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China: ¿Pronto una cuarta parte de la juventud sin trabajo?

Eric Sautedé

Fuente: Rebelión

Con uno de cada cinco jóvenes en busca de trabajo, el desempleo entre los jóvenes de 16 a 24 años alcanzó un nuevo récord en mayo. El tambaleante repunte económico tiene en parte la culpa. Y la situación se deteriorará aún más a medida que el año académico se acerca al final.

El desempleo juvenil en China sigue agravándose: el récord de abril del 20,4% de jóvenes de 16 a 24 años sin trabajo se batió en mayo, subiendo al 20,8%, según una declaración oficial del 15 de junio que pregonaba a los cuatro vientos la continuidad de la recuperación económica.

Estas cifras negativas fueron una sorpresa: el desempleo juvenil suele alcanzar su máximo nivel en verano, después de las ceremonias de graduación universitaria. Este año, 11,6 millones de estudiantes se graduaron en las universidades chinas, otro récord. Una nota reciente del banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs estima que esto podría traducirse en un aumento de la tasa de desempleo juvenil de entre 3 y 4 puntos porcentuales.

Esto significa que una cuarta parte de los jóvenes chinos podrían encontrarse sin trabajo este verano. ¿La recuperación será menos favorable de lo previsto? ¿Por qué son los jóvenes las primeras víctimas de este pesimismo? Por último, ¿el régimen debe temer que las tensiones sociales se agraven?

El tambaleante repunte de la economía tiene en parte la culpa, y parece confirmar la idea de que el problema es más estructural que cíclico. Toda la ambición de “doble circulación”, exterior e interior, reclamada por Xi Jinping desde 2020, parece haberse paralizado, a pesar de la corriente de aire creada por la tardía abolición de la política de “Covid cero” a finales de 2022. La “circulación exterior” -el comercio internacional- cayó bruscamente en mayo, con una disminución de las exportaciones del 7,5% en un año. En cuanto a la dimensión interna -el consumo nacional- las ganancias siguen deteriorándose.

En períodos de mayores dificultades económicas, los primeros afectados por el desempleo suelen ser los jóvenes. Y así parecen confirmarlo las cifras globales de las encuestas de desempleo urbano, ya que en mayo la tendencia se mantuvo estable, con una tasa de desempleo general del 5,2%.

Por supuesto, las imperfecciones de este índice son bien conocidas, sobre todo porque utiliza una definición muy conservadora del desempleo: menos de una hora de trabajo a la semana. También excluye el desempleo rural y subestima el desempleo de los trabajadores “emigrantes” que no se quedan en la ciudad si pierden su empleo. No obstante, muestra un fuerte diferencial en detrimento de los jóvenes, que probablemente seguirá agravándose.

Sin embargo, las autoridades señalan que de los 96 millones de personas entre 16 y 24 años, sólo 33 millones tienen posibilidades de reincorporarse al mercado laboral, y más de 26 millones han encontrado un empleo. Aun así, en términos absolutos, la población desempleada en esta franja de edad se ha duplicado desde antes de la pandemia de 2019.

Entre las numerosas causas de este fuerte deterioro, los analistas destacan las dificultades del sector privado, que representa actualmente el 80% de los empleos urbanos del país y el 90% de la creación de empleo.

La tercera ola de desempleo desde 1979

En la historia económica reciente de la era de “las reformas y la apertura”, es decir, desde 1979, China ya vivió dos episodios de desempleo intenso.

El retorno masivo, entre 1973 y 1979, de los “jóvenes educados” enviados al campo durante la Revolución Cultural supuso un choque brutal para la oferta. Súbitamente, 15 millones de jóvenes regresaron a los centros urbanos y, sumados a los 5 millones de jóvenes urbanos sin trabajo que ya había, representaron el 17% de la mano de obra urbana y más del 30% de la mano de obra joven.

Las reformas introducidas a principios de los años 80, que ampliaron la contratación por parte de las empresas estatales, reformaron la economía colectiva y permitieron la aparición de la economía individual y privada, crearon más de 22 millones de puestos de trabajo y resolvieron el problema del desempleo.

Casi 20 años más tarde, entre 1998 y 2001, la reforma de las empresas estatales, globalmente muy deficitarias, provocó más de 26 millones de despidos, a los que hay que añadir más de diez millones de trabajadores despedidos por las empresas colectivas, lo que se tradujo en una tasa de desempleo de alrededor del 15,6% de la población activa total.

En respuesta a ello, el gobierno chino puso en marcha diversos programas de formación y de reinserción laboral, al mismo tiempo que fomentaba el desarrollo de la economía privada. A principios de la década del 2000, el sector privado se convirtió en el principal empleador, contribuyendo a la creación de unos 50 millones de puestos de trabajo para absorber no sólo a las personas despedidas por las empresas estatales y colectivas, sino también a los millones de habitantes del campo que se habían trasladado a la ciudad.

Desde 2020, asistimos a una tercera ola de desempleo juvenil, precipitada por un entorno económico internacional particular (pandemia de Covid-19, tensiones crecientes entre China y Estados Unidos, guerra en Ucrania, etc.). Esta nueva crisis cíclica del empleo tiene lugar en un momento en que la población urbana nunca ha sido tan numerosa (6 veces más que en 1978 y casi 3 veces más que en 1998), mientras que, al mismo tiempo, el número de trabajadores urbanos disminuye -por primera vez desde 1962- de 467,73 a 459,31 millones entre 2021 y 2022.

Una situación destinada a empeorar

Lo más paradójico es que el actual aumento del desempleo juvenil se produce en un momento de declive demográfico y de envejecimiento de la población. La población china bajó de 850.000 habitantes en 2022, la primera vez que esto ocurre desde 1961, y los efectos de más de treinta años de política del hijo único seguirán haciéndose sentir a pesar de las políticas de fomento de la natalidad. El país cuenta actualmente con 282 millones de personas mayores de 60 años, y en 2035 serán 400 millones, es decir, una tercera parte de la población.

En lo que respecta al desempleo, las estadísticas y declaraciones oficiales no logran ocultar la amplitud de la crisis, sobre todo si tenemos en cuenta el subempleo y la situación de los 200 millones de personas con “empleo flexible”, en una población activa de 733,5 millones de personas, lo que supone un descenso de 13 millones con respecto a 2021. En cuanto al desempleo juvenil, un artículo de la revista china Caijing llega a la cifra de 54 millones de jóvenes desempleados en la actualidad, teniendo en cuenta las diferentes situaciones, incluidos los inmigrantes que han perdido su trabajo (unos 14 millones) y los jóvenes diplomados que llevan tres años sin encontrar un lugar en el mercado laboral (15 millones).

Y la situación se va a deteriorar aún más. Por un lado, porque el crecimiento económico nunca volverá a las tasas de las últimas décadas. Por otro, porque los jóvenes diplomados no se imaginan otro futuro que el de la ciudad, en sectores que han conocido recientemente graves dificultades económicas y/o reglamentarias: el turismo, el sector inmobiliario, la educación, las finanzas y las nuevas tecnologías. Y cada vez serán más: la cantidad de candidatos al examen nacional de acceso a postgrado (3er ciclo universitario) pasa de 2,01 millones en 2017 a 4,57 millones en 2022, lo que supone un aumento del 127,4%.

Desequilibrio entre la oferta y la demanda

Una dimensión más estructural y, por tanto, a más largo plazo, parece tomar forma: la de una inadecuación entre las competencias de los recién llegados al mercado laboral y las expectativas de este último.

Este año, en lugar de las tradicionales fotos de estudiantes eufóricos lanzando al aire sus birretes de graduación (el gorro con borla), hubo fotos instantáneas en las que se los ve tirados en el suelo o tirando sus diplomas a la basura. Los memes inspirados en un famoso cuento del escritor chino Lu Xun que relata las tribulaciones de Kong Yiji, un erudito que vive en la pobreza, también se hicieron virales.

Al mismo tiempo, muchos puestos de trabajo siguen sin cubrirse. A pesar de la explosión de la formación profesional superior, el Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social estima que para 2025, cerca de 30 millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero en China estarán sin cubrir, lo que representa casi la mitad de todos los empleos del sector.

Por el momento, el gobierno ha optado sobre todo por atraer a jóvenes diplomados en dificultades al sector público: Pekín exhortó a los gobiernos locales a contratar a tantos diplomados como lo permitan sus presupuestos y les pidió a las empresas que crearan al menos un millón de puestos de aprendices, a cambio de subvenciones y exoneraciones fiscales. Aunque la oferta está abierta a todas las empresas, son las empresas estatales las que tienen más probabilidades de responder al llamado.

Otro signo claro es que este año un récord de 1,5 millones de candidatos se presentaron al examen de contratación para ingresar en la función pública, para un total de 37.000 puestos.

Para los analistas, sin embargo, la solución sólo puede venir del sector privado, ¿y cómo podría ser de otro modo? En los últimos diez años, por cada punto de PIB ganado,  las empresas públicas han creado 1,85 millones de empleos, mientras que las privadas han creado 6,36 millones de puestos de trabajo.

Texto original: Mediapart

Traducción de Correspondencia de Prensa

MC

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