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Colin Powell, el «bueno» que contribuyó a destruir un país

Marc Vandepitte

Fuente: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

La verdad es la primera víctima de la guerra, lo cual nunca ha sido tan evidente como en la vida de Colin Powell, ex-Secretario de Estado y exgeneral de alto rango de Estados Unidos. Tenía la imagen de una paloma, pero tras ella se ocultaban crímenes de guerra.

Colin Powell ha muerto a los 84 años. Powell fue asesor de seguridad nacional de Ronald Reagan y la primera persona negra en ser comandante en jefe del ejército estadounidense. En 2001 se convirtió en el primer Secretario de Estado negro del país.

En lo personal se le describía como una persona “simpática” y “agradable”. También fue un modelo para muchas personas negras. Todo esto puede ser cierto, pero no le impide tener un historial extremadamente sangriento, repleto de crímenes de guerra.

En 1968, cuando Powell tenía 31 años, se le encargó investigar la masacre de My Lai en Vietnam en la que entre 350 y 500 personas civiles desarmadas, mujeres y niños incluidos, fueron asesinadas por soldados estadounidenses. Powell encubrió la masacre y escribió en su informe que «las relaciones entre los soldados de la División Estadounidense y el pueblo vietnamita son excelentes».

En la década de 1980 Colin Powell fue uno de los principales generales que armaron y adiestraron al ejército de El Salvador y los escuadrones de la muerte. Ambos fueron responsables de la matanza de entre 75.000 y 80.000 salvadoreños. En 1989 se le encomendó la invasión de Panamá.

Sobre todo se le conoce por el famoso discurso que pronunció en 2003 ante el Consejo de Seguridad de la ONU en el que afirmó tener pruebas de que Sadam Husséin, el dirigente de Irak en aquel momento, tenía armas de destrucción masiva. El objetivo de esa mentira flagrante era conseguir que la opinión pública estuviera a favor de invadir Irak.

La invasión y la guerra y la guerra civil que vinieron a continuación devastaron totalmente el país y acabaron con la vida de unos 300.000 iraquíes, en su mayoría civiles.

Sin duda Powell no era el principal halcón del gobierno Bush en aquel momento, pero puede que fuera el único que podría haber detenido una invasión. Se podría haber negado a difundir en la ONU esa flagrante mentira. Casi con toda seguridad habría tenido que dimitir en aquel momento, pero quizá otros altos cargos le habrían secundado y los dirigentes de gobiernos de otros países se habrían opuesto a la invasión.

Muntadher Alzaidi, el periodista iraquí que se hizo famoso en todo el mundo por arrojar un zapato a la cabeza del presidente Bush, expresó en un tweet su tristeza por el hecho de que Powell no haya comparecido ante un tribunal de crímenes de guerra por el papel fundamental que desempeñó en la invasión de Irak. “Estoy seguro de que le espera el tribunal de Dios”, escribió.

MC

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