Opinión Opinión Mundo

Estados Unidos ante dos enemigos: el externo y el interno, más temible aún

Álvaro Verzi Rangel

Fuente: Rebelión

Rusia va ganando la guerra económica que le impuso la dupla Estados Unidos-Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que hoy controla a una irreconocible y devaluada Unión Europa, cuando el petróleo y el gas se han disparado a la estratósfera, mientras el presidente estadounidense Joe Biden atribuye a la guerra de Vladmir Putin en Ucrania la emergencia energética estadounidense, que pone en riesgo el abastecimiento de electricidad a su país, a cinco meses de las elecciones intermedias. 

El ataque en forma de bloqueo económico a Rusia, una nación que juega fuerte en la órbita geopolítica parece ser en realidad la Primera Guerra Mundial Económica, que afecta también a los países que han desatado el ataque, así como al resto del mundo.

La canciller alemana Annalena Baerbock, declaró dos semanas atrás que “hay una amenaza de hambre brutal” y culpó a Rusia, para deslindarse de la responsabilidad que le cabe a la guerra económica declarada por la OTAN y Washington.

Más allá de las manipuladas versiones sobre la marcha de la guerra en Ucrania que desvía la atención de la ciudadanía de los reales problemas, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS) alertó sobre posibles detonantes de la violencia extremista en el país, en los próximos seis meses, poniendo como causales la inminente decisión de la Suprema Corte sobre el aborto, el aumento de las llegadas de migrantes en la frontera con México y las elecciones legislativas intermedias.

El DHS  llama así la atención sobre la amenaza que supone el extremismo violento doméstico, un cambio respecto de las alertas sobre el terrorismo internacional que fueron una seña de identidad de la agencia, tras su creación después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. 

De hecho, las amenazas procedentes del extranjero sólo se mencionan de pasada en este boletín, el cual señala que partidarios de la red Al Qaeda están detrás del enfrentamiento del pasado enero en una sinagoga de Colleyville, Texas. Y menciona que el grupo extremista Estado Islámico llamó a sus partidarios a perpetrar ataques en Estados Unidos para vengar los asesinatos del líder y el portavoz del grupo.

El DHS también advirtió que China, Rusia, Irán y otras naciones tratan de fomentar la división en Estados Unidos para debilitar al país y su posición en el mundo. En parte, lo hacen ampliando las teorías de conspiración y los informes falsos que proliferan en la sociedad estadounidense. Pero los estadounidenses no necesitan ayuda externa para fomentar la división, incrementada desde el gobierno de Donald Trump.

Para el organismo de seguridad, los extremistas internos representan la amenaza más apremiante y potencialmente violenta, como el ataque de un hombre blanco que mató a 10 personas de raza negra en un supermercado de Buffalo, Nueva York, en mayo. 

Añade el DHS que es probable que aumenten los llamados a la violencia de extremistas autóctonos dirigidos a las instituciones democráticas, candidatos y trabajadores electorales y destaca que en foros de Internet se ha elogiado el tiroteo masivo en la escuela primaria de Uvalde, Texas, y se ha incitado a cometer ataques similares.

Ucrania y la guerra tóxica

En un primer momento, Biden temía que una asistencia demasiado directa a Ucrania precipitara una Tercera Guerra Mundial, pero ahora parece tener la convicción de que había sobrestimado la potencia militar rusa. Así, se suma a los republicanos neoconservadores para quienes toda concesión al expansionismo de Putin “equivaldría a pagarle a un caníbal para que nos coma en último lugar”. 

La apuesta estadounidense es tal que, dirigiéndose a los obreros de Lockheed-Martin que fabrican en Alabama los misiles antitanque Javelin cuya temible eficacia han experimentado numerosos tanques rusos, Biden se regocijó de que “los ucranianos nombran Javelin o Javelina a sus recién nacidos”, señala Serge Halimi, director de Le Monde diplomatique, quien añade que Europa parece pasiva, y “por el momento, son los ventrílocuos de Washington quienes dirigen el baile en el Viejo Continente”.

El economista estadounidense Michael Hudson (exanalista de Wall Street) asegura: “Las personas que están a cargo de la política estadounidense piensan que pueden hacer ‘estallar el mundo’. Han estado pensando así durante 20 años. He trabajado con estas personas antes y realmente están dispuestas a hacer estallar el mundo si no pueden mantener la hegemonía y dominación”

Como telón de fondo, el presidente ucraniano y comediante de profesión, Volodymir Zelensky, se jacta de estar a punto de propinarle una derrota a Rusia, la superpotencia de misiles hipersónicos nucleares, pero la realidad muestra que Ucrania ha perdido más de 25 por ciento de su territorio y está a punto de quedarse sin salida al mar Negro después de la caída de Mariupol y la inminente tomade Odesa.

Inflación, desigualdad y amenaza de un desastre ecológico de grandes dimensiones son asuntos que los poderes occidentales tratan demagógicamente, mientras la pandemia y el actual conflicto militar en el este de Europa, desnudaron las asimetrías y peligros agudizados en las tres últimas décadas.

La realidad de la guerra híbrida contrasta con la tóxica guerra de propaganda en la que sí ha sido notablemente exitosa la dupla anglosajona de los medios hegemónicos de Estados Unidos y el Reino Unido. Larry Elliott, editor de economía del  británico The Guardian, muy cercano al globalista George Soros, reconoce que “Rusia está ganando la guerra económica y Vladimir Putin  no está dispuesto a retirar a su ejército”.

En el Reino comenzó la criminalización de las protestas de los grupos ecologistas, al promulgarse penas de cárcel hasta de doce meses para quienes bloqueen autopistas o alteren el funcionamiento de aeropuertos y ferrocarriles, apuntando a reprimir, en lo esencial, organizaciones ambientalistas como Insulate Britain y Extinction Rebellion que han liderado recientemente acciones disruptivas como bloquear el crucial túnel de Blackwall, que comunica las zonas sur y norte de las riberas del Támesis. 

Cabe recordar que el Reino Unido, país que no duda en autoproclamarse campeón de la democracia, aprobó el 20 de abril la extradición a Estados Unidos del periodista Julian Assange por denunciar los crímenes de guerra y la corrupción de Occidente, y a raíz de la invasión rusa a territorios que conforman la actual Ucrania, censuró los portales de noticias rusos RT y Sputnik.

EE.UU. y sus aliados de la OTAN fueron más allá de armar a Ucrania, declarando una guerra económica, que ha encontrado en la dependencia del gas ruso, por parte de algunas de las naciones de esta alianza, un fuerte limitante a su objetivo de destrozar la economía de ese país convertido en enemigo, pues el bloqueo ha tenido que ser relativizado.

En EE.UU., Donald Trump abusó de su poder de seguridad nacional al imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio para apoyar a los productores estadounidenses. Ahora, Joe Biden invocó la Ley de Producción de Defensa (no usada desde la Guerra de Corea) para impulsar la energía verde nacional y transmitió buenas noticias a los desarrolladores de energía solar de EE.UU. al anunciar que no impondría aranceles durante dos años a los paneles solares importados.

“No se ría: la Casa Blanca quiere fabricar paneles solares y bombas de calor para detener a Vladimir Putin”, dice The Wall Street Journal. Pero hay problemas con las energías renovables: con la solar, porque tres cuartas partes de sus módulos provienen del sudeste asiático, y la eólica, que por su característica intermitente, depende de los caprichos climáticos.

El casi octogenario Biden también inculpa a Putin del alza irrefrenable de la gasolina, la máxima inflación de los recientes 40 años y el despliegue de la grave crisis alimentaria global, pero por ahora se abstuvo de culparlo de la surrealista crisis de alimentos para bebés en Estados Unidos.

A juicio de Putin, la impresión desregulada de la masa monetaria por Wall Street “fue el primer estadio –uno inmenso– hacia la presente situación desfavorable de alimentos” cuyos precios se dispararon de inmediato. Y eso que Putin ni siquiera abordó  la manipulación del cártel alimentario anglosajón, el ABCD: ADM-Bunge- Cargill-Dreyfus.

También fustigó las políticas de energía verde de la Unión Europea que exageraron las capacidades de la energía alternativa, que no puede ser producida “en las cantidades requeridas, con la calidad requerida y a precios aceptables” cuando al mismo tiempo, empezaron a empequeñecer la importancia de los tipos convencionales de energía, incluyendo, sobre todo, los hidrocarburos.

Los vientos no fueron tan fuertes como esperaron el año pasado, el invierno se retrasó y los precios se dispararon en forma instantánea, y con el alza de los precios de gas se incrementaron los de los fertilizantes, lo que los estadounidenses empeoraron al imponer sanciones sobre los fertilizantes rusos.

Mientras, se sigue intoxicando a los ciudadanos con información probélica: Japón y la OTAN acordaron elevar la cooperación militar y los ejercicios conjuntos ante el deterioro del ambiente de seguridad en Europa y Asia causado por la invasión rusa a Ucrania.  Asimismo, Corea del Sur y EE.UU. desplegaron aviones de combate sobre las aguas cercanas a la península coreana, en una nueva demostración de fuerza en respuesta a las recientes pruebas de misiles de Corea del Norte.

Hoy, el hambre planea sobre los más vulnerables y en diciembre próximo, cuando los resultados de la cosecha del segundo semestre muestren los efectos de la guerra, los motines de subsistencia (de hambre), quizá estén extendidos desde Europa y Estados Unidos al resto del globo.

MC

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *