Pensamiento Crítico

Transición energética y “ecologista”: La última estafa del “capitalismo verde”

Arturo Inglott

Fuente: Kaos en la Red

La crisis medioambiental que sufre el planeta – y con él los seres humanos que los habitamos- no es, como parece haber comprado cierto sector de la izquierda alternativa, un invento interesado de las elites capitalistas. Pero lo que sí ha hecho las elites capitalistas, ante la ausencia de una izquierda real capaz de articular una propuesta política para superar este tipo de sociedad,  es instrumentalizar la crisis medioambiental en su propio beneficio “ofertando” al público, como supuesta alternativa, un nuevo capitalismo ecológico con “rostro verde”.

“El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos”

 Karl Marx

“No es posible conseguir mediante reformas que se convierta en amigo de la Tierra un sistema cuya dinámica esencial es la depredación creciente e irreversible. Por eso, lo razonablemente reformista es, también en esto, irracional”.

Manuel Sacristán Luzón. Comunicación a las jornadas de Ecología y Política. Mayo de 1979

La crisis medioambiental que sufre el planeta – y con él los seres humanos que los habitamos- no es, como parece haber comprado cierto sector de la izquierda alternativa, un invento interesado de las elites capitalistas.

Se trata, por el contrario, de una manifestación más del carácter esencialmente insostenible de un sistema que, como ya apuntara tempranamente el propio Carlos Marx, tiende a destruir no solo a los trabajadores, sino también a la propia naturaleza, y cuya necesidad de crecer indefinidamente choca necesariamente con los límites de los ecosistemas terrestres.

La acumulación creciente de Capital, en efecto, no se realiza solamente a expensas de la clase trabajadora sino también del medioambiente, convertido, como todo en el capitalismo, en recursos y mercancías desechables.

Pero lo que sí han hecho las elites capitalistas, ante la ausencia de una izquierda real capaz de articular una propuesta política para superar este tipo de sociedad,  es instrumentalizar la crisis medioambiental en su propio beneficio “ofertando” al público, como supuesta alternativa, un nuevo capitalismo ecológico con “rostro verde”.

Aunque los menos atentos a este fenómeno puedan considerar que ha nacido de la nada, la cierto es que viene de lejos.

Desde los años sesenta, las grandes corporaciones han estado adaptándose, progresivamente, a la nueva situación.  Coca Cola, por ejemplo, lanzó una “botella para la era de la ecología”. Pero, ¿era realmente diferente? No, solo estaba envuelta en un nuevo paquete.

Esta táctica, conocida como “lavado verde” del capitalismo, ha sido una constante en la historia corporativa. Las empresas prometen sostenibilidad, aunque detrás de escena sean las principales responsables de la creciente degradación medioambiental.

Hoy, aunque la crisis climática es un tema central en los discursos políticos y económicos, y las grandes corporaciones y entidades financieras adoptan esta fachada “verde”, su aparente preocupación por el medio ambiente es igualmente falsa.

Pero su objetivo no es ya solamente el de “lavarse” la cara ante los consumidores con campañas de marketing.

Para estas corporaciones lo fundamental es situarse para atrapar una importante parte del pastel de nuevos nichos de negocios, como los relacionados con las fuentes de energía renovables, que serán cada vez más importantes en la competencia capitalista mundial. 

En este nuevo marco se articulan las políticas ideadas en la publicitada Agenda 20/30. Un intento de reconfigurar el capitalismo a medida de los intereses de la oligarquía mundial que tendrá como consecuencia una dramática destrucción de fuerzas productivas y cuyas principales víctimas serán las clases trabajadoras y los sectores más vulnerables de la sociedad.

LA TRANSICIÓN AL “CAPITALISMO VERDE” EN EL ESTADO ESPAÑOL

Como no podía ser de otra forma, el caso de la transición energética en el Estado español forma parte de esta tendencia global.

España es un claro ejemplo de cómo las grandes empresas energéticas, bajo la lógica capitalista, monopolizan los recursos y perpetúan la desigualdad, marginando a las clases populares y destruyendo el medio ambiente en el proceso.

El campo de las alternativas a los combustibles fósiles como las energías solar o eólica se convierte así en una nueva fuente de multimillonarios ingresos para las mismas multinacionales que obtienen pingües beneficios e impulsando un modelo económico igualmente insostenible y depredador.

La alternativa propuesta en este sentido por el gobierno de Pedro Sánchez y su alianza con Sumar, antes con Unidas Podemos, pese a su aparente “progresismo”, se enmarca totalmente dentro de estos planes del “capitalismo verde”.

Promueven un modelo de transición ecológica que, lejos de desafiar los cimientos del capitalismo, está orientado a perpetuarlo, perpetuando así también las estructuras de poder existentes y, en consecuencia, ahondando en la crisis ecológica y social que este sistema genera.

LA ÚNICA ALTERNATIVA PROGRESISTA Y REALISTA

La cruda realidad es que la crisis medioambiental global no tiene solución, ni la tendrá, en el marco del sistema económico capitalista, ni esta solución podrá venir exclusivamente de la mano de nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos.

Porque, como apuntara lúcidamente hace casi 25 años el filósofo español Manuel Sacristán,

“no es posible conseguir mediante reformas que se convierta en amigo de la Tierra un sistema cuya dinámica esencial es la depredación creciente e irreversible”.

Afrontar esta crisis, y eventualmente, realizar una transición ecológica justa y realmente sostenible, sólo sería posible como parte de una transformación radical de la sociedad que implicara comenzar a construir otro sistema económico, gestionado democráticamente por la colectividad, que no esté regido por la consecución del máximo beneficio privado y la acumulación de capital.

MC

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