Carlos Flanagan
Fuente: Rebelión
A casi 11 meses del golpe de Estado del 10 de noviembre del pasado año, Bolivia entra en la recta final de sus elecciones nacionales, convocadas para el 18 de octubre.
Sabido es que este golpe fue el corolario de un largo proceso desestabilizador contra el gobierno de Evo Morales llevado a cabo como parte de la contraofensiva del imperialismo en nuestra región; y por ende con la activa participación de la Embajada de los EU en Bolivia.
Algunos de los principales motivos para perpetrar el golpe, radicaban en la cuantiosa riqueza del subsuelo boliviano (en reservas gasíferas y de litio), nacionalizada por el gobierno del MAS, su ubicación estratégica en el continente y su exitosa política económica antineoliberal, a contrapelo de los dictados del FMI.
Este era un mal ejemplo al que había que ponerle fin y la reforma constitucional por la cual se reivindicaban los legítimos derechos de los pueblos originarios y su participación en un nuevo Estado Plurinacional.
Con este golpe, los sectores más racistas, reaccionarios y filofascistas nucleados en organizaciones como los Comités Cívicos de Santa Cruz, Potosí y Cochabamba, o grupos paramilitares como la Unión Juvenil Cruceñista, la Juventud Kochala de Cochabamba, junto a sectores de las Fuerzas Armadas. y policiales – con la anuencia cómplice de los sectores políticos opositores- se hicieron del gobierno para restaurar el modelo neoliberal privatizador.
Así asume la Presidencia, en una sesión parlamentaria sin quorum, Jeanine Añez, senadora de Santa Cruz que apenas obtuvo un 4% de los votos en la última elección.
Las masivas movilizaciones populares no le dieron tregua desde el primer día, a pesar de la feroz represión con decenas de muertos, como en las masacres de Sacaba (en Cochabamba) y Senkata (en El Alto). Esto sumado a la absoluta incapacidad de un gobierno para enfrentar los efectos del Covid 19 en la población y el estar sumido en numerosos casos comprobados de corrupción que involucraron a varios funcionarios, Ministros incluidos.
En este marco desastroso, no tuvieron más remedio que mantener la fecha de las elecciones nacionales para el 18 de octubre.
Los sondeos de opinión pronostican un claro triunfo de la fórmula del Movimiento al Socialismo (MAS) compuesta por Luis Arce y David Choquehuanca (ex Ministros de Economía y de Relaciones Exteriores respectivamente durante todo el proceso de cambio), que obtendría un apoyo superior al 30%.
Si obtuviera el 40% de los sufragios y se confirmara la actual diferencia de más de 10 puntos sobre Carlos Mesa, de Coordinación Ciudadana, no sería necesaria una segunda vuelta. Asimismo las proyecciones dan ganador al MAS en seis de los nueve departamentos, lo que le aseguraría la mayoría parlamentaria.
La pregunta de rigor en estos casos es: ¿qué garantías puede ofrecer una dictadura para que el proceso electoral sea transparente y democrático?. De por sí, por supuesto que ninguna.
En los últimos años, el imperialismo estadounidense ha propiciado distintos tipos de acciones destinadas a trampear la voluntad de nuestros pueblos. Desde la ya conocida estrategia de los “golpes suaves o golpes blandos” pergeñada por Gene Sharp para la CIA, hasta diversos fraudes electorales. Algunos de ellos pre y otros postelectorales.
Esto no implica que haya renunciado a apelar en última instancia al golpe militar liso y llano.
En Bolivia ya se ensayó el primero de los fraudes: integrar el Tribunal Supremo Electoral con personeros afines al gobierno que han impedido la candidatura de varias figuras del MAS a cargos parlamentarios. También se intentó, sin éxito, anular la personería jurídica del MAS.
Habrá que estar atentos al proceso de recepción de las actas electorales y al desarrollo del escrutinio de las mismas tanto en la fase primaria en cada circuito, como en el definitivo.
Por último ante un inminente triunfo del MAS, no se puede descartar a priori la eventualidad de acciones violentas por parte de militares y paramilitares en estos días previos a las elecciones.
Están circulando informaciones de prensa –recogidas por el diario inglés “Morning Star” en su edición del 1º de octubre- que dan cuenta de reuniones de coordinación reservadas llevadas a cabo los días 24 y 25 de setiembre en el Chapare entre el Ministro de Defensa Fernando López; el Comandante en Jefe de las FFAA, Sergio Orellana; el Comandante del Ejército Rubén Salvatierra y el Comandante de División del Chapare, Coronel Javier Espinoza Daza.
Según estas fuentes, se trataría de coordinar informaciones de inteligencia sobre hoteles en los que se alojarían las delegaciones de observadores extranjeros, y otros posibles lugares en los cuales crear los llamados “falsos positivos”: es decir realizar atentados con explosivos para adjudicárselos al MAS y tener un motivo previo para aplazar las elecciones y proscribir al MAS, o posterior a ellas para justificar un golpe de Estado militar.
No sería una novedad, ya que intentaron algo similar en los meses de junio y julio cuando acusaron al MAS de ser responsable de haber puesto bombas en antenas de telecomunicaciones en el Chapare y Santa Cruz..
En definitiva, en estas horas cruciales por las que atraviesa Bolivia, la deseable normalidad en el desarrollo de este complejo proceso electoral dependerá de la fuerza de las movilizaciones populares organizadas y de la solidaridad y acompañamiento internacional del mismo.
Carlos Flanagan. Exembajador uruguayo en Bolivia. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)