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REYES IMPUNES

Narciso Isa Conde

Si en la trama del anunciado golpe a la banda de Cesar el Abusador no aparecen sus protectores y cómplices políticos, policiales y militares, estamos frente a una operación chueca que evade la raíz de esa asociación delictiva estatal-privada.

Porque si antes, cuando Balaguer, jefes militares beneficiarios de ese tipo de alianza aportaban represión y apoyo a la reelección a cambio de privilegios (“la comida del boa”), ahora los jefes militares pro-peledeistas aportan sumas cuantiosas a cambio de cargos y prácticas que le posibilitan ampliar sus capitales sucios y auto-protegerse.

Igual hacen capos civiles  y empresarios beneficiarios de conexiones similares, quienes financian campañas y engordan políticos corruptos que terminan convirtiendo al presidente de turno y a cúpulas de partidos gobernantes en garantes de impunidad judicial dentro de un sistema de complicidades expuesto a los chantajes de unos contra otros.

Claro que estas prácticas no son exclusivas del  gobierno actual, sino que con mecanismos diferentes y desarrollos distintos, han sido previamente asumidas por primero por Balaguer, luego por Leonel Fernández e Hipólito Mejía después y ahora por Danilo Medina.

La relación primaria se crea alrededor del despacho presidencial, privilegiando lealtades en su entorno, a las que se le delega discrecionalmente el poder sobre las instituciones que comandan.

 El monarca político selecciona al margen de ley orgánica y capacidades profesionales a sus cortesanos policiales y militares a cargo de manipular las instituciones castrenses y facilita  su relación con  la cúpula empresarial, “haciéndose el sueco” respecto a narcos-conexiones de alta rentabilidad.

Militares que fueron afines a otras facciones de la partidocracia o con posiciones propias e independientes, son frecuentemente puestos en retiro o arrinconados en puestos de escasa importancia, para darles paso a promociones que puede ser más leales a los jefes designados por el Ejecutivo.

Personas valiosas son sacrificadas, retiradas, marginadas por el interés de controlar posiciones claves que permiten favorecer el enriquecimiento mal habido con los menores obstáculos internos. Quien no es funcional a esos despropósitos, por más méritos que tenga, dura poco en cargos importantes, más si se trata de la PN, DICAM, DNCD y DNI, DICAM, J2, CEFRONT…

Entre esas elites militares y jefes de la partidocracia corrompida se estila incluso “limpiar” mandos claves de “cuerpos extraños” a sus espurias metas.

Y una cosa es ley: no existen narco-bandas sin protección política, militar, policial y empresarial. La del Abusador no es excepción. El ocultamiento del verdadero rey y los príncipes de la impunidad es evidente.

MC

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