Narciso Isa Conde
El curso de la pandemia aquí ha estado condicionado por decisiones políticas y directrices económicas de la clase dominante-gobernante, vía gobiernos y congresos del PLD y el PRM. Los intereses del gran capital han dirigido la orquesta, relegando el derecho a la salud del pueblo, sensiblemente deteriorada desde antes de la COVID 19.
Eso no es exclusivo de este país. La Covid 19 -además de todo lo que es como virosis (ya inducida, ya manipulada)- es un hecho político en una sociedad humana empobrecida y enferma, azotada por el capitalismo neoliberal en decadencia; sistema, en el que la salud no es derecho, si no un negociazo.
Aquí la expansión inicial de la pandemia tuvo que ver con el empeño del gobierno y del gran capital privado de preservar el botín empresarial del turismo, negándose a cerrar puertos y aeropuertos. Esa impronta de las elites capitalistas del sector turismo ha cruzado los 15 meses de pandemia, acompañada de otros intereses espurios derivados de la asociación delictiva entre partidocracia y lumpen-burguesía transnacional y local; ahora con obvia supremacía de los magnates del CONEP, Cámara Minera y Cámara Americana en las decisiones de Estado.
El primer rebrote fue causado por los comicios del 20 y las irresponsables campañas electorales a cargo de la partidocracia, aplaudidas por CONEP. El segundo, por una apertura económica precipitada, pésimamente manejada por el cogollo gubernamental y sus gabinetes económicos y de salud. El tercero, que es el actual, estuvo determinado por el empecinamiento presidencial-empresarial en una apertura económica exagerada y el consiguiente relajamiento de medidas anti-Covid (reducción de controles y pruebas incluidos, desmonte de instalaciones y riendas sueltas al afán de lucro de las ARS y otras empresas privadas).
Todo esto movido por el interés de presentar una falsa normalidad y un inconsistente auge de la economía que descontrolan todas las medidas anti-Covid, agravan la crisis sanitaria y potencian las periódicas y agresivas olas de un virus en constante expansión, mutación y generación de cepas cada vez más peligrosas; que incluso pueden afectar el impacto positivo de la vacunación.
En cada rebrote las culpas gubernamentales han sido ocultadas con pérfidas campañas que responsabilizan al pueblo y a su juventud del desastre sanitario, de la expansión del contagio y la enfermedad y del incremento de las muertes y sufrimientos; como si el hacinamiento, el resentimiento social, la ignorancia, la subcultura banal, presentes en una parte de la sociedad e impuestas por los de arriba -junto la ausencia de procesos educativos, los contrastes sociales ofensivos y los malos ejemplos- fueran culpas de los de abajo. ¡Canallas!