría prohibido el trabajo esclavo en las cárceles.

Asimismo, Washington DC aprobó la Iniciativa 82, que elimina gradualmente el salario mínimo basado en propinas y propone aumentar el salario mínimo de los trabajadores de servicios que reciben propinas de 5,35 a 16,10 dólares por hora para 2027.

Pese a la ofensiva antiaborto de la derecha republicana, incluyendo su gran triunfo de anular el derecho constitucional al aborto por la mayoría conservadora de la Suprema Corte instalada por Trump, medidas para defender el derecho de las mujeres sobre sus propios cuerpos y/o esfuerzos para repudiar propuestas antiaborto triunfaron en cinco estados, entre ellos en dos conservadores, Kentucky y Montana.

Medidas sometidas a referendo sobre la legalización de la marihuana para uso recreativo prosperaron en dos estados más, Maryland y Misuri, pero fueron rechazadas en otros tres. Hasta ahora 21 estados más la capital ya la legalizarono para uso recreativo.

Representantes de organizaciones latinas, afroestadounidenses, de mujeres y de jóvenes están resaltando los logros de la participación de sus filas en esta elección al subrayar que esto respondió al mensaje de que la democracia misma estaba en juego. 

Obviamente, la salvación de la democracia no inspiró a todos, ya que la participación electoral fue inferior a la de los últimos comicios intermedios. Jóvenes, en particular, participaron en números menores que en 2018. El nuevo Congreso dividido no logrará mucho, y ese fracaso en abordar los principales temas sólo nutrirá el desencanto y la abstención en el futuro, señalan los analistas. 

Mientras, en los medios de comunicación republicanos se transmitía la misma idea: Trump no suma, el expresidente es el pasado. En la cadena ultraconservadora Fox News, la exsecretaria de prensa de Trump, Kayleigh McEnany, dijo que éste debe poner en pausa su declaración de campaña hasta después de la segunda vuelta del Senado de Georgia (el 6 de diciembre) y señaló que Ron de Santis debiera encabezar la campaña del candidato republicano. 

El rotativo neoyorkinoThe New York Post, en su día promotor del expresidente, dedicó su portada, precisamente, a DeSantis: «El Futuro», decía, y añadía: «La joven estrella republicana gana en Florida».

La guerra en Ucrania no logró distraer la atención de los ciudadanos, más preocupados por comer todos los días. Y, aunque las elecciones presidenciales serán en 2024, todo hace pensar que ni Biden ni Trump participarán (como candidatos) de ellas.

MC

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