Pensamiento Crítico

Desvelar ¿o desnudar? una parte de la Idea filodóxica de libertad

Madi Peña Delfargue, Zhyldyz Almazova, Cristina Orlovschi

Fuente: Rebelión

«Libertad desnuda. Una historia textual e icónica de sus trágicas paradojas»
José Sánchez Tortosa
Prólogo de Luis Alberto De Cuenca
ED. Confluencias, Almería, 2022

Lo primero que deseo decir es que el librito de José SÁNCHEZ TORTOSA es una preciosa joya de orfebrería tallada en un taller especial de filodoxía: un arte que tiene mucho más que ver con la sofística profesional que con la mítica académica platónica de enseñar Filosofía a quienes ya estuvieran formados en la paciente Geometría. Sigue la senda del Gabriel ALBIAC de 1978/1979[1] y su desconsolada visión -¿leninista?- de la filosofía: eso, sí, sin citarlo y sin mostrar sus huellas ni sus marcas. Pero las tesis son idénticas. Tanto para aquel ALBIAC como ahora para TORTOSA: el Idealismo filodóxico germánico es el fin de la filosofía clásica[2]. Es el fin en varios sentidos: el de objetivo, el de meta y el de acabamiento total de una experiencia teórica. Aunque TORTOSA nos regale al final que ese final lo cifra en la filosofía existencialista y nihilista sartriana. De ahí que aquí sí reconozca sus deudas de manera clara y expresa, pues sí cita algunos -¡no todos!- los aportes del recientemente fallecido Pepo RODRÍGUEZ GARCÍA[3], catedrático de la Universidad de Zaragoza, amigo íntimo de ALBIAC y con el que compartió desvelos apasionados por la escritura romántica como fuera Friedrich HÖLDERLIN, al que TORTOSA le coloca una G final sin saber si es una errata suya o una insuficiencia de quien esto ahora reseña.

La otra obra que impulsa a TORTOSA a trazar una Historia filosófica de la Idea -mítica y mitológica- de Libertad es la Metafísica presocrática[4] de Gustavo BUENO MARTÍNEZ. A la que también en varias ocasiones la cita de manera expresa con reconocimiento de su impactante y fértil apuesta teórica.

El librito de TORTOSA es bello. Una obra de arte. Pero lo sería aún más si hubiera sido editado como catálogo de una exposición estética. Y se hubiera presentado como el trabajo de un equipo multidisciplinar. Pues sería muy conveniente que lo mejor del libro se presentase como una especie de tríptico donde, al modo de la Dialéctica Trascendental de la Crítica kantiana de la Razón Pura -Neta[5]– apareciesen los debates -en muchos casos inventados- en torno al libre albedrío que tuvieron personajes como Lutero o Erasmo de Rotterdam. Ese trabajo poiético[6] podría hacerse aún en las clases que imparte TORTOSA a sus estudiantes de un Instituto de Enseñanzas a Medias. Esos adolescentes lo saben hacer, aunque sea al modo alienado como el que Marx definía a los miembros de la explotada y saqueada clase obrera: lo hacen, pero no lo saben. Son ellos los que pueden saber lo que hacen. Y cuando eso ocurra, entonces, quizás, se hagan mejor las cosas. Y para bien. Aunque se nota que TORTOSA es un nihilista tanto de la escritura literaria como de la práctica docente. Se deja llevar como un cascarón de nuez en una corriente huracanada.

Sin embargo, hay ausencias clamorosas en su recorrido por la Idea filodóxica de la Libertad. La más notoria es la de Marx. Y si ella tuviera un hueco, fuera de los tópicos maléficos que ha inventado contra ella el falso liberalismo de la suciedad pornocapitalista tanatocrática, otra impronta tendría al final esa aventura histórica.

Ángel PRIOR OLMOS, entre muchos otros como Juan Carlos RODRÍGUEZ GÓMEZ en De qué hablamos cuando hablamos de marxismo[7], en una obra tan especial como El problema de la libertad en el pensamiento de Marx[8], nos ayuda a entender por qué esa gran ausencia. José Porfirio MIRANDA DE LA PARRA o Enrique DUSSEL han expresado algunas de esas trazas que son fundamentales si en realidad se desea poder hablar de filosofía al modo de los banquetes académicos platónicos.

Tal vez Gustavo BUENO MARTÍNEZ en 1995[9] diera con una de las más importantes e interesantes respuestas para poder entender con rotundidad el problema real de la libertad cuando exponía una mísera propuesta en la que se debería de invertir un raquítico 1% del presupuesto económico nacional para poder crear una mínima conciencia a priori científica y a posteriori filosófica. Esa es la miserable realidad en la que nos mal morimos[10]. Aunque nos pese. Mal vivimos en una criminal y miserable suciedad pornocapitalista tanatocrática. Que aún no conoce las posibilidades energéticas de la auténtica liberación humana.

Realmente la obrita de TORTOSA no es una Historia filosófica acerca de la Libertad[11], sino que es un paseo por los decursos de los diferentes ríos de la sofisticada filodoxía dominante que quiere legitimar sus discursos con el poder de sus instituciones negando otras opciones a la verdadera y auténtica filosofía materialista de la Libertad -política[12]-.

Ese amor por la doxa es lo que está impreso en cada una de las páginas de esta obra. Y esas elecciones son arbitrarias. Y se presentan como si existiera una continuidad entre ellas. Nada más lejano a la realidad histórica. Pero se hace así para bendecir unas sendas[13] y no otras.

Resulta más que sintomática la forma de exponer las disputas acerca del libre albedrío en la filosofía cristiana. Elige a Agustín de HIPONA, respetando su ceremonia eclesial y denominándolo Santo y Padre. Pero, curiosamente, después hay un vacío de más de mil años- Pues esas disputas reaparecen en tiempos ya propios del Renacimiento por boca de Lutero o Erasmo de Rotterdam. Por qué se da ese salto y, sin embargo, cualquier lector casi puede creer que entre las palabras de unos y de otros solo hay un leve tránsito temporal, epocal e incluso sin ruptura lingüística y, por tanto, epistémica. Desde los parámetros de la historicidad radical la literatura helénica no habla de las mismas cosas aunque lo parezca y no sepamos que hay muchos intereses en hacernos creer que sí. Y eso se nota. La libertad cuando se lanza por especulaciones teológicas abandona el fértil terreno de la inmanencia. Y nadie en su sano juicio entiende nada de esos galimatías donde sólo un omnipotente y omnisciente Ser al que se le transfieren propiedades divinas es libre[14]. Y las personas humanas que curiosamente son las creadoras de esas imaginaciones fantasmales carecen de libertad para poder tomar decisiones racionales y políticamente responsables.

Resulta algo más que sintomática esta estrategia especulativa.

Aunque TORTOSA cuando habla de Platón y de Aristóteles casi roza la cuestión de enfocar la libertad como una tarea primordial y básica de la vida política, las influencias -¿inconscientes, veladas y escondidas?- de Gabriel ALBIAC hacen mella en su librito. Pues su maestro ve la política como una pérdida de tiempo. Realmente sus aportaciones periodísticas se hacen contra los políticos corruptos de su presente[15], pero no hay ni una aportación -¡ni teórica ni práctica!- a dilucidar que no hay arte más sublime y excelso que la política[16]. Ha tenido todos los medios intelectuales a su alcance. Pero los ha desaprovechado.

Si esta obrita se hubiera escrito pensando realmente en la colectividad que le dio su ser se habría empapado de otros valores, de otros resortes. Y habría esbozado otras posibilidades éticas y políticas. Y no se habría quedado limitada a recorrer una vez más los trillados carriles de la estética idealista aparentemente antipolítica. Por eso es fácil predecir que, por desgracia, tendrá un recorrido tan corto como fútil.

Notas

[1] De la añoranza del poder o consolación de la filosofía fue editada en las prensas de Hiperión en Madrid en 1979, pero recogía diferentes trabajos que ya habían visto la luz en diversas revistas de aquel tiempo como El Cárabo.

[2] Friedrich ENGELS tan denostado en nuestros días ya escribió sobre esa temática acerca del lugar de Ludwig FEUERBACH en la última etapa de la filosofía clásica prusiana. Pues lo que realmente existía cuando vivía Ludwig era Prusia y no Alemania. Ésta empezó su andadura como nación estatalizada con BISMARCK allá por 1870. Aunque para esa época ya FEUERBACH casi estaba cultivando malvas en el cementerio de Rechenberg, pues falleció en 1872.

[3] José Luis RODRÍGUEZ GARCÍA conocía con bastante solvencia estas cuestiones desde que en la Universidad Complutense de Madrid expusiera su tesis doctoral sobre HÖLDERLIN, el exiliado en la Tierra. Editado años más tarde por las Prensas Universitarias de Zaragoza en varios volúmenes.

[4] Editado por Pentalfa (Oviedo, 1974). https://fgbueno.es/gbm/gb74mp.htm

[5] Rein en alemán significa multitud de otras cosas, entre otras: puro, mero, limpio, casto, virgen, neto.

[6] Las poiesis son las elaboraciones artesanales que mejor saben hacer los seres humanos. Poiesis: hacer bien las cosas con arte sano, inteligente y responsable pensando en el bien de la comunidad. Reducir las poiesis solo al quehacer poético es una salvajada, un delirio… romántico. Emilio LLEDÓ, pese a dedicarle su tesis doctoral al concepto de poiesis, apenas si pudo ver más allá de las evidencias filológicas en algunos textos clásicos de la cultura helénica. Quienes más acertadamente han estado de comprobar lo que las poiesis traen consigo han sido tres profesores de Filosofía de estirpe marxista: Carlos PARIS AMADOR, Enrique DUSSEL y Gustavo BUENO MARTÍNEZ.

[7] Akal ed., Madrid, 2013.

[8] Editada por Biblioteca Nueva, Madrid, 2004. O Galvano DELLA VOLPE con su impagable Libertad comunista (ed. Icaria, Barcelona, 1978).

[9] https://fgbueno.es/gbm/gb1995di.htmSéptima propuesta. Política orientada a conseguir, como mínimo, un uno por ciento de lectores de libros escritos en español, sobre temática científica o filosófica. Esa propuesta aún todavía es una irrealizable utopía. Y ahora más que nunca: por qué. Esa es la verdadera apuesta que tiene ante sí un auténtico materialismo político de la libertad. Otras propuestas hechas por BUENO en aquel momento fueron: Segunda propuesta. Transformación, mediante reforma de la Constitución, de la actual monarquía hereditaria en una República parlamentaria, y limitación del tiempo que los ciudadanos puedan dedicar “profesionalmente” a la política (incluyendo en este concepto no sólo a los cargos públicos sino también a los puestos de dirección en los partidos políticos y sindicatos). Tercera propuesta. Plan energético nacional que tome en consideración la energía nuclear y el aprovechamiento al máximo de las posibilidades agrícolas y ganaderas de España. Sin desarrollar las ciencias ni las conciencias filosóficas implantadas políticamente mal se pueden trabajar con serenidad y competencia las cuestiones nucleares de la energía atómica. Sin desarrollar ese humus ético resulta más que una temeridad apostar por la energía nuclear atómica. Recuérdese que ya Gustavo BUENO definía allá por 1968 la filosofía como una conciencia reflexiva sobre las prácticas científicas, esto es: definía la filosofía como un saber dialéctico de segundo grado cuya materia prima estaría siempre constituida por los diferentes campos gnoseológicos de los diferentes saberes culturales (científicos, políticos, religiosos, militares, deportivos, etc). Esto nos lleva a tematizar a la filosofía como los symposium platónicos donde la comunicación erótica se hace posible gracias a amar realmente la materia real de lo que se tiene entre (hu)manos.

Primera propuesta. Reorganización del “Estado de las autonomías” mediante una reforma de la Constitución del 78 que esté orientada a subrayar la unidad cultural y lingüística de España en el contexto de la Unión Europea, y que esté dispuesta incluso a permitir la segregación, por “autodeterminación de independencia”, de autonomías que no quieran aceptar su integración plena en la unidad española (sin perjuicio de que puedan aceptar compromisos tales como el del “Estado libre asociado”).

Pocos parecen que han leído -¡ya no comprendido e interpretado!- estas propuestas.

[10] Manuel SACRISTÁN LUZÓN (1979).

[11] Como él mismo indica en la página 84 y como el prologuista exalta al comienzo de la obra como presentación.

[12] Las obras de Antonio GARCÍA TREVIJANO son fundamentales para empezar a remover el panorama desde una perspectiva republicana y, por tanto, auténticamente democrática.

[13] Ya Martin HEIDEGGER pudo sacarles mucho rendimiento a otras sendas perdidas de la filosofía. Lo mismo que hace en nuestros días, por ejemplo, Michel ONFRAY con sus Contrahistorias de la filosofía y de la literatura. O hasta el mismísimo Domenico LOSURDO con su Contrahistoria del liberalismo (ed. El Viejo Topo, Barcelona, 2005). Que tanto en falta se echa en esta obrita de TORTOSA. Curiosamente, ni se mienta -ni para bien ni para mal- la existencia de toda una tradición liberal como filosofía política equívoca y equivocada. Pues es un sinsentido lo que realmente hace eso a lo que se suele llamar con tanta impropiedad liberalismo ya que parlotea sin cesar de la libre empresa, del libre mercado, etc sin darse cuenta de la imposibilidad óntica que es que un mercado o una mercancía cualquiera pueda ser en cualquier sentido de la expresión libre. Y cómo se puede explicar tamaña ausencia: ¡no hablar nada del liberalismo político en una obrita dedicada a desnudar el mito de la libertad!

[14] Se echa de menos que no se tengan en cuenta los grandes aportes de Gustavo BUENO MARTÍNEZ en su filosofía materialista de la religión. Desde 1947 que presentara su tesis doctoral ese ha sido su verdadero y auténtico campo profesional en la docencia universitaria. Si ya Ludwig FEUERBACH en La esencia de la religión puso patas arriba a la teología al colocar al hombre como auténtico creador de los dioses: el misterio de la teología se resuelve en la poiesis antropológica como vita activa. Son los seres humanos los que con suma inteligencia han creado a los dioses. Y no al revés como ha pretendido el clero de las diferentes concepciones religiosas. En El animal divino esas tesis de FEUERBACH se llevan aún más lejos. Pues son los animales los que han sido los que han aportado a los seres humanos la materia prima con la que elaborar los mitos religiosos. Y no se olvide que el hombre es antes que racional un animal ¡cuasidivino!

[15] Esa serie se inicia después de 1978. En los años ochenta de la pasada centuria, ya ALBIAC dispara desde sus trincheras literarias contra la política y los políticos. Quizá sea esa su máxima continuidad tras más de tres mil columnas periodísticas publicadas en El mundoLa razónAbc y, ahora, en la prensa de la Asociación Nacional de Propagandistas Católicos como es El Debate. Desgraciadamente para su comunidad, no ve más allá de sus narices. Su miopía es torpe y galopante.

[16] Curiosamente su compañero de tertulias filodóxicas en el programa Los Catedráticos de Libertad digital, Agapito MAESTRE, sí que tiene esa excelente valoración de la política. Y la ha expuesto, entre otros sitios, con bastante brío en su libro Ortega, el gran maestro (ed. Almuzara, Córdoba, 2019). Juan Carlos MONEDERO ha sabido muy bien exponer la grandeza de las actividades políticas para poder construir una sociedad ilustrada, racional, responsable, libre y decente.

MC

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