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Colombia: un país que ha vivido sumido en el miedo

Gabriel Benavides

Fuente: Kaos en la Red

Durante los últimos 20 años Colombia no ha conocido un momento de tranquilidad, cinco períodos presidenciales, donde en cuatro de ellos ha sido Álvaro Uribe protagonista de la historia, en nombre propio y en cuerpo ajeno, un hombre ligado al narcotráfico, destituido de la Alcaldía de Medellín por sus presuntos nexos con los carteles del narcotráfico, que salió de la Aeronáutica Civil señalado de entregar pistas y ocultar viajes del narcotráfico. Un hombre que junto a su hermano ha sido señalado de ser promotor y fundador de grupos paramilitares. Que gobernó por ocho años de la mano de Congresistas aliados del paramilitarismo, y le entregó el país a las mafias para garantizar su Estado de Opinión.

Esa Colombia que durante ocho años soportó los Crímenes de Estado, mal llamados Falsos Positivos, asesinatos ejecutados por la Fuerza Pública, fue la misma que eligió a Juan Manuel Santos, siendo el que decía Uribe, para desgracia de Uribe y para beneficio de la sociedad, Santos se separa de Uribe y decide dar un paso hacia un Acuerdo de Paz con las FARC, lo que lo hace merecedor del odio de todo el uribismo, quien lo considera traicionero. Y ocho años después eligió a otro “buen muchacho” que seguía con juicio y sin la menor intensión de alejarse del redil uribista, esa Colombia voto mayoritariamente por Iván Duque, mejor conocido por la sociedad colombiana e internacional, como “El Títere”, pues no hace nada sin ser consultado y aprobado previamente por su jefe, Uribe.

En este momento Colombia afronta una nueva elección y claro, una vez más Uribe tiene su caballo en la arena, con todas las garantías de ser obediente si llega a la Casa de Nari (como llamaban los paramilitares amigos del régimen a la Casa Presidencial), ya pasó por la Alcaldía de Medellín, donde de la mano del mismo Uribe impuso la Seguridad Democrática, que no es más que un amalgamamiento de la institución con grupos paramilitares para mantener bajo control los crímenes a cambio de prebendas económicas y beneficios, así como se demostró en el caso de Medellín con Gustavo Villegas quien logró establecer lazos comunicacionales efectivos entre el despacho de Federico, alias Fico Gutiérrez y la Oficina de Envigado.

Pero contrario a lo acontecido en los últimos 20 años, las cosas para Álvaro Uribe no están nada fácil, las encuestas y las diferentes mediciones dan por ganador a su eterno contradictor, al hoy Senador Gustavo Petro, un ex militante de la guerrilla del M-19, un movimiento insurgente nacionalista que abandonó la lucha armada y entró a la lucha electoral desde 1990, quién lleva recorriendo el país de punta a punta los últimos ocho años, y que se atrevió a proponer de fórmula presidencial a una mujer, víctima de la violencia, defensora de los derechos humanos y para desgracia de la mal llamada “aristocracia” colombiana (pues no son más que unos ricachones que usurparon tierras y se han robado el dinero del Estado, desde siempre) negra. Una mujer, pobre y negra, puede llegar a ser la vicepresidente de esta sociedad (en gran parte) arribista, camandulera y paraca.

Los poderes económicos han intentado de todo para frenar el avance de Petro en las encuestas, al ser dueños de los Medios de Comunicación, establecieron como línea editorial un ataque permanente contra la persona del candidato y las propuestas, incluso llegando a atacar a su círculo familiar, sin importar si para esto debían recurrir a entrampamientos, engaños, fake news y hasta Fico news.

Esta estrategia no les ha dado el resultado esperado, pues al igual que el Congreso, los medios de comunicación en Colombia gozan de enorme desprestigio en la sociedad y a pesar del gran esfuerzo que hacen personajes que están detrás de los micrófonos como Nestor Morales, Vicky Davila, Luis Carlos Vélez, Darcy Quinn y Felipe Zuleta, y unos más, de pequeño alcance, como Manuel Salazar y otros, pues no les ha alcanzado, a tal punto que han tenido que tomar al títere, es decir al que dice ser el Presidente de Colombia, a Iván Duque, para atacar directamente al candidato Petro. Pero si se entiende que Duque tiene una desfavorabilidad del 80% pues es claro que lo que diga o no diga, no impacta a nadie, aunque es claro que está haciendo trizas la Constitución Política, pues a diferencia de otros países, en Colombia el Presidente en funciones no puede participar en política electoral, como lo ha estado haciendo Duque de forma desesperada.

Ante las últimas encuestas, donde la extrema derecha pensaba que Petro bajaría en la aceptación social, tras los “escándalos” que montaron algunos medios por la visita que hizo el hermano del candidato a una cárcel en Colombia, para desarrollar labores encaminadas a la defensa de los DDHH de la comunidad carcelaria, y al enfrentarse al resultado que era evidentemente contrario al esperado por los mercachifles del poder en Colombia, optaron por usar otra de sus fichas, las siempre fieles al establecimiento y a la extrema derecha, las Fuerzas Armadas, las mismas que asesinaron a 6402 jóvenes durante los ocho años de gobierno de Uribe, las mismas que asesinaron a más de cien personas durante las protestas en el marco del Paro Nacional en 2021 y dejaron ciegas y con lesiones de por vida a otro centenar e hirieron a miles de personas que se atrevieron a protestar contra las políticas neoliberales de Duque/Uribe.

Esas Fuerzas Armadas, que según la Constitución no pueden participar en política y menos en la política electoral, salieron a la arena electoral y con “ruido de sables” el Comandante de las Fuerzas Armadas, el mismo que defendió los Crímenes de Estado en Putumayo recientemente, donde asesinaron campesinos indefensos, el mismo que ofreció condolencias públicas por la muerte de un sicario del narcotráfico, el mismo que restableció los Crímenes de Estado como doctrina militar apropiada, sin el menor sonrojo atacó políticamente al candidato Petro y lo amenazó, lanzando sus berridos castrenses, diciendo que (en un posible gobierno de Petro) quedarían muchos Zapateiros.

Ante el poco asombro que aún queda en Colombia por la actuación del pelele que ocupa la Casa de Nariño, pues se quemó este último cartucho y la sociedad siente nuevamente pena ajena, esa pena colectiva, esa que nos acompaña cada vez que viajamos y presentamos nuestro pasaporte, el Títere, pisoteando la Constitución que dice defender, respaldó al Comandante Zapateiro, dejando claro que si en Colombia no gana el que diga Uribe, las Fuerzas Armadas levantan sus armas contra el pueblo, para garantizar que el narcoparaestado siga gobernando.

MC

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