Pablo Jofré Leal
Fuente: Rebelión
Gracias a la mediación del gobierno ruso Azerbaiyán y Armenia acordaron un alto al fuego humanitario, que entró en vigor a partir del mediodía del sábado 10 de octubre. Una buena noticia para una región que lo necesita.
Sin embargo, a pesar de lo positivo, el análisis internacional tiene la responsabilidad de comentar, dar a conocer y profundizar el porqué se llegó a un enfrentamiento entre países vecinos. Azerbaiyán y Armenia se enfrascaron en combates en una región donde se conjugan distintos elementos de análisis: geopolíticos, riquezas energéticas, influencias de potencias occidentales con empresas petroleras y gasíferas, sin poseer ninguno de esos recursos, pero deseosas de controlar una región “bisagra” y sobre todo influir sobre la cadena de reservas, explotación, distribución y comercialización de gas y petróleo de la zona del Cáucaso sur.
El estado de beligerancia entre Azerbaiyán y Armenia, que no ha tenido la firma de un acuerdo de paz definitivo, sino de un simple cese del fuego considerado humanitario y que debería permitir un intercambio de prisioneros de guerra y de cuerpos de las víctimas; tiene como centro el conflicto por la región de Nagorno Karabaj y los siete distritos adyacentes. Ocupados por Armenia hace tres décadas y que en este año 2020 constituye la situación más grave, desde la guerra de los cuatro días del año 2016. Un foco de inestabilidad y posibilidades de ampliación de la guerra, en una región geopolítica donde se conjugan intereses energéticos y políticos derivados de la presencia de gas y petróleo, con sus gasoductos y oleoductos, rutas comerciales que comunican el continente asiático y Europa, además de la presencia fronteriza de tres potencias como Rusia, Irán y Turquía.
Antes del estallido de esta guerra iniciada el día 27 de septiembre (con cese del fuego el día 10) hubo, en este mismo año 2020, entre los días 12 al 16 de julio una serie de escaramuzas, principalmente con fuego de artillería y uso de drones, que no se dieron en la zona de conflicto de Nagorno Karabaj, sino que al norte, en la región en la noroccidental provincia azerbaiyana de Tovuz. Allí, fuerzas de Armenia bombardearon los pueblos de Agdam y Dondar Kuscu, causando una decena de muertos entre las tropas azerbaiyanas además de cinco civiles. Por el lado armenio las bajas fueron de 6 militares del Ejército de ese país. Un estallido extraño, desde el punto de vista, que el teatro de operaciones fue distinto y distante al que habitualmente ha sido la zona origen del conflicto.
Suele ser una conducta crónica, de los analistas internacionales, el tratar de dilucidar los conflictos actuales buscando razones religiosas, en el marco del cuestionable campo de estudio del llamado “choque de civilizaciones” (1) que suele esconder las verdaderas razones de las luchas que aquejan a los países. No es la excepción, en esta contienda que enfrenta a azerbaiyanos y armenios. Unos serán cristianos ortodoxos (armenios) y otros musulmanes (azerbaiyanos) donde los armenios suelen argumentar ciertos derechos atávicos derivados de la cultura, la historia e incluso las mismas creencias religiosas, tejiendo cierta línea argumentativa, que suele apelar a esa idea del irredentismo (2)
Para Azerbaiyán se trata de la recuperación de un territorio que le pertenece y que está ocupado en forma ilegal por Armenia. Así reconocido internacionalmente, con cuatro resoluciones emitidas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Recordemos que bajo la ex URSS el año 1923, la región del Alto Karabaj fue creada como óblast (un distrito con categoría subnacional) autónomo dentro de la entonces República Soviética de Azerbaiyán. Nagorno Karabaj, es una zona, que si bien es cierto tiene una población mayoritariamente armenia no ha estado nunca bajo el dominio o soberanía de ese país bajo los cánones del derecho internacional.
Para Armenia se trata de mantener un territorio al cual considera “liberado” considerándolo parte de su acervo histórico, cultural y hasta religioso. Es la idea de la gran Armenia, que en el plano de las ideas políticas se denomina, por parte de la historiografía relacionada, irredentismo, signando esa región como un territorio que está en “manos ajenas” lo que da paso a la construcción de mitos fundacionales, como es el que observamos, por ejemplo, en Palestina bajo la colonización y la ocupación sionista, respecto a considerársele una tierra prometida para un pueblo elegido. El mero hecho de poseer una población mayoritaria, desde el punto de vista étnico en un país, no implica la aceptación per se, que ese espacio le pertenece de facto a ese grupo mayoritario y por tanto, proceda al uso de la fuerza, para generar un proceso de ocupación territorial.
Lo concreto, comprobable y refrendado jurídicamente es que existió una acción separatista de los habitantes armenios de Nagorno Karabaj, que crean artificialmente una república a la cual denominan Arsaj, el año 1988 cuando Armenia y Azerbaiyán pertenecían a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (ex URSS). Tras el fin de las URSS el año 1991, tanto Armenia como Azerbaiyán declaran su independencia y se enfrascan en una guerra entre los años 1991 a 1994, donde las fuerzas de Armenia, además de apoyar a los grupos separatistas, ocuparon siete distritos adyacentes a Nagorno Karabaj: Agdam, Fizuli, Jebrail, Zangelan, Gubatlin, Lachin y Kelbajar, que significan la adquisición por medio de la guerra de un 20 % del total del territorio azerbaiyano. Se generó, como resultado de aquellos enfrentamientos, el desplazamiento de ciudadanos de ambos países
Dura Lex Sed Lex
La acción de ocupar Nagorno Karabaj y los siete distritos a partir del año 1991 desarrolla, desde el punto de vista del derecho internacional, el principio de la legítima defensa ante un ataque armado, según lo expresa el Artículo N° 51 de la Carta de las Naciones Unidas. El marco jurídico sobre el cual se asienta el reclamo de Azerbaiyán respecto a la región de Nagorno Karabaj se sustenta, principalmente, en una premisa: el uso de la fuerza entre armenios y azerbaiyanos respecto a Nagorno Karabaj, entre los años 1988 y 1991 (años previos a la independencia de ambas repúblicas), debe considerarse en la categoría de conflictos armados no internacionales, que se dieron en el interior de las fronteras de un único Estado soberano, hasta entonces reconocido, como era la ex URSS.
Por tanto, el análisis jurídico y político internacional respecto a un conflicto de tipo internacional y el uso de la fuerza entre bandos estatales en disputa se tiene que situar, obligatoriamente, a fines del año 1991. Fecha en la cual ya ambos países constituían entes internacionales independientes, realidad que inscribe entonces el conflicto entre ambos en una guerra con resultado de ocupación de territorios, que es el que hay que tener en cuenta hoy. Constatado esto, lo importante es buscar mecanismos de arreglo que pongan fin a una guerra que está incrementando el número de muertos, heridos y la adición de bombardeos a más y más ciudades, blancos de esos ataques.
El gobierno de Azerbaiyán, ante el bombardeo de sus ciudades en la profundidad del territorio azerbaiyano ha declarado que presentará ante los organismos internacionales evidencias satelitales sobre el lanzamiento de misiles, por parte de Armenia desde sus bases a ciudades de Azerbaiyán. Igualmente Bakú, consigna que no tiene objetivos militares en Armenia pero el gobierno de Ereván, al lanzar misiles a las ciudades azerbaiyanas de Ganja, Tartar, Mingachevir, Barda, Dashkasan, deseaba provocar una respuesta que implique ataques a ciudades armenias y de esa forma argumentar la violación de su territorio para involucrar a terceros y a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) firmada con Rusia (3).
Azerbaiyán sostiene, que Nagorno Karabaj y los 7 distritos adyacentes son parte integral de su país reconfirmado en las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, por tanto al atacar posiciones armenias en la república separatista, ha operado en sus territorios y dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas, aplicando, por ende, el derecho a la legítima defensa tras el ataque armenio el día 27 de septiembre, dos meses después del ataque a Tovuz en el mes de julio. Finalmente, Bakú esgrime, que actúa de acuerdo con las resoluciones de la ONU donde se exige retirada de las tropas ocupantes de todos los territorios de Azerbaiyán. Armenia, por su parte señala que es víctima de una agresión de Azerbaiyán.
Hasta ahora las fórmulas diplomáticas, para contender con este conflicto (al margen de la acción propiciada por Moscú que logró un cese del fuego humanitario), las podemos sintetizar en:
Primero. El denominado Grupo de Minsk de la OSCE: Grupo copresidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, que ha expresado la necesidad de llevar adelante los denominados Principios de Madrid, establecidos a partir de la solución pacífica de los conflictos, que debe descansar, sobre todo, en la restitución de todos los territorios ocupados y el derecho al retorno de los refugiados. Con la posibilidad de un intercambio de una autonomía para los armenios residentes, con una garantía de seguridad que incluya operaciones de mantenimiento de la paz y un corredor de unión entre Nagorno Karabaj y Armenia que podría ser el distrito de Lachin.
Todo ello discutible, puesto en la mesa de negociaciones, pero donde la exigencia primera es la salida de las tropas ocupantes de Nagorno Karabaj. Al cabo de 26 años de trabajo este grupo ha mostrado su ineficacia donde no ha podido o no ha querido ayudar a resolver este problema. La interrogante que surge es lógica ¿es necesario que siga gastando energía, dinero y tiempo un grupo con resultados nefastos para la gestión y resolución de esta crisis?
En segundo lugar la llamada Fórmula de Kazán: Refiere a la idea. Primero, de lograr un intercambio mutuo donde Armenia entregue los siete distritos ocupados a Azerbaiyán alrededor de Nagorno-Karabaj y que Bakú ponga fin al bloqueo económico a esa región. Y, también habla de la posibilidad de crear un corredor terrestre para la comunicación con Armenia a través del distrito de Lachin que fracasó, pues la parte armenia, después de llegar al poder como resultado de la «revolución de color» del político pro-occidental Nikol Pashinián, rechazó este compromiso.
En tercer lugar existe el llamado Plan Lavrov. Una propuesta rusa explicitada tras el alto al fuego de la guerra del año 2016. El 16 de mayo de aquel año los presidentes de Azerbaiyán y de Armenia se reunieron en Viena, para intentar solucionar el conflicto. Este encuentro fue un importante punto de inflexión, sobre el que se podría haber avanzado más allá de las buenas intenciones. Un mes después, las partes beligerantes se reunieron con el presidente Putin, que previamente, se había encontrado en forma separada con cada presidente, incluso con los representantes de la República separatista.
Fue en esta cumbre, donde se presentó el Plan Lavrov, cuyos detalles fueron dados a conocer por el ministro de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán, Novruz Mamedov, quien detalló la propuesta, basada en la Declaración de Madrid, elaborada bajo la presidencia española de la OSCE del año 2007 y que se compone de cuatro fases. Las tres primeras encaminadas a lograr el retiro de las fuerzas armadas armenias de Nagorno Karabaj y de los siete distritos adyacentes y de una cuarta fase, que permitiría concretar una consulta sobre el estatuto final de Nagorno-Karabaj, que dé cuenta de los derechos de esa mayoría armenia y garantizar el pleno respeto a los derechos humanos para ambos pueblos.
Irán y su Propuesta por la Paz
La nación persa ha presentado una cuarta propuesta, que insistentemente ha hecho un llamado a mediar en el conflicto general, que afirma en forma permanente y consecuente que se deben buscar caminos de entendimiento en una región que lo necesita. Irán posee fronteras con ambos contendientes y trabaja porque no se intensifiquen las acciones bélicas, que no sólo pueden afectar al conjunto de la región, sino que al propio Irán. Esto, en el marco de la política de máxima presión que Estados Unidos ejerce sobre la nación persa y que puede encontrar nuevas alternativas para generar acciones de desestabilización. Irán destaca la importancia de preservar la seguridad y la estabilidad en sus fronteras del norte y se ha ofrecido para mediar en la resolución de este conflicto.
En una llamada telefónica realizada a su par azerbaiyano, Ilham Aliev, en los primeros días de octubre, el presidente de Irán, Hasan Rohani, advirtió que el conflicto y la continuidad de zonas fronterizas inseguras están abonando el terreno para el establecimiento de algunos grupos terroristas y eso no será aceptado, dando cuenta de la caída de proyectiles en suelo iraní. Se llamó a proteger las vidas de los residentes de las aldeas iraníes vecinas a Azerbaiyán y Armenia, y garantizar la seguridad de las regiones limítrofes. Esto es primordial pues no se puede utilizar un conflicto, incluso catalizado por la presencia de potencias extranjeras con sus propias agendas de desestabilización, para generar dificultades en el Cáucaso Sur. El cese al fuego muestra que el llamado iraní encontró terreno fértil.
El mandatario persa ha señalado con claridad que la República Islámica apoya la integridad territorial de Azerbaiyán pero además rechaza la confrontación armada en el disputado Nagorno Karabaj. “Hay que acabar con el conflicto ya que ningún problema puede resolverse por vía de la guerra o el derramamiento de sangre. Hay que buscar otras soluciones y para ello estamos dispuestos” sostuvo el presidente iraní. Irán afirma que se requiere una un trabajo del tipo 3+3: Irán, Rusia, Turquía como vecinos de los países del Cáucaso Sur y Georgia, Armenia y Azerbaiyán, países de esa región, donde se de paso a un mecanismo de mediación, para establecer un acuerdo de paz, iniciar las negociaciones y perseguir que se concrete esta iniciativa. Irán ha señalado que tiene una postura neutral pero aboga por el diálogo y la vía pacífica para resolver el conflicto.
Es evidente que no existe otra solución que las negociaciones y el acuerdo entre Azerbaiyán y Armenia para resolver esta crisis, más allá de un parcial cese de hostilidades (con acusaciones de violación de la tregua) se requiere una solución definitiva. Ciertamente, la continuación de la guerra no sólo no resuelve el problema, sino que lo atiza y empeora la situación. No podemos dar paso a que la región siga constituyéndose en lugar de conflictos, de guerras, de inestabilidad, de la presencia de actores extranjeros e intereses de transnacionales donde, finalmente, los intereses de los pueblos de Azerbaiyán y Armenia son postergados y suelen ser las víctimas de estas rivalidades, sostienen las autoridades de la nación persa con un razonamiento que parece ser el único que llama a la paz en medio de intereses globales que avizoran sus objetivos y no el de los pueblos en pugna.
En este plano es que han salido a relucir denuncias, que algunos servicios de inteligencias extranjeros, con el objetivo de desestabilizar la región llevaron a operaciones de traslado de combatientes terroristas vinculados al Frente al Nusra y al PKK. Su objetivo principal sería vigorizar el conflicto en la zona dada la reducción del conflicto en Siria y al mismo tiempo presionar las fronteras de dos enemigos de Washington como son la República islámica de Irán y la Federación Rusia.
En un mundo interconectado donde la información llega al instante, esta guerra tiene una víctima inicial: y esa es la falta de información completa. No digo que la víctima sea la verdad pues ella es muy subjetiva y obedece a múltiples elementos a tener en cuenta donde mi verdad no necesariamente es la de quien me lee en este momento, por tanto, entran a tallar elementos objetivos Y eso me demuestra que lo que se ha tejido es una suerte de conclusiones aparentemente indiscutibles impulsadas, a mi entender y analizando diversos medios de comunicación, principalmente, por las cadenas informativas occidentales que nos quieren dar a conocer ciertas líneas editoriales que me parecen absolutamente discutibles:
- La idea de Choque de Civilizaciones es una teoría sobre relaciones internacionales, elaborada por el politólogo estadounidenses, Samuel Huntington, que en el año 1996 publicó el Libro con este título “Choque de civilizaciones”. Allí divide al mundo en 8 civilizaciones, afirmando que: tras el fin de la segunda guerra fría, las raíces del conflicto habría que buscarlas en los aspectos culturales de la humanidad y la identidad religiosa. Su visión era que el mundo occidental y el mundo del islam se confrontarían en el futuro. Desde el mundo del islam, el ex presidente iraní, Mohamad Jatami, desafió esta teoría en su discurso ante la Asamblea General de la ONU en 1998. Presentó el «diálogo entre civilizaciones» y recomendó que el año 2001 fuese el año internacional del diálogo entre civilizaciones.
- Irredentismo. Si bien es cierto el término irredentismo da cuenta de un concepto político italiano, posterior a la unificación d ela península que reivindicaba la necesidad de rescatar para Italia las tierras irredentas sujetas al dominio austrohúngaro, Dalmacia, Istria, Trentino, principalmente y por extensión a todos aquellos que se consideraban italianos. Esta idea se asume como parte, también de aquellos movimientos que asumen como suyos, aquellos territorios considerados como propios ya sea por razones étnicas, culturales, religiosas o históricas. Un ejemplo clásico de este pensamiento lo encontramos en el sionismo y su idea que palestina les pertenece por ser una tierra prometida para los judíos, considerados un pueblo elegido. Parte de un mito fundacional absolutamente fuera de toda lógica.
- El denominado TOSC creado el año 2002 tiene como miembros actuales: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Federación Rusa, Tayikistán, Uzbekistán (negrilla: miembro fundador); exmiembros: Azerbaiyán, Georgia. Adhesión pendiente: Ninguna