Pensamiento Crítico

21 preguntas para una pandemia

Casandra Greco

Fuente: Kaos en la Red

1- ¿CÓMO HEMOS LLEGADO A LA SEGUNDA OLA?

Ésta ha sido la crónica de una pandemia anunciada. No ha habido ningún “cisne negro”. No hemos vivido el impacto de un acontecimiento altamente improbable, atípico y fuera de cualquier expectativa. La emergencia y re-emergencia de zoonosis –enfermedades que se transmiten entre animales y humanos– bacterianas, virales y parasitarias está estrechamente vinculada a factores políticos, económicos e ideológicos. La pobreza y la desigualdad son fundamentales en la dinámica de las infecciones. Lo hemos visto con los brotes asociados a la precariedad laboral (ej.: temporeros, mataderos, etc.). La zoonosis y otras enfermedades emergentes deben considerarse patologías del poder económico y político, que, a su vez, determinan la forma de su gestión y control. El neoliberalismo es el mayor “productor” de enfermedades, marginalización y pobreza desde el nazismo. El conjunto de medidas económicas tomadas durante el régimen nazi produjeron más enfermedad y muertes que la Gran Depresión. No son modelos económicos tan diferentes el uno del otro. Durante el nazismo, la privatización y el gasto armamentístico se incrementaron vertiginosamente a expensas de la salud pública. El precio se saldó en un aumento de las tasas de tuberculosis, malaria, fiebre amarilla y difteria. Decía el historiador George L. Mosse que la historia pasada es siempre historia contemporánea.

2- ¿LA COVID, ENTONCES, NO FUE UNA SORPRESA?

No vivimos en la edad de la inocencia. Nuestro pasado apuntaba directamente a la emergencia de una pandemia de consecuencias dramáticas para la vida y los medios de subsistencia. En 1992, la “Union of Concerned Scientists” de Washington, DC, junto con más de 1.700 científicos y destacados premios Nobel de todo el mundo, redactaron y firmaron la primera Advertencia medioambiental de los científicos mundiales a la humanidad. En 1998, hubo expertos que alertaron de la importancia de la capacidad evolutiva y adaptativa de los coronavirus y de cómo esta potencialidad podía conducir a la aparición de variantes cuya patogenicidad se modificaría a favor del virus. Una pandemia global que involucra un virus de enfermedad respiratoria altamente infecciosa era un escenario plausible. Esta posibilidad era aún más real cuanto más habituales y rápidos se sucedían los coronavirus: SARS-CoV (2002-2003) y MERS-CoV (2012-). El imparable calentamiento global del planeta, la destrucción de hábitats y de la biodiversidad así como la superpoblación y la globalización estaban destinados a desencadenar la “tormenta perfecta”. Es decir, a exacerbar gravemente el riesgo de zoonosis. Ahora simplemente estamos experimentando en carne viva su efecto boomerang. La triste paradoja, como señala el microbiólogo sueco Niels Høiby, es que la respuesta política a estas infecciones no ha variado excesivamente a lo largo de los siglos. El poder sigue siendo reactivo, en lugar de preventivo. Ninguna vacuna nos salvará de nosotros mismos ni de nuestra capacidad destructiva y autodestructiva. No hay un planeta B. Hemos agotado el tiempo de descuento y entramos en tiempo de no retorno.

3- ¿CUÁL ES LA ORIGINALIDAD Y SINGULARIDAD DE LA COVID-19?

La mayor singularidad de COVID-19 es ser una enfermedad única, distinta de otras causas de síndromes de distrés respiratorio agudo (SDRA) y con la capacidad de afectar, de forma grave e irreversiblemente, a otros órganos, más allá de los pulmones. Podría decir que una originalidad es su capacidad de transmisión asintomática pero faltaría a la verdad porque esta fue una característica compartida con el MERS. Los coronavirus no son nada sencillos. Prueba de ello es que aún se desconoce el origen evolutivo y de propagación del SARS, MERS, SARS-CoV-2. De todos ellos, conocemos el estallido, pero nos falta por conocer la parte previa al pico de la curva. Creemos ingenuamente que los virus se originan cuando son diagnosticados y omitimos su circulación silenciosa previa, quizás durante meses o incluso años. Estudios recientes desarrollados en Italia y España, anticipan la aparición del SARS-CoV-2 a noviembre, agosto e incluso a marzo de 2019, muchos meses antes de su eclosión en Wuhan.

Restan por despejar numerosas incógnitas, como el mecanismo de inmunidad protectora, la patogenia grave y la respuesta inmunitaria desregulada. Es decir, todavía no se ha dado respuesta concluyente a preguntas tan importantes como: ¿por qué los síntomas de manifestación clínica de Covid-19 son tan diversos entre las personas infectadas?; ¿son las células T protectoras y generan memoria celular frente a SARS-CoV-2?; ¿cuánto dura la protección de las células T y los anticuerpos?; ¿por qué la respuesta inmunológica difiere entre las personas infectadas con independencia de su edad y estado de salud?; ¿por qué, a veces, en la respuesta a la infección COVID-19, el sistema inmunitario se daña a sí mismo?; ¿qué provoca que personas que han superado la infección recaigan, se reinfecten, generen secuelas, nuevas enfermedades o COVID-19 persistente? Por lo que se refiere a las reinfecciones, han dejado de ser falsamente anecdóticas para pasar a centrar el interés de numerosas investigaciones en curso, especialmente porque las segundas infecciones, contrariamente a lo esperado, en ocasiones tienden a ser mucho más graves.

4. ¿EL VIRUS HA MUTADO? ¿ES PEOR? ¿ES MEJOR?

A diferencia de la gripe, el SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19 parece no mutar rápidamente, pero todo puede cambiar. El análisis de las mutaciones encontradas hasta el momento son un grave toque de atención porque cuanto más se intensifiquen y cronifiquen las infecciones y los contagios animal-persona y persona-persona, mayor es la probabilidad de abrir la puerta a recombinaciones mutacionales de las que nos podamos arrepentir. Estamos jugando con fuego. Recientemente, se ha caracterizado en UK un grupo filogenético distinto (B.1.1.7) de altísima capacidad infectiva y efectos aún desconocidos. La transmisión continua del SARS-CoV-2 en las granjas de visones podría eventualmente dar lugar también a otras variantes preocupantes. Todas estas y nuevas mutaciones podrían llegar a comportar riesgos de reinfección, evadir la inmunidad, reducir la eficacia de la vacuna y el beneficio del tratamiento con plasma de pacientes convalecientes o con anticuerpos monoclonales. De momento, la mutación Y453F del cluster 5 hallada en los visones de Dinamarca y Países Bajos se encuentra aún en estudio. El trabajo de análisis liderado por el prestigioso MRC-University of Glasgow Centre for Virus Research proporciona evidencia, eso sí ‘in vitro’, del impacto de la mutación N439K hallada en sueros policlonales de una fracción considerable de personas recuperadas de la infección del SARS-CoV-2. La evolución es un tema extremadamente complejo e impredecible. De ahí la necesidad de realizar una vigilancia genómica y molecular continua para guiar el desarrollo y el uso de vacunas y tratamientos. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha emitido en noviembre importantes valoraciones de riesgo a este respecto.

5- ¿HASTA CUÁNDO PUEDE DURAR LA PANDEMIA?

Suele decirse que el punto final epidemiológico se da cuando se logra la inmunidad colectiva. Es decir, cuando la proporción de población inmune al COVID-19 sea suficiente para prevenir la transmisión generalizada y continuada en el tiempo. Es difícil realizar pronósticos de este calado sin conocer aún el impacto de la eficacia y efectividad de las vacunas a escala mundial. Los epidemiólogos estadounidenses predicen que se necesitará al menos un 70% de vacunación antes de que la vida se acerque siquiera a la normalidad. El lado más perverso de la moneda lo vivirán los países en vías de desarrollo. El peor escenario pronostica que una cuarta parte de la población recibiría la vacuna no antes de 2022. Otra cuestión diferente es preguntar si Covid-19 será un virus endémico, es decir, si nos acompañará como lo hace el virus de la gripe. Este nuevo coronavirus ha recorrido todo el orbe y ha permanecido con nosotros más tiempo del debido, adaptándose al huésped humano pero también a otros animales no humanos como los visones. Una vez que sucede algo así sería un “milagro” volver al punto inicial previo a la emergencia de este nuevo coronavirus. Esto significa que el Covid-19 no va a desaparecer como tampoco lo hizo el SARS al continuar existiendo el reservorio animal “originario”. No soy nada optimista. Creo firmemente que la vacuna, de funcionar, mejorará la situación pero no modificará nuestras vidas de manera sustancial. Al igual que la vida cambió tras la Guerra del Golfo, la invasión de Irak o el 11-S, también sucederá con el SARS-CoV-2. Entramos de lleno en la Era Post-Covid. Nada será igual.

6- ¿LA VACUNA SERÁ EFECTIVA?

La única estrategia real de salida a esta crisis es una vacuna segura, eficaz y efectiva que pueda implementarse en todo el mundo. Eso significa producir miles de millones de dosis. Es un desafío logístico de enorme calado. Otro reto es que funcione tan bien en el mundo real como “prometen” los resultados preliminares de seguridad y eficacia. De las vacunas desarrolladas frente al SARS, algunas fracasaron en la fase pre-clínica en animales. Las que tuvieron éxito, jamás pudieron ser testadas, al dejar de circular el virus. No hay vacuna para el MERS. Los coronavirus no son virus sencillos. Lo paradójico es que salvar la economía a cualquier precio ha desembocado en acelerar una fase III, esencial para garantizar un estudio profundo y exhaustivo de seguridad y eficacia en todos los grupos sub-poblacionales en muestras altamente representativas. Estos dos años de estudio los hemos reducido a cuatro meses. Ahora la velocidad se reequilibra en una experimentación trasladada a la realidad.

7- ¿LA VACUNA SERÁ UNIVERSAL? ¿QUÉ ILUSTRA QUE HAYA TANTAS YA EN EN EL MERCADO?

La diversidad de vacunas existente tiene sus pros y sus contras. La parte positiva es que cuanto mayor sea el abanico de vacunas, mayor será la compensación de los fracasos que puedan producirse y mayor será la garantía de acceso poblacional. La parte negativa es que la OMS ha estimulado en exceso la competitividad. En su llamamiento a instaurar modelos de colaboración público-privado, ha privatizado en cierto modo la ciencia y ha instaurado un nuevo estándar muy alejado de la filantropía y el altruismo. La vacuna, una vez que se desplaza hacia las leyes del mercado, está destinada a ser una “fuente de ingresos” para la industria farmacéutica. Esto es y será así si no intermedian mecanismos de control y freno por parte de los entes reguladores y de los gobiernos. El tamaño del mercado, equivalente a los ingresos anuales de los diez medicamentos de mayor éxito, muestra la oportunidad potencial para una industria que ha recibido miles de millones de dólares de financiación pública. Ésta es la gran paradoja. El desarrollo de las vacunas se paga a través de los impuestos de la ciudadanía pero es el mercado quien pone el precio final marcando el derecho de acceso. Esto no hace sino poner en jaque la universalidad. Nadie hasta ahora ha hablado de liberalización de la patente y renuncia a los derechos de propiedad intelectual. Lo que favorecería la velocidad de distribución mundial. Como mucho se habla de fijar precios por debajo del mercado, eso sí, mientras dure la pandemia. Lo que es patente es la celeridad con la que los países ricos se han garantizado la reserva de compra masiva de vacunas, incluso antes de ser autorizadas por las agencias reguladoras (FDA y EMA). Ha pesado más el nacionalismo que favorecer el acceso universal gratuito en aras del interés en salud pública. Aún hoy día, no existe ninguna ley internacional que prevenga de ejecutar acuerdos pre-compra. Cabe preguntarse si la salud es entendida como un derecho humano fundamental.

8- ¿QUÉ SE SABE DE LOS ACUERDOS DE ADQUISICIÓN ANTICIPADA RELACIONADOS CON LAS VACUNAS CONTRA COVID-19?

En su Resolución, de 10 de julio de 2020, sobre la estrategia de salud pública de la Unión Europea después de la COVID-19, el Parlamento Europeo pidió a la Comisión y a los Estados miembros que integrasen “en todas las convocatorias actuales y futuras de financiación e inversión salvaguardas colectivas en favor de la ciudadanía, como cláusulas de transparencia, accesibilidad y asequibilidad y licencias no exclusivas para la explotación de los productos finales”. La transparencia es crucial para garantizar la confianza en las instituciones de la Unión Europea y en las futuras vacunas contra la COVID-19. La Unión Europea, hasta este momento y contrariamente a la transparencia de los contratos firmados en EE.UU, se ha negado a publicitar esta información. Los eurogrupos parlamentarios Renew, Verts/ALE y GUE/INGL, han dirigido una pregunta con solicitud de respuesta oral a la Comisión, en esta materia. Es importante de cara a esclarecer incógnitas, tales como si la Comisión del Parlamento dará acceso a las disposiciones de los acuerdos de adquisición anticipada relacionadas con la propiedad intelectual, incluidas las disposiciones sobre la concesión de licencias no exclusivas, la responsabilidad y la indemnización, así como a las relacionadas con el acceso a la vacuna, también para terceros países. Asimismo, se requiere sobre si los contratos firmados revelan cómo está siendo gastado el dinero público recibido (costes de I+D, costes de producción, etc). Finalmente, si los contratos incorporan la divulgación pública de datos en bruto de los ensayos antes de su aprobación. El contrato que ha firmado EE.UU con Pfizer ha levantado ampollas porque una vez finalizada la emergencia se reincorporará al precio de la vacuna el margen de beneficio resultante del lucro.

9- ¿LAS VACUNAS SALVARÁN VIDAS, DISMINUIRÁN INGRESOS HOSPITALARIOS, EVITARÁN CONTAGIOS? ¿QUÉ DICEN LOS INFORMES DE LA FDA?

El criterio de valoración de eficacia más importante será la capacidad de la vacuna para proteger contra enfermedades graves, mortalidad, ingreso hospitalario y transmisión de la infección. Ninguno de los ensayos clínicos presentados –Biontech-Pfizer, Moderna y Astrazéneca-Oxford– ha sido diseñado para conocer si lo evitarían. Dispusimos de flamantes comunicados de prensa, promesas de seguridad y eficacia, sin datos que los respaldaran ni fueran sometidos al escrutinio científico. El problema de la “ciencia por comunicados de prensa” es que solo introduce cacofonía, alimenta la confusión, las medio verdades y el sensacionalismo mediático. Solo ahora han comenzado a publicarse los resultados preliminares en seguridad y eficacia. La población necesita un rayo de esperanza pero también honestidad. La ciencia se basa fundamentalmente en hechos probados y contrastados. La pérdida de confianza social es una grave amenaza para la salud pública.

Lo que dispone la FDA (Agencia Reguladora de EEUU) en los resúmenes hechos públicos es que la efectividad de la vacuna en el futuro dependerá de las características de la pandemia (niveles de incidencia), los niveles de exposición a la carga viral, los cambios en el virus (mutaciones antigénicas significativas) y / o los efectos potenciales de las coinfecciones. Todas estas variables podrían limitar las generalizaciones a las que llegan los resultados de los ensayos. Si bien, en principio, parece evidenciarse una alta eficacia en Covid-19 sintomático, no es posible evaluar si la vacuna tendrá un impacto sobre las secuelas específicas a largo plazo de COVID- 19 en personas infectadas a pesar de la vacunación. Tampoco ha sido posible determinar si estas vacunas podrían ser eficaces contra la infección asintomática y en personas inmunodeprimidas (ej.: VIH/Sida,…). No todas las vacunas parecen ser igualmente efectivas en la población mayor de 60 años. Se necesitarán evaluaciones adicionales para conocer el efecto de la vacuna en la prevención de los efectos a largo plazo del COVID-19, incluidos los datos de los ensayos clínicos y del uso posterior a la autorización de la vacuna. La eficacia frente a la mortalidad o Covid-19 grave solo podrá evaluarse a partir de grandes estudios observacionales. De ahí la recomendación de seguir utilizando medidas de distanciamiento social y mascarillas con el fin de evitar una transmisión continuada significativa.

Aunque no todos los miembros del comité de revisión, asesor de la FDA en la autorización del uso de emergencia, asistieron, fue llamativo que a ninguno de los expertos que votaron en contra (4 frente a 17 síes y 1 abstención), tuvieran la mínima posibilidad de justificar su voto. En líneas generales la negativa se ha basado fundamentalmente en el desinterés para incorporar en la vacunación a menores de 18 años hasta disponer de más datos. La sugerencia de prolongar dos meses más los ensayos antes de la autorización de emergencia, y escalonar la vacunación en lugar de optar por una vacunación masiva, fue desatendida.

10- ¿QUÉ PROBLEMAS PUEDE COMPORTAR LA VACUNA?

Por el momento se han identificado alergias y parálisis de Bell, en principio reversibles pero que requerirán investigación en profundidad. El modo en que han sido lanzadas las vacunas, la velocidad de desarrollo y la vivencia de fracasos con vacunas y tratamientos autorizados como uso de emergencia, es un problema que preocupa cada vez más a las autoridades sanitarias y políticas. Suecia y Noruega vivieron en sus carnes las consecuencias irreparables de una vacuna Pandemrix® contra la gripe HN1A de 2009, que provocó narcolepsia y cataplexia a niños y adolescentes, seis meses después de ser vacunados. Estos niños y adolescentes sufrían episodios de somnolencia diurna y debilidad muscular que les impedía llevar una vida normal. Ahora, algunos de ellos, temen o rehúyen la vacuna contra Covid-19. En el caso de pandemrix, el daño irreversible lo provocó un adyuvante utilizado para potenciar la respuesta inmunitaria.

A medida que se lanza la vacuna, la necesidad de vigilancia en tiempo real en la notificación, registro, seguimiento de cualquier efecto adverso y en epidemiología genómica, es aún más importante. No se ahorrarán esfuerzos en este sentido. Existen directrices claras por parte del conjunto de entidades reguladoras. Suiza parece ser, hasta ahora, el país que optará por retrasar el lanzamiento de vacunas hasta recabar más datos de seguridad y eficacia, también porque carece de un mecanismo de aprobación de uso de emergencia.

Se desconoce la reactividad cruzada entre vacunas. Es decir, en el caso de que una persona no responda a una vacuna específica, ¿se podría administrar otra? Un riesgo a largo plazo, conocido desde los años 60 y demostrado en la vacuna contra el dengue, es la enfermedad potenciada por la vacuna. Es un riesgo no frecuente pero aún muy desconocido pero que se evaluará a fondo en los ensayos clínicos en curso y en estudios observacionales post-aprobación y/o autorización.

La mejor señal recibida en estos informes es que no se ha tratado de ocultar ninguna información relevante de cara a la opinión pública, con independencia de los titulares y comunicados eufóricos. Ahora estamos entrando en la parte más delicada de la pandemia y la gestión de expectativas es vital.

11- ¿SE VISLUMBRA ALGÚN TRATAMIENTO CLARO, EFECTIVO Y UNIVERSAL?

Afortunadamente hay científicos que siguen investigando en tratamientos. De hecho, los Gobiernos y autoridades sanitarias deberían contar con un Plan B. Lo que sabemos que no funcionará nunca es la búsqueda de la inmunidad natural de rebaño. La inmunidad colectiva no se desarrolló contra el cólera, la fiebre amarilla, la viruela, el sarampión, la tuberculosis, la malaria o la peste. Se utilizaron medidas de salud pública para controlarlos hasta que se desarrollaron vacunas o estrategias alternativas de eliminación.

12- LA OMS HA SIDO VARIABLE EN ESTA CRISIS. ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?

La mayor variabilidad se debe a la enorme presión que ha ejercido sobre la OMS la globalización, la geopolítica y los juegos de intereses creados de los que forma parte. La prestigiosa agencia de noticias Associated Press nos quitó la venda de los ojos cuando publicó que el director general de la OMS, Tedros Adhanom, había ocultado la lentitud de China a la hora de proporcionar datos sobre el nuevo virus, no por un interés directo de ocultación sino por una gestión altamente ineficiente. Hubo retrasos de comunicación de al menos dos semanas, que ralentizaron la alerta. Por un estudio científico conocemos que China modificó hasta en 8 ocasiones la definición de casos, lo que modificó completamente la incidencia y mortalidad. Es decir, lo que se cocinaba entre bastidores nunca se dio a conocer a la opinión pública. Solo ahora, 11 meses después, se permite la entrada a un equipo bilateral de investigación OMS-China, para tratar de hallar el origen del virus.

La OMS es una institución necesaria y que ha realizado un gran bien en muchas de sus acciones y estrategias en pro de la salud pública y el medio ambiente. Sin embargo, no todo son luces en su organización; también hay sombras. La OMS ha ido colaborando cada vez más con el sector privado con fines de lucro y, al hacerlo, se encuentra dentro de una vorágine de intereses no siempre encaminados a priorizar la salud por encima de la economía. La asociación entre la OMS y el sector privado ha podido resolver sus problemas de financiación, pero también puede hacer incurrir en riesgos importantes, tanto a la organización como a la salud pública global.

La famosa frase de Tedros, pronunciada el 16 de marzo: “Tenemos un mensaje simple para todos los países: test, test, test”, fue, en realidad, el pistoletazo de salida a una hoja de ruta de privatización, que se reconduce a 2018. Esta pandemia ha servido de ventana de oportunidad para poner en práctica la participación del sector privado en la OMS y como invitación expresa a los Estados Miembros que persiguen involucrar al sector de la sanidad privada en respuesta a la Covid-19. A través de Bill Gates, esta privatización, incluida la fórmula de gobierno mixto público-privado en los sistemas sanitarios de altos, medios y bajos ingresos, ha copado también el desarrollo de vacunas. El efecto es perverso porque bajo el pretexto de “salvar vidas”, en países como África, la vacunación masiva emprendida ha conseguido agravar el problema al generar resistencias al fármaco y seleccionar parásitos cada vez más resistentes a los medicamentos. Nunca escucharemos a Tedros Adhanom o a Bill Gates hablar de la importancia de invertir en sanidad pública, en científicos capacitados, en especialistas en control que vivan y trabajen en las áreas de infección endémica. Existe una hoja de ruta para apoyar la prestación de servicios de salud privados. La OMS, avalada por el Banco Mundial, está trabajando activamente en ello.

13- ¿LO HA HECHO BIEN ALGÚN ESTADO?

Los brotes de SARS (2002-2003), el virus H5NI de la “gripe aviar” (2003-2007), el virus H1N1 de la “gripe porcina” (2009), el MERS (2012+) y el Ébola (2013-2016) dieron lugar a numerosos estudios, que identificaron la necesidad de mejorar los sistemas y procedimientos de gestión de riesgos globales, y recomendaron medidas específicas para detectar, comunicar y controlar rápidamente la amenaza de una pandemia. Es llamativo ver cómo los famosos Planes de Emergencia de la Influenza, no solo no estaban actualizados sino que estaban orientados hacia el modelo vírico del virus AHN1 de 2009. Es como disponer de un sismógrafo capaz de detectar solo terremotos de escala 3 en la escala de Richter. Esta no ha sido una responsabilidad achacable a los países sino a la OMS, a la ECDC y a la Unión Europea. No se trata de decir que este plan debe ser un documento vivo, convenientemente actualizado, sino capaz de responder a la altura del riesgo. Si queremos evitar una catástrofe humanitaria ante futuros virus y/o mutaciones con mayor capacidad letal, debemos cambiar drásticamente el enfoque de control, gestión y supervisión, a muy corto plazo. Errar es humano, perseverar en el error, diabólico. Se puede decir que ha habido una evidente incapacidad (voluntaria o involuntaria) a la hora de modelar la circulación local de COVID-19 de manera preventiva y eficaz.

Aunque me es difícil escoger un país perfecto –quizás porque quien acertó en la primera ola, sucumbió en la segunda–, es posible determinar una mayor aproximación al éxito de la gestión en aquellos países o regiones que se marcaron el objetivo infección-cero. Esto ha salvado vidas y equilibrado el impacto social y económico. Por el contrario, aquéllos que optaron por seguir estrategias reactivas, de mitigación, de responder gradualmente a los niveles de incidencia, fracasaron. Mensajes del tipo “tenemos que aprender a convivir con el virus” es incorrecto porque significa que el objetivo no es eliminarlo. Transferir a los individuos la responsabilidad de la prevención o alejar a segmentos poblacionales de la probabilidad de enfermar o morir, tampoco es acertado. La única vía posible de derrotar un virus como el SARS-CoV-2 es desde el esfuerzo colectivo de toda la sociedad, guiada por el liderazgo científico y respaldado por la totalidad de agentes implicados y comprometidos en la causa. Y es ese esfuerzo colectivo el que debe ser sostenido a partir de mensajes claros acompañados de estímulos sociales, laborales y fiscales. Ante una pandemia de estas características, se debería haber optado por la habilitación de una renta básica universal. Se rescató a la banca ¿por qué no a las personas? Nunca deberían haber existido las colas de la pobreza. Señalo con el dedo directamente al Banco mundial, a la Unión Europea, al Fondo Monetario Internacional, a la Banca Central Europea. Incluso el Presidente del Parlamento Europeo abogó por una cancelación de la deuda, como se hizo en la II Guerra Mundial. Este mundo necesita humanizar la economía. Como afirma el economista Paul Krugman, “debemos ayudar a quienes lo necesitan simplemente porque son seres humanos.”

14- ¿CÓMO HA SIDO LA GESTIÓN SANITARIA DE LA PANDEMIA EN ESPAÑA: GOBIERNO Y CC. AA?

Si nos centramos en la primera ola, la mayor diferencia entre España y otros países vecinos como Alemania, fue la ausencia de una concienciación real del peligro que suponía este nuevo coronavirus. Cuando se compara el discurso y el conocimiento que se tenía ya en enero, es posible ver los desajustes en la percepción del riesgo entre países y expertos. El 14 de enero de 2020 la OMS hizo un comunicado audiovisual en el que alertaba de que este patógeno tenía similitudes con el SARS y el MERS, lo que, en principio, se trasladó a la comunidad mundial como una ventaja por la experiencia pasada. Aún así, España como muchísimos otros países, tendieron a relativizar la situación pensando que el virus se controlaría y no traspasaría fronteras a la velocidad que lo hizo. En el caso de España, los datos no respondían a un estado de alarma máximo. Ese fue el principal error, al sobreestimarse la capacidad de vigilancia epidemiológica y subestimarse el margen de error que podría provenir de la propagación silenciosa asintomática, rara en el SARS pero frecuente en el MERS. España carecía de una infraestructura fuerte en salud pública y había padecido una progresiva desfinanciación de la sanidad pública –no únicamente achacable al PIB, sino al flujo de los presupuestos de sanidad hacia la sanidad privada, a través, por ejemplo de conciertos llevados a cabo por numerosas CC.AA–. Se recortaron gastos sanitarios en camas y personal. Se depreció la prevención y la investigación. Teníamos un plan pandémico inadecuado. Todo esto fue debilitando la dotación de recursos profesionales especializados y la capacidad hospitalaria (número de camas, tecnologías y equipos). En realidad disponíamos de un sistema sanitario que trabajaba al límite, y a base de voluntarismo profesional. Esta pandemia nos ha hecho darnos cuenta de que nuestra estructura organizativa no es capaz de soportar una presión de las características de este virus. Si a esto le sumamos una oposición que no ha sabido ni querido remar en una dirección perfectamente coordinada con la ciencia, el resultado no podía ser diferente al que tenemos. La mejor decisión gubernamental en el caso de España fue ordenar el confinamiento porque salvó muchas vidas. La peor decisión provino de las propias CC.AA., al romper el acuerdo del estado de alarma y pensar que era viable una desescalada anticipada. Como Alemania, Suiza o Bélgica, España ha visto mermada su capacidad para armonizar medidas y actuaciones en línea de máximos y no de mínimos. El precio de esta desarmonización lo hemos pagado muy caro.

15- MADRID Y CATALUNYA, DOS GESTIONES MUY PARECIDAS, ¿SUPONEN ALGUNA SINGULARIDAD?

No puede haber singularidad cuando el sustrato es ideológicamente idéntico, esto es, neoliberal. Sus estrategias, muy alejadas de la evidencia científica, se han basado más en enfoques de encendido y apagado que en un plan destinado a conseguir el ideal de infección-cero, como hicieran en su momento países como Taiwán, Nueva Zelanda o el Estado de Victoria en Australia. Esto habría evitado muertes y secuelas. Si a ello se le suma el progresivo desmantelamiento de la sanidad pública y la salud pública a favor de la privatización sanitaria y socio-sanitaria, el efecto es aún más dantesco. Según los datos recabados del ISDI, Cataluña es la comunidad autónoma que más dinero destina a conciertos a través de la fórmula de colaboración privada-pública (2.832 millones) seguida de Madrid (846 millones), muy por encima del gasto sanitario público. Es decir, en el caso de Catalunya, se estaría hablando de un gasto estimado en sanidad privada, incluidos los conciertos, situado en un 51,2%. En Madrid, en un 41,5%. Por lo que se refiere al número de camas hospitalarias, Cataluña, Madrid y Andalucía son las comunidades que cuentan con un mayor número de hospitales y camas privadas, concentrando el 43,4% de los hospitales privados y el 41,7% de las camas privadas del resto del país. Esta privatización las ha hecho aún más vulnerables porque otro de los grandes déficits de lo privado es que no siempre dispone de una infraestructura y dotación equiparable a los centros públicos. Existe una menor voluntad de inversión, por así decir, porque su objetivo es otro. Madrid y Catalunya deberían preguntarse cuál ha sido su objetivo: ¿mantener la actividad económica o mantener la salud? Lejos de entonar un mea culpa por la pésima gestión de la pandemia, los gobiernos de Madrid y Catalunya han optado por eludir sus propias responsabilidades ante la opinión pública. No ha habido transparencia. Sí, en cambio, mucha opacidad. Desconocemos sus comités asesores, las actas de las reuniones y de las decisiones tomadas.

Ambas comunidades han ido de la mano en todo, incluso a la hora de redactar borradores de veto y/o recomendación de no ingreso hospitalario a mayores de 80 años. Recientemente leí en un boletín del Departament de Salut que, en una de las enésimas residencias intervenidas, no todos los residentes fueron derivados al hospital para no colapsar al sistema. Amnistía Internacional ha denunciado hasta la violación de cinco derechos humanos en residencias de mayores de Catalunya y Madrid que atentaban contra la dignidad, privacidad, discriminación, muerte digna y ausencia de acompañamiento familiar adaptado. Espero que la fiscalía aporte las pruebas necesarias a la justicia. Se lo debemos a las víctimas y a sus familiares. La indiferencia ante la muerte, al sufrimiento, es la forma más terrible y permanente de la crueldad.

16- ¿QUÉ HA FALLADO? ¿LA RESPONSABILIDAD CIUDADANA, O LA DEL ESTADO?

Cuando cada 15 segundos muere una persona por Covid-19 en Europa, y la mayor porcentual de muertes recae en la población más vulnerable por cuestión de edad, raza y clase social, lo que ha fallado, es, ante todo, nuestra humanidad. En España los brotes de mayor tamaño se siguen produciendo en residencias de mayores. Eso no es ética ni moralmente aceptable. En toda pandemia de un virus infeccioso, transmisible, letal, y de secuelas no siempre reversibles, la ciencia es la única brújula independiente en la toma de decisiones políticas y de salud pública. Ninguna pandemia es un destino inevitable, siempre y cuando su abordaje se asuma de modo unidireccional, colaborativo y co-responsable. Es imposible proteger a las personas más vulnerables cuando la incidencia abarca a todos los grupos poblacionales. Es en este punto cuando los condenamos a muerte. Creo que el mensaje más erróneo que se ha transmitido, aparte de aprender a convivir con el virus, es enfocar todo el mensaje comunicativo en salud pública desde el plano de la supervivencia. Ésta no debe ser el único objetivo porque sabemos que Covid-19 puede generar secuelas importantes a nivel neurológico, cardiológico, pulmonar o renal. De hecho, cuando trasladas el mensaje de que la estadística de mortalidad aglutina prevalentemente a las personas mayores, el mensaje subliminal captado por los jóvenes es: ‘Ah, bien, soy joven y saludable, no pasa nada si me infecto’. Nada más lejos de la realidad. Un porcentaje nada desdeñable de jóvenes sufre una tormenta de síntomas diabólicamente persistente, que incluye fatiga crónica, dificultad para respirar, fiebres oscilantes, problemas gastrointestinales, pérdida del sentido del olfato, alucinaciones, pérdida de la memoria a corto plazo, venas abultadas, hematomas, problemas ginecológicos y palpitaciones. Al principio parecía que el virus solo afectaría a los adultos mayores, haciendo que los más jóvenes pensaran que eran invencibles.

No sabemos mucho de las secuelas a largo plazo, por eso tenemos que prevenir todos los contagios incluso si los síntomas son leves. La investigación está viendo que gente con síntomas leves, incluso niños, están teniendo secuelas. Es fundamental brindar apoyo al paciente post-Covid integrándolo en programas específicos de rehabilitación y acompañamiento psico-emocional. El Reino Unido lo está haciendo.

Los virus tienen el potencial de multiplicarse exponencialmente. Si las personas no se dan cuenta de esto, reaccionan sorprendidas o incluso abrumadas cuando el número de casos aumenta de manera drástica o incluso explosiva. Comprender estas relaciones es particularmente importante por parte de la política a la hora de decidir en una etapa temprana sobre las medidas para evitar un crecimiento exponencial e incontrolable. Sin embargo, la comprensión de esto también debe difundirse en la sociedad; de lo contrario, la política pierde inevitablemente la confianza y la aprobación.

Pongo un ejemplo. Si tratara de responder a la pregunta ¿cuánto tiempo cree que pasaría antes de que la enfermedad colapse al Servicio Nacional de Salud?, para una organización con más de 100.000 camas de hospital (Catalunya tiene 107.484), puede parecer que hay mucho tiempo ¿meses? ¿años? –antes de que esta condición exija incluso una décima parte de la capacidad. Pero no si nos damos cuenta de que se trata de un crecimiento exponencial. Duplicar cada 3 días desde el 23 de diciembre nos llevaría de unos 50 casos, a 100, a 200, a 400, a 800, a 1,600, a 3,200, a 6,400 a 12,800 para el 24 de enero. El crecimiento exponencial será rápido, incluso si ahora es lento pero el número de muertes será enorme.

Cuando hablamos de responsabilidad ciudadana, pienso que no se debe deslindar de la responsabilidad política de las autoridades sanitarias responsables de la toma de decisiones a máximo nivel. Se está cometiendo un abuso cuando se dice que no se aplican medidas correctas porque no se tiene tanto dinero como Alemania o Francia.

17- ¿LAS FAKE NEWS HAN SIDO IMPORTANTES?

Las fake news son, en sí mismas, un arma de destrucción masiva. Son altamente tóxicas, pervierten la verdad, socavan las democracias y pueden cambiar la dirección y el alcance de la toma de decisiones. Hemos sido testigos de las implicaciones que tuvieron las fake news en la ralentización de medidas contra el cambio climático, o la contaminación atmosférica. Aplicado a la Covid-19, la exposición continuada a noticias falsas es un acelerante destinado a modelar las creencias, actitudes y comportamientos de las personas, y a distorsionar su percepción sobre el virus. El nivel de confianza de la población en los científicos determina, en gran medida, el éxito o el fracaso del seguimiento de las medidas establecidas fruto del consenso de la evidencia científica disponible. Una fake news, al contrario que una noticia periodística, no se acompaña de ningún filtro que lo respalde. El problema de la falsificación de la verdad es el grado de sofisticación que puede llegar a alcanzar. No es lo mismo una noticia falsa emitida desde el anonimato, que desde voces con cierta autoridad. Investigaciones de psicología cognitiva que han analizado su efecto en la percepción social del virus, descubrieron que las fake news incrementan su impacto y adhesión cuando se ideologizan. Llevar mascarilla significaba automáticamente renunciar a la libertad, un destructor de la economía. No llevarla, ser una persona leal al espíritu de la libertad individual y de la economía. El negacionismo diseñado por la derecha y extrema-derecha neoliberal se ha afanado en difundir que la Covid-19 era una estafa, un virus banal, equiparable al más común de los resfriados.

Ninguna pandemia en la historia ha provocado una polarización y un sentimiento anti-ciencia tan extremo en la opinión pública como el Covid-19. Hemos asistido a una auténtica batalla campal contra la libertad de expresión y el trabajo de numerosos expertos y asesores científicos. La independencia científica ha pagado un alto precio que se ha visto traducido en amenazas de muerte y acosos derivados de las declaraciones de expertos de alto perfil. La ciencia se basa en hechos y conocimientos confirmados. Una enfermedad infecciosa como Covid-19 no puede ser maquillada ni embellecida. Es posible diseñar una comunicación constructiva en salud pública pero basada siempre en la verdad, por muy dolorosa que pueda ser. La falsificación de los hechos ha conducido a estériles debates más ideológicos que científicos. La visión científica no se ha analizado objetiva y fríamente sino que ha sido enjuiciada y desacreditada en función de intereses y presiones partidistas y economicistas. Ha pesado mucho más, en ocasiones, la visceralidad emocional que la racionalidad y la humanidad.

18- ¿QUÉ EXPLICA EL VIRUS SOBRE LA SANIDAD PÚBLICA EN ESPAÑA?

Entre 2011 y 2018, mediante el Semestre Europeo, la Comisión Europea presentó 63 peticiones a Estados miembros individuales, incluida España, para que sus Gobiernos recortaran el gasto en sanidad o externalizaran o privatizaran servicios sanitarios. Pese a todo ello, estamos vivos gracias a la sanidad pública.

Es preciso eliminar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, responsable de impedir a los Estados miembros financiar adecuadamente sus servicios sanitarios. Contrariamente, se ha impulsado la agenda de privatizaciones. Lo que ha contribuido a la pésima respuesta de la Unión a la pandemia de COVID-19. Con todo, y conocidos los precedentes y la privatización de infraestructura y digitalización impuestos por los fondos de recuperación, espero que la Unión Europea no adquiera competencias sanitarias que puedan hacer peligrar la soberanía de los estados en sanidad e investigación públicas. Es necesario romper con las políticas de austeridad, privatización y desregulación que han devastado los sistemas sanitarios y han perjudicado a los profesionales.

19- ¿QUÉ EXPLICA EL VIRUS SOBRE LA SANIDAD PRIVADA EN ESPAÑA?

La sanidad privada se mueve en pos del lucro y contempla la salud como un negocio. Covid-19 representa la gallina de los huevos de oro –un business altamente rentable porque se alimenta del umbral de lo desconocido, del miedo a enfermar, a perder el empleo o a renunciar a cuotas de libertad. Esto ha llevado a la sanidad, mutuas y seguros privados a ampliar la cartera de servicios a asegurados y no asegurados, a precio, eso sí, de oro. A modo de ejemplo, Quirónsalud ofrece la posibilidad de realizar pruebas de detección de Covid-19 sin “necesidad de prescripción médica”. Lo que contraviene las recomendaciones en salud pública, la evidencia científica, distorsiona el mapa real de infecciones y genera una falsa sensación de seguridad. Test COVID-19 “Precios especiales por ser de la familia de Quirónsalud. Disfruta de los tuyos estas Navidades con mayor tranquilidad”, es el eslogan publicitario de este grupo privado. Los precios especiales de los test son: PCR: 98€, antígenos: 45€ y serológico: 40€. En el caso de no poseer un seguro que cubra estas pruebas, los precios se incrementan a 125€ (PCR) y 60€ (serología y antígeno).

20- ¿VENDRÁN MÁS VIRUS?

Recientemente el Ipbes, un organismo intergubernamental independiente, dedicado al estudio de la diversidad biológica y el ecosistema, publicó el informe Escapando a la era de las pandemias. Apoyándose en la mejor evidencia disponible, los expertos señalan que entre 631.000 y 827.000 de virus desconocidos en la naturaleza aún podrían infectar a las personas. Si no se tomen medidas drásticas, advierten, se avecinan peores crisis a nivel de morbilidad, mortalidad y pobreza. Al mismo tiempo, si nos atenemos a alguna de sus causas, como el calentamiento global y la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad, es fundamental que los gobiernos dejen de pensar en medidas a medio y largo plazo. Si nuestro objetivo es reducir las emisiones de carbono de manera escalonada, quizás en 2030 y 2050 no solo no habremos evitado el desastre climático sino que los esfuerzos realizados por evitar el calentamiento global hayan sido inútiles. Durante el tiempo de confinamiento, la caída de las emisiones de CO2 fue un espejismo, algo meramente temporal. Mientras, la mayoría de países recurrió a la utilización de combustibles fósiles baratos para reactivar sus economías. Nuestro planeta es resultado directo de nuestras decisiones –gubernamentales, regionales, locales, colectivas e individuales. Covid-19 no ha sido una película como Contagio. Tampoco lo fueron los virus de la Hepatitis C, el VIH-Sida, el SARS, el MERS, nuestras gripe A y B, nada banales. No es ciencia ficción. Es necesario que la OMS, Naciones Unidas, la Unión Europea, los gobiernos transmitan a la sociedad los riesgos e impactos reales de aplazar las decisiones. A modo de ejemplo, la liberación descontrolada de metano es equiparable al daño por el uso de combustibles fósiles. El derrame, en mayo de 2020, de 21.000 toneladas de diésel de Norilsk Nickel, el principal productor mundial de níquel, paladio, platino y cobre, constituye uno de los mayores desastres ecológicos de nuestra era. Su propietario, el empresario multimillonario Vladimir Potanin, ha debido pagar una multa de 2 mil millones de dólares. Nada comparable al daño causado porque el deshielo del Ártico y la muerte de millones de animales es irreversible. La gran paradoja es que el cobre (esencial para los sistemas de energía verde) o el paladio (utilizado en el diseño de dispositivos de control de la contaminación de automóviles y camiones) tienen un papel protagonista en una economía sin carbono.

21- ¿EL NEOLIBERALISMO HA TOMADO NOTA DE ESTA CRISIS? ¿CAMBIARÁ?

El neoliberalismo, la principal filosofía económica del mundo, es responsable directo del surgimiento del Ébola y de sus secuelas. Lo mismo podríamos decir del virus de Nipah, del virus del Nilo Occidental, del virus del Sida y de tantos otros. La lista es inmensa. Cada una de las pandemias y brotes se hallan contextualizados en geografías socioeconómicas específicas. Esta corriente ideológica y económica imperante lo único que hace es reproducir hasta el infinito el mismo paradigma de enfermedad, destrucción y muerte. Nada de lo que acontece es nunca por azar. Todos y cada uno de estos factores –aniquilación de medios de subsistencia agrícolas, extinción de especies, privatización encaminada a desposeer a la población del acceso equitativo a bienes y recursos, desregularización de bienes y activos del Estado de acuerdo a los intereses del mercado, austeridad– son el germen de la “violencia estructural” neoliberal, y que ha derivado en la dramática situación en la que nos encontramos. En 2011-2016, se llevó a cabo un proyecto independiente multidisciplinar –Dynamic Drivers of Disease in Africa– para entender las causas subyacentes al patrón de determinadas enfermedades zoonóticas en el continente africano. Sus conclusiones no dejaban lugar a dudas. Más que de Ébola, deberíamos hablar de Ébola Neoliberal. Ahora, de Covid-19 Neoliberal.

Un llamamiento que debería llevarnos a una reflexión profunda es que los países más desarrollados y ricos son los que han evidenciado una mayor vulnerabilidad a la pandemia Covid-19. Tomando como punto de referencia solo la variable de la edad, la probabilidad de sobrevivir a covid-19 es diez veces superior si viviéramos en Uganda que en Italia o Reino Unido, por ejemplo. Toda acción política marca la vida y muerte de los ciudadanos y la desigualdad social enferma y mata. Los incrementos en la mortalidad son, al menos en parte, una consecuencia directa de las medidas de austeridad impulsadas por la UE y los gobiernos. Ésta es la gran conclusión que se desprende de un estudio publicado en octubre de 2020 en el British Medical Journal(BMJ), que ha analizado hasta 10 causas de mortalidad en el Reino Unido durante el periodo de 1981 a 2017. Una vez más se constata que la muerte se anticipa y ceba siempre en las clases sociales más desfavorecidas. Una mayor privación socioeconómica junto con la vulnerabilidad adicional creada por una combinación del arrastre histórico inmovilista a la hora de revertir la formulación de políticas adversas y el estancamiento o empeoramiento de las condiciones de vida por la austeridad conducen a una muerte prematura. Sabemos a ciencia cierta que un aumento del 10% en el gasto privado en salud, por ejemplo, resulta en un aumento del 4.85% en los casos de COVID-19. Otros estudios, realizados en Canadá, que evaluaron la asociación entre las diferentes características de los hogares de ancianos y los brotes y resultados de COVID-19, hallaron que la condición de lucro de las residencias se asocia directamente tanto a la magnitud del brote como al número de muertes de residentes. Canadá se situó en cifras superiores al 80%.

Todo estos son elementos que pueden recrudecerse en esta y futuras pandemias, si no se pone fin a este modelo capitalista genocida. En esta encrucijada, la humanidad “tendrá que aceptar el hecho duro de que, quizá contrariamente a tiempos pasados, hay un solo futuro para toda ella, pues, de no aceptarlo, no habrá ninguno”, como dijo Nikolaas Tinbergen, Premio Nobel de Medicina en 1973.

MC

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