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“Contra el mito del colapso ecológico” libro de E. Santiago.

Aurora Despierta

Fuente: Kaos en la Red

El colapso del capitalismo y de la civilización industrial ¿es un mito, una posibilidad, una realidad?. Santiago dice que es un mito. Yo, que, desgraciadamente, todo apunta a que es una realidad ya inevitable, y que el grado de incertidumbre que todavía existe no debe desviarnos de la tarea de establecer una estrategia (básica por ahora) en base a este presupuesto, pues es la que menos probabilidades tiene de perder. Pero esto no basta. Ante el colapso se pueden desplegar estrategias más o menos ganadoras, pero también muy perdedoras. Y no debemos confundir entre el necesario reconocimiento del colapso, y el establecimiento de la estrategia ante él.

No estás ante la reseña o comentario de un libro, sino ante un debate político de mucha altura sobre lo que debemos hacer ante una crisis social, política y ecológica mundial, con enorme peligro de acabar en un cataclismo (social, medioambiental, militar). Lo que aquí encontrarás, te garantizo que no lo hallarás en ninguna otra parte, y que su trascendencia desborda nuestras fronteras y hasta las de Europa. Así que tienes una oportunidad, como pocas veces, de un gran empoderamiento ideológico y político. Pero eso también exige un compromiso serio por tu parte. Sí, es largo, léelo a plazos, y reflexiona a fondo.

Emilio Santiago Muíño ha publicado este mismo mes de junio su libro “Contra el mito del colapso ecológico” Arpa & Alfil Editores S.L., Barcelona, 2023, 237 páginas  https://arpaeditores.com/products/contra-el-mito-del-colapso-ecologico (incluye enlaces a entrevistas de prensa) , Sumario y Capítulo 1  https://cdn.shopify.com/s/files/1/1242/3326/files/Contra_el_mito_del_colapso_ecologico_muestra.pdf?v=1684504264  . Su blog  https://enfantsperdidos.com/  ,   artículos también en  https://www.15-15-15.org/webzine/es/author/emiliosantiago/   (NOTA 1).

Una vez publicado mi previo artículo dedicado al muy importante libro de Alfredo Apilánez (NOTA 2), he podido dedicar mi tiempo a este de Santiago, y confieso que me ha costado dejar su lectura cuando me obligaban a ello necesidades ineludibles de la vida cotidiana, como alimentarme o dormir. Este es el cuarto artículo que dedico a Santiago o sus libros (NOTA 3) y de todos ellos es el que me ha parecido más apasionante, al margen de los desacuerdos. Quizás también por su oportunidad para el intenso momento de debate que al parecer, ¡ojalá!, estamos viviendo, y que alcance niveles todavía más elevados en calidad teórico-política-estratégica, que no en ruido, hostilidades y personalismos, tan sobrantes como perjudiciales.

Como muchas de las cuestiones que plantea Santiago ya las he abordado en mi artículo dedicado al libro de Apilánez debatiendo contra sus objeciones al colapsismo y ofreciendo mi alternativa de ejes para una estrategia, y no quiero repetirme tanto por consideración a quienes hayan sido capaces de leerse aquél (tampoco abusar más del espacio que tan generosamente me ofrece kaosenlared.net), me encuentro con cierta dificultad sobre cómo hacerlo con el de Santiago. Si el primer libro en publicarse hubiese sido el suyo, en él habría vertido buena parte de los argumentos presentados ya en el de Apilánez, y en el de este, para no repetirme, habría remitido al de Santiago. Pero la cosa ha resultado así, y habrá que apañarse.

GUARDA este ARTÍCULO para ATENDER con tiempo a sus argumentos y DESCARGAR los RECURSOS RECOMENDADOS en las Notas. Para facilitar su identificación a la hora de la traducción a otros idiomas, los términos coloquiales, frases hechas, dichos, modismos, refranes, proverbios, etc. irán entrecomillados. En mi ordenador, el archivo ocupa un total de 42 páginas y un poco más, las Notas comienzan en la página 32.

Las partes de este artículo son: PRESENTACIÓN y precauciones el debate. I.- PLANTEAMIENTOS QUE NOS APROXIMAN. La importancia del tiempo político, y la crítica de las ilusiones de tipo libertario-rural-colapsistas. II.- El ENTRE TANTO es ¿QUÉ HACEMOS AHORA ANTE la PREVISIÓN de CRISIS ENERGÉTICA INMINENTE para 2025-2030?. O las implicaciones prácticas de las divergencias teóricas. ¿Otra oportunidad para batir un record histórico haciendo el imbécil?III.- HABER LLEGADO al COLAPSO es la PRUEBA de NUESTRO FRACASO MÁS COMPLETO. NO HAY LIBERACIÓN GRACIAS AL COLAPSO. El “decrecimiento” del capitalismo solo puede suponer su COLAPSO. Un sistema zombi y asesino. No seamos cómplices. El GRAN RELATO para ganar la principal y primera batalla. Lo que no te cuentan de la crisis de recursos y el colapso. ¿QUÉ ESTRATEGIA para TRANSITAR DURANTE el COLAPSO?. SIN INTERNACIONALISMO PROLETARIO ¡ESTAMOS MUERTOS/AS!. IV.- ¿POR QUÉ la ESTRATEGIA de SANTIAGO es una MALA APUESTA?. La TMM o el timo monetario moderno. La NATURALEZA de CLASE del ESTADODESPEDIDA. LLAMAMIENTO A VOTAR el 23-J, de alguien que no cree en la democracia burguesa ni en el reformismo. NO TE OLVIDES. NOTAS. PARA LOCALIZAR mis artículos.

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PRESENTACIÓN y PRECAUCIONES para el DEBATE.

Antes de proseguir creo que conviene dar una explicación sobre este artículo. Hay testigos públicos importantes que pueden confirmar lo que digo. Lo tenía solo pendiente de afinar algún detalle antes de publicarlo, pero retrasando su envío a kaosenlared porque estaba leyendo el libro de Mario del Rosal (“La gran revelación”) de crítica a la Teoría Monetaria Moderna (TMM) ya que Emilio Santiago se refiere a ella como posible recurso (importante) del que tal vez dispondríamos para una tarea transformadora desde el Estado, y quería tener una opinión bien formada antes de “meter la pata” con eso y también ser injusta con Santiago. Concentrada en ambas tareas, y para no dispersarme, llevaba días, casi desconectada de la actualidad y sin visitar las webs de nada ni nadie, ni el correo. Estando por la mitad del libro, el domingo 25, pasado el mediodía, me entero de que informan de la existencia de un artículo de Jorge Riechmann   https://vientosur.info/a-proposito-de-contra-el-mito-del-colapso-ecologico-un-libro-mal-orientado/ ,  que además me cita generosamente (nota 6) por mi artículo del 14-11-2022   https://kaosenlared.net/green-new-deal-y-colapso-santiago-y-riechmann/  .

Comparto mucho con Riechmann, pero la lectura de su artículo no me ha llevado a modificar nada del mío. Como fácilmente se comprobará, aunque haya coincidencias importantes, mi abordaje del debate es notablemente diferente. Casi mejor así, pues se pueden complementar.

Si digo esto es también porque hay un asunto que me preocupa, no tanto por lo que ya está pasando, como por lo que pudiera pasar, y más vale prevenir que lamentar. Y quiero plantearlo desde el principio, aunque eso retrase ir al fondo del debate (un poco de paciencia, gracias).

Si queremos un debate de categoría, a la altura del reto de los tiempos, todas/os, debemos huir como de la peste, del efecto “banda”, “manada”, “jauría”, “acoso y derribo”, “linchamiento público”, etc., todo eso que tanto me recuerda a las peores facetas de lo que con tantísima frecuencia se observa hoy en las redes sociales (no las presto ni la menor atención), y que tan dañino, destructivo, puede ser, sobre todo para nosotros (tan pocos, tan desunidos, tan débiles), a mayor gloria y satisfacción de nuestros verdaderos enemigos.

Muy al contrario, debiéramos actuar como si los miles de millones de personas de todo el planeta, cuya suerte está en juego, fuesen conscientes de este tiempo trascendental y nos observasen, esperando que nosotros les sirvamos de guía, ofreciendo ideas claras y orientaciones. ¿Vamos a ofrecerles un espectáculo de “pelea en el barro”, de lucha de gladiadores del circo romano para el populacho sediento de sangre (el fútbol, dentro de poco, ya no será suficiente como válvula de escape para tanta frustración, resentimiento e ira acumulados)?.

Aunque no os guste la fuente -recordad que “tratándose de la verdad, vale lo mismo, la diga Agamenón o su porquero”-, el chino Mao Tzedong (antes transliterado, Mao Tse-tung) decía que debían identificarse las contradicciones (problemas, conflictos de intereses y puntos de vista encontrados) en el seno del pueblo, y las existentes con el enemigo, pero que siendo unas y otras de naturaleza cualitativamente diferente, debieran tener también un tratamiento bien distinto (otra cosa es lo que hizo). El debate científico, cuando es tal, llevado con la honestidad intelectual que eso exige, se parece mucho al de las contradicciones en el seno del pueblo. En estos tiempos y los que vendrán, no está de más recordarlo. Y en este ámbito, se aplicaría en distinguir entre la crítica más fraternal posible, y lo que es la denuncia contra los enemigos mentirosos y embaucadores.

Si de verdad queremos avanzar en el desarrollo de una estrategia eficaz y liberadora, debemos evitar caer en la dinámica del tertuliano, de la bronca, y del “y tú más”, e “hilar” muy, muy fino. Aunque determinados términos sean ya inevitables (decrecimiento, colapso, etc.), evitar recurrir a ellos como etiquetas, para “meter en el mismo saco” (¡y luego “darle de hostias”!) a planteamientos que, bien mirados, y desde el punto de vista de la teoría y de la estrategia, pueden ser enormemente divergentes. Puede ser muy tentador coger al más tonto e incompetente de los miembros de una corriente muy heterogénea, y usarlo como el modelo de todos, o abusar de estereotipos, o fabricarse un prototipo conveniente (un pelele), y así poder “darle bien”, pero eso no es un debate serio. Un debate de altura debe abordar las posiciones divergentes que sean las de mayor nivel, las más desarrolladas, las de sus mejores representantes. Un debate de altura no es terreno de intervención para quienes buscan respuestas simples, instantáneas, que no les obliguen a pensar mucho y durante tiempo sobre problemas de una complejidad extrema (como, por ejemplo, la energía de la que realmente podremos disponer, o la transición de una civilización a otra ¡nada menos!). Para eso, acudan a la esfera de los tuits y similares, y así al menos, no nos estorbarán con su ruido y furia.

Por tanto, como se verá, el debate no es tan sencillo como decir sí o no, blanco o negro. Seguramente, todavía es demasiado pronto, en términos objetivos de capacidad cognitiva (por lo que han sido hasta ahora nuestras necesidades adaptativas, no somos precisamente una especie bien dotada para la prospectiva de largo alcance y la visión global, objetiva), y de datos disponibles, como para poder establecer, con suficiente conocimiento de causa y rotundidad, una estrategia correcta, aunque haya elementos de estrategia que ya podamos ir estableciendo o descartando. Si en otros muchísimos momentos históricos, mucho más “normales” que estos, era legitimo cierto abanico de opciones estratégicas y tácticas (incluso hoy se podrían proseguir aquellos debates, qué era lo más acertado para entonces, qué se podía haber hecho mejor…), más ahora que nos encontramos ante lo totalmente inédito, ni siquiera imaginado hace solo unas pocas décadas, ni por los mejores teóricos y estrategas de la clase trabajadora y sectores populares.

Por eso, con este punto de humildad (como a los jefes militares romanos durante su desfile triunfal, debieran recordarnos algo así: grandes estrategas también fracasaron), es tan importante continuar debatiendo con la vocación honesta de ir acercándonos cada vez más a la verdad y a la práctica acertada. Así que, al menos de momento, aquí no sobramos nadie, y al contrario de lo que algunos dicen (sobre todo refiriéndose a los colapsistas, y con bastante hostilidad), no es cierto que el colapsismo (al menos en general) “resta” (página 213) y “no nos lo podemos permitir” (¡!) (página 214) como afirma Santiago, argumentado resumidamente en que “el colapsismo es inútil porque es una interpretación del porvenir científica y socialmente errónea” (página 215), o sea, que seríamos un estorbo, lo que trataré de demostrar que, cuando menos, se trata de una afirmación y condena todavía prematura, precipitada, al menos por lo que a mi colapsismo respecta, y también al de muchos otros/as.

No sea que, con ánimo tan precipitadamente depurativo (de purga), acabemos eliminando a los/as mejores, a quienes más podrían aportarnos para salvarnos, aunque ahora no seamos capaces de reconocerlos, por nuestros sesgos de clase, ideológicos, emocionales (muy humana y comprensible la reacción de negarse a asumir la realidad más dolorosa y traumática, su inminencia), o cuando menos “arrojando al niño junto con el agua sucia”. ¿Vamos a caer nosotros en eso que ahora, parece, se llama la cancelación, o sea el veto total, la censura, la marginación?. Yo no he visto que los/as colapsistas prediquemos el ostracismo para otras corrientes del ecologismo por duras que sean las críticas, y en mi caso se verá lo lejos que también estoy de eso, sin caer por ello en ningún eclecticismo (“no importa lo que pienses y hagas, todos juntos en la misma olla”).

Con el balance que podremos hacer, supongo, para el 2033 si no antes, ya me contaréis si el colapsismo resta y no nos lo podemos permitir, o eso afecta solo a cierto colapsismo, o bien son otras posiciones las que ya deberían descartarse por su negacionismo ante la prospectiva científica e incapacidad para proponer una estrategia adecuada.

Con los niveles enormes de incertidumbre con los que debemos manejarnos, es inevitable encontrarte con que con unos/as compartes aspectos cruciales, y con otros/as, con quienes diverges en esos, también puedes compartir planteamientos importantes, cuando menos, porque apuntan a debilidades (o “vicios” que diría Apilánez) reales de los primeros.

Ello hace para mí tan crucial que, pese a nuestras divergencias, si nos mueve el amor a la verdad, a nuestra especie, a la vida, al planeta, no cerremos ninguna puerta prematuramente, nadie se levante de la mesa y abandone la sala del debate, sin que ello implique en tanto la parálisis, pues precisamente la acción en base a las propias convicciones, por sus aciertos y errores en la práctica, ayudarán también a la clarificación de la teoría, la estrategia, y las tácticas. Considerar que se puede debatir racionalmente con el otro/a, por mucha pasión que se le ponga (como pueden hacerlo dos personas que, por lo demás, se aman o respetan) y aprender de los errores que puede descubrir en ti, no es peloteo ni falta de firmeza, sino debatir con seriedad, con honestidad intelectualbuscando la verdad y avanzar juntos/as todo lo posible. Lo demás, lo dejo para el circo romano de las redes sociales, y a nuestros enemigos, a quienes les encantaría ver cómo nos destrozamos mutuamente. ¡No caigamos en esas trampas!. ¡Nos estamos jugando TODO!.

Muy probablemente, siendo yo colapsista (a mi manera marxista, y además, marxista a mi manera; una de las muchas posibles como se ve), habrá muchos/as colapsistas que se extrañen de que, sin embargo, en algunas cuestiones muy importantes, pueda estar muy de acuerdo con Santiago y muy en desacuerdo con ellos/as; y desde el otro punto de vista, que estando yo de acuerdo en algunos puntos tan importantes con Santiago, sin embargo, sea colapsista; y que esto no se deba a un eclecticismo por deseo de quedar a bien con todos (finalmente, a disgusto de todas), sin “mojarme”, sino por un compromiso y una coherencia, en principio, insospechadas.

Siento complicaros el asunto todavía más, pero si la realidad fuese simple y la verdad estuviese al alcance de cualquiera, no nos habríamos metido en este monumental lío terminal y existencial para la Humanidad, y el más tonto del pueblo, sería Alejandro Magno.

I.- PLANTEAMIENTOS QUE NOS APROXIMAN. La importancia del tiempo político, y la crítica de las ilusiones de tipo libertario-rural-colapsistas.

Reconozco que en algunas páginas, Santiago casi, digo casi, ha conseguido contagiarme de su optimismo, por cómo es capaz de resaltar los cambios positivos (también existen los negativos que me parecen de mayor peso) que en pocos o más años se pueden dar. Esa valoración de la trascendencia que puede tener el tiempo político en corto plazo, siempre me ha gustado de él, porque es propio de los políticos, no de los naturalistas y científicos que se plantean los asuntos, generalmente, en otra escala temporal, aunque ahora la crisis ecológica también les apremie. Y yo, que no tengo especialidad ninguna en las ciencias implicadas en la problemática ecológica, he sido siempre, sobre todo, una militante política.

Aunque el objeto de este artículo no sea precisamente hablar de mí, sino del libro de Santiago, para que desde el comienzo se entiendan mejor mis comentarios debo adelantar que me considero marxista (desde jovencita ya durante el franquismo, y muy gustosamente) y colapsista (desde muy recientemente, y muy a mi pesar, por razones materiales objetivas y por la correlación de fuerzas social). En esto, digamos que he seguido precisamente, un poco, el recorrido inverso a Santiago que primero fue colapsista y ahora no, pues yo antes no, y ahora sí (definitivamente, desde junio de 2022).

Sin embargo, entre otras muchas cosas que hemos tenido en común Santiago y yo, ha sido siempre, no quitarle importancia al plano político, al tiempo político cuya escala puede ser la de un lustro o menos (página 62), a diferencia del tiempo de los procesos históricos de fondo que se puedan medir en décadas o siglo o siglos, y la trascendencia que lo primero puede tener sobre el curso de lo segundo (supuesto: no es lo mismo que una grave crisis económico-social que pueda durar décadas se aborde desde ya con una orientación de izquierda consecuente, que desde el fascismo, y eso no se decide en décadas o durante décadas, sino quizás en el año en que se vive, con un punto de no retorno, irreversible), ni caer en la infravaloración e ilusiones que sobre el Estado son tan comunes entre el colapsismo más o menos influido por el anarquismo o corrientes comunitarias similares (Capítulo 5), y en la necesidad de levantar una estrategia no marginalista, sino capaz de movilizar, implicar políticamente (no es lo mismo que institucionalmente) a cientos, incluso a miles de millones de personas en todo el planeta.

Digo esto, porque no es lo mismo considerarse marxista colapsista (con mis particularidades –no por buscar la distinción artificiosa-  argumentadas que me diferencian del ecosocialismo descalzo del marxista colapsista Jorge Riechmann, por lo demás, admirado por mí), que considerarse anarquista o libertario o comunista libertario y colapsista, o alguna otra combinación, pues lleva a entender y valorar las posiciones de Santiago desde puntos de vista bastantes diferentes, por mucho que tenga en común el colapso, que dicho solo así, resulta bastante indefinido, y puede contener estrategias diferentes y muy diferentes (por ejemplo, la mía con la de Manuel Casal Lodeiro, a quien admiro por motivos varios que ya he expresado en otras ocasiones). Asunto este de la estrategia que es el más importante, y el que más le preocupa, acertadamente, a Santiago, más allá de las siempre relevantes y apasionantes consideraciones filosóficas, epistemológicas, metodológicas, etc., a las que dedica buena parte de su libro, y a las cuales Jorge Riechmann, en su artículo, responde mejor de lo que yo pudiera hacer (se nota que es filósofo).

Estrategia para la que debe tenerse bien en cuenta, que somos extremadamente débiles y ellos (capitalistas y Estados burgueses) todavía tan poderosos que, en 24 horas, podrían acabar con la vida en planeta a cuenta de causar el invierno nuclear provocado por una guerra nuclear (aumenta el riesgo no solo a cuenta de la guerra en Ucrania y la “hoja de ruta” de la OTAN desde junio de 2022, sino de la entrada en el colapso), y sería del género imbécil, para colmo, autolesionarnos, creando entre nosotros divisiones y disputas innecesarias.

Pero Santiago tampoco es justo con el colapsismo, pues si bien existe en él una tendencia a confiar en el hundimiento del Estado (de ahí que Santiago se agarre a eso para identificar colapso y “Estado fallido” que dice él, volveré sobre esto), también, todos sus mayores representantes (al menos los que yo conozco en español y en España) subrayan y cada vez más (Carlos Taibo, publicó el año pasado un libro dedicado a ello https://www.catarata.org/libro/ecofascismo_142765/ ; y yo he insistido muchísimo desde siempre sobre el tema en mis artículos, y en cada uno de ellos) la amenaza del ecofascismo durante el colapso, y eso es absolutamente imposible sin la existencia de un Estado burgués muy fuerte que, de “fallido”, no tiene nada, sino todo de “follado” a “jodernos”.

Donde empiezan las divergencias más serias con Santiago es a partir de aquí, pero antes incluso, por el título del libro, que me resulta muy chocante. Comprendo (pero no comparto) que él crea que con una política súper-poderosa (con la ayuda, tal vez, de la TMM) de transición ecológica desde el Estado burgués, llegásemos a impedir el colapso ecológico y el social; comprendo (pero no comparto) incluso que se pueda llegar a pensar que el colapso social es tan evitable que resultaría ser (o casi) un mito; pero ya no comprendo que, incluso pensando que el colapso ecológico (calentamiento global, Sexta Gran Extinción, ruptura del ciclo del fósforo y del nitrógeno, acidificación de los océanos, etc.) pudiera llegar a detenerse o evitarse (¡ya está en marcha!), pueda calificarse en ningún momento de ¡mito! (narración o historia fantástica, maravillosa, ficticia, cosa irreal o inventada; entre las acepciones, que vendrían al caso, de la RAE), cuando como mínimo, debe considerarse (lo dicen el IPCC y la comunidad de biólogos) un altísimo riesgo que amenaza también a nuestra existencia. Entra tan en contradicción incluso con el contenido del libro (Santiago ha dejado de ser colapsista, pero ¡no se ha convertido en un negacionista!), que Santiago (tal vez mal orientado por el marketing editorial o lo que sea), en su afán polemista contra el colapsismo, “se ha pasado varios pueblos” y se ha “pegado un tiro en el pie”. El título debiera haber terminado en la palabra colapso o especificar que se trata del colapso social o de la civilización o algo así. Pero de paso, involuntariamente, tal cual está, hace el juego a nuestros peores enemigos (¿quizás sirva para vender el libro también entre el público negacionista, confundido por el título?; ¿se convertirá alguno de ellos al ecologismo no colapsista?). En todo caso, esta es una cuestión menor, como se verá, pero es un mal comienzo.

Pero algo de eso de que el colapso ecológico es un mito parece que queda al final, cuando en la entrevista   https://www.publico.es/sociedad/emilio-santiago-colapsismo-genera-desmovilizacion-desmovilizados.html  del día 18-6-2023, donde dice: “En ningún caso cumplir con el objetivo de quedarnos por debajo del 1,5º C es más difícil que otras tareas que hemos demostrado que se han podido cambiar. Desde el sufragio femenino a la abolición de la esclavitud o la destrucción de los estamentos del antiguo régimen. En ningún caso es más difícil ese 1,5ºC.”. Santiago. Se suele decir eso de “rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras”, y en este caso, no se trata de comparar con logros del pasado (hubo un tiempo en que también fuimos caníbales y dejamos de serlo), sino de calibrar la relación social de fuerzas hoy, y previsible en el tiempo que disponemos (extrema debilidad por nuestra parte demostrada cuando COP tras COP, prácticamente nos han ido “tomando el pelo”) y el ritmo que lleva el calentamiento global, acelerándose. Pero nada deseo más que los hechos te den la razón, Santiago, ¡faltaría!.

II.- El ENTRE TANTO es ¿QUÉ HACEMOS AHORA ANTE la PREVISIÓN de CRISIS ENERGÉTICA INMINENTE para 2025-2030?. O las implicaciones prácticas de las divergencias teóricas. ¿Otra oportunidad para batir un record histórico haciendo el imbécil?.

Creo que la mejor manera para no perdernos en discusiones que podrían alejarnos demasiado de la práctica y de las necesidades imperiosas que se nos presentan, es partir de éstas y ver cuál es la respuesta más inteligente, aunque no tenga la garantía de ser la más acertada, pues ante la incertidumbre, en la decisión a tomar siempre hay algo de apuesta (tanto más cuanto mayor sea la incertidumbre), como en una guerra, en una batalla, que es, por otra parte, ineludible.

Santiago nos plantea el grado de incertidumbre que según él existe todavía con temas como el de la energía, los minerales, etc., de que las posibilidades pudieran ser mejores de lo que creen los colapsistas. Yo no soy experta en nada, así que dependo de los expertos y siempre he insistido en la importancia de que lleguen a un acuerdo sobre esas cuestiones. Pero en tanto eso no llegue ¿qué hacemos?. ¿Apostamos por las previsiones más optimista, las medias, las más pesimistas?. ¿En base a que análisis establecemos nuestra estrategia?. ¿En base a qué correlación de fuerzas para obtener unos objetivos?.

Santiago dice que podemos tener una ventana de oportunidad (página 22) y que no debemos perderla. Pues bien, yo conozco una que si la abordamos bien, puede ayudarnos a mejorar la correlación de fuerzas, a nuestro favor, pero que si la abordamos mal, o sencillamente la ignoramos, puede empeorar cualitativamente la correlación de fuerzas, en nuestra contra, más de lo que ya lo es ahora.

Tenemos ya ante nosotros una prueba que, sobre todo desde el punto de vista político, puede ser crucial para el curso de las próximas décadas. Me gustaría que Antonio Turiel estuviese totalmente equivocado con la información y valoración que nos viene dando. Supongo que él también ya que, antes que satisfacer su vanidad personal, seguro que desea el mejor futuro posible para sus hijos, pues confiesa que son ellos la principal motivación para la extraordinaria labor que viene realizando para todas/os nosotros desde hace años. Comprenderíamos un error importante de Turiel, pues provendría de fuentes como la Agencia Internacional de la EnergÍa (AIE) y la OPEP, y Turiel habría caído en ello con la mejor de las intenciones, como la que a todas/os nos anima, estemos o no equivocados en nuestras conclusiones. Pero por otra parte, parece que esta sea ya la única manera, mediante la reducción forzada de consumo y quema de combustible fósil, de disminuir las emisiones de dióxido de carbono, por no haber iniciado desde hace tiempo la transición energética, cuando todavía podía hacerse sin sufrir restricciones.

Planteo a Santiago y a todas/os vosotros esta cuestión. ¿QUÉ HACEMOS ANTE la PREVISIÓN de MUY GRAVE CRISIS ENERGÉTICA para 2025-30 que no será solo para España ni Europa, sino mundial?. Si no la tenemos en cuenta y no nos preparamos políticamente para eso y ocurriese, las consecuencias políticas podrían ser tremendas a corto, medio y largo plazo, más si aquí tuviésemos un gobierno PP-Vox, lo que sin duda sería un avance hacia el ecofascismo. No repetiré aquí los argumentos. Quien tenga el necesario sentido de la RESPONSABILIDAD, se interesará por conocerlos en mi artículo dedicado al asunto (NOTA 4).

Las mil batallas parciales que hubiésemos conseguido ganar en el pasado, seguramente no compensarían ni podrían impedir el gran reflujo (añadido al actual) que sufriríamos a cuenta de la derrota, desmoralización y deriva hacia la reacción. Entrar en un ciclo que pudiera ser en espiral descendente e irreversible, por no tener ya opción real a nuestra recuperación y remontada política, y menos una ofensiva. Pues estamos en el terreno de la política, donde el factor humano, colectivo y particular, pasa a un primer plano y puede hacer que, incluso lo objetivamente resoluble, socialmente ya fuese irresoluble. Los ecologistas tienden a pensar sobre todo en términos de ciencias naturales y tecnología. Pero la política tiene sus propias “leyes” y ritmos que pueden ser inmisericordes, y poner unos límites insuperables en el tiempo que más necesitaríamos ocurriese lo contrario.

Así, la derrota de la clase trabajadora ante Hitler, en realidad se puede rastrear hasta las derrotas de las intentonas revolucionarias de 1918-1923, diez años antes de su ascenso al poder, pues supusieron una sangría de valerosos militantes, y un reflujo en el movimiento, del que no consiguió recuperarse al recibir el mazazo adicional de la crisis de 1929 (paro masivo, etc.) y el ascenso de la reacción en la pequeña burguesía desesperada, a lo que contribuyeron también todos los errores y “traiciones” de la izquierda y sindicatos (no pudo entrar más en esto). El trauma de la guerra civil española y el aplastamiento de la clase trabajadora, solo pudo empezar a superarse tras muchos años cuando entró en la escena pública una nueva generación que no había sufrido aquello en sus carnes. Una guerra civil perdida, 40 años de dictadura franquista y una “transición ejemplar” a la democracia, siguen pesando en que los españolitos/as seamos tantas veces tan imbéciles políticamente si nos comparamos con franceses e incluso nuestros vecinos peninsulares, los portugueses. Ante esto, no es suficiente ni la verdad, ni todo el esfuerzo de la voluntad. Y para 2030 esta “ley” no habrá caducado, y si sufrimos una importante derrota, no tendremos ni diez, y menos 40 años, para recuperarnos. Debierais pensar en esto seriamente.

Si nos tomamos en serio esa previsión y nos equivocamos de pleno, haremos el ridículo (¿cuántos nos habrán atendido en serio?) y algún precio político pagaremos, pero SERÁ SIEMPRE MUY INFERIOR a las CONSECUENCIAS de que LLEGUE esa CRISIS Y NO HABERLA TENIDO en CUENTA a TIEMPO, AUNQUE SOLO SEA en el PLANO POLÍTICO (ya que, materialmente, nosotras no estamos en condiciones de poder evitarla).

Por tanto, la cuestión, pese a su complejidad, es relativamente sencilla. Por si fuera poco lo que tantísimas veces han explicado, emplazar a Antonio Turiel y a los expertos que tengamos a mano que nos parezcan confiables, para que nos digan si efectivamente se nos viene encima, en qué dimensión y cuándo, una crisis energética. Porque si fuese como la de los años 1970-80 a cuenta del boicot pretrolero árabe, ya sería suficientemente grave, y sabemos que esta no ocurriría por aquellas causas políticas coyunturales, sino por tratarse de la vanguardia de la crisis energética estructural tan prevista y temida desde hace muchos años, del declive permanente de la energía fósil, y sin ninguna alternativa clara a la vista en las renovables como para sustituirla, ni de lejos, al 100%.

Sería estupendo poder actuar ante todos los megaproblemas con totales certezas basadas en informes de organismos tipo IPCC (página 91). Sin embargo, no tenemos más remedio que actuar con un grado de incertidumbre alto en tanto los científicos no debatan como es debido y no llegue a un consenso científico. No podemos depender de que se creen los equivalentes al IPCC (mejor sin intromisiones de los Estados burgueses) para tantos problemas como tenemos, pues resulta un tanto utópico esperar a eso dado que los científicos también tienen sus complicidades o sus servidumbres o, cuando menos, sus miedos para enfrentarse al sistema. No podemos depender de eso hasta el punto de la parálisis o de actuar imprudentemente según las previsiones más optimistas.

Nuestra estrategia debe ser lo suficientemente flexible, abierta como para afrontar el peor escenario pero a la vez poder servir para otro mejor. Eso lo que vengo procurando hacer, como se puede comprobar en los planteamientos sobre estrategia de los artículos dedicados al libro de Apilánez y al debate entre Santiago y Riechmann, que os pido leáis con mucha atención (que por pedir no quede).

Esta es la manera de “poner los pies en el suelo” a la hora de debatir todo el asunto. De lo contrario, corremos un riesgo enorme de caer en debates epistemológicos, filosóficos, etc., que sin duda son importantísimos e interesantísimos (lo digo sinceramente), pero que también pueden alejarnos demasiado de la realidad y llevarnos a desvariar, como tantas veces ocurre en esos campos del pensamiento cuando se desconectan demasiado de las exigencias materiales y políticas, y eso es muy fácil que ocurra. Cuando todo apunta a que un vehículo va a atropellarnos, resulta un poco tonto ponerse a valorar o discutir sobre las leyes de la física sobre el movimiento, el cálculo exacto de las probabilidades de ser arrollados, el impacto en los cuerpos, los posibles daños, etc.; más vale tomar una medida de precaución, casi instintiva, y luego valorar el riesgo real.

Si Santiago me dijese que no debo hacer caso, ni preocuparme por ello, porque responde a una metodología científica deficiente (sin demostrármelo sin lugar a dudas; son datos de la AIE y la OPEP, según Turiel), a una visión mecanicista y determinista a partir del reduccionismo energético, que políticamente no es eficaz sino contraproducente por causar miedo, por desmoralizador, por no generar esperanza y optimismo, etc., le diría que muy bonito y fascinante todo el discurso, pero que enfrentarse o no a algo no depende de lo agradable o desagradable que sea, sino de si se trata de algo auténtico o no.

Los socialistas y comunistas alemanes, con toda su ciencia económica, filosófica y política, y su gran experiencia desde el siglo XIX, e incluso el respaldo de un Estado como la URSS, infravaloraron el peligro de Hitler, creyeron que, incluyo si llegase al poder, caería muy pronto, y eso les costó a ellos y a millones de personas, la vida (dictadura terrorista nazi, II Guerra Mundial, genocidio judío), y no es ningún triunfo por su parte, ni consuelo para nadie, que acertasen en que no duraría muchos años en el poder (poco más de una década, 1933-1945). Mejor les habría ido si hubiesen comprendido y avisado a los alemanes de lo que se les vendría encima, aunque eso fuese muy poco optimista y esperanzador (ilusionante, que dicen ahora); puede que eso, combinado por un mensaje esperanzador (las posibilidades del socialismo para satisfacer sus necesidades; aunque la URSS no inspirase demasiada confianza, pues ya era Capitalismo de Estado) hubiese sido la combinación perfecta, pero no una cosa sin la otra o en la medida acertada, aparte otras consideraciones complejas pero imprescindibles sobre la evolución de la correlación de fuerzas en la lucha de clases en Alemania desde 1918, en particular desde 1923, en las que no puedo entrar aquí (va por lo que dice de ellos en la página 171, de que sobre todo dijeron la verdad y metieron miedo ¡poco metieron!; mientras los nazis mentían y generaban esperanza).

Prefiero gritar “¡que viene el lobo!” por confusión prudente, a no hacerlo porque en la oscuridad o la niebla no tenga la certeza al 100% de si es un perro o un lobo hasta plantarse ante mí y que sea ya tarde, pues debo contemplar las probabilidades de que sea uno u otro y los riegos por callar (la matanza en el rebaño) o gritar (que se choteen de mí).

Santiago, en la página 18, tras citar a Walter Benjamin, hace referencia al cuento del pastor y el lobo (https://es.wikipedia.org/wiki/El_pastor_mentiroso ), diciendo que sí, muchas veces, cada degeneración, ha pensado que vivía en un tiempo de abismo inminente, pero que ahora todo apunta a que eso es más real y está más cerca. En el Capítulo 7, Santiago cuenta su experiencia personal con la espera de la inminente llegada del colapso (ya con la crisis del 2008) que no acudía a la cita aparentemente ineludible. Pudiera volver a ocurrir (aunque es muy improbable, pues ya no pueden sacarse de la manga el “petróleo” del fracking), pero antes de descartarlo así ¿no convendría estudiar en serio la probabilidad de que esas previsiones esta vez sí se cumplan y empezando por un gran descenso para 2025-2030 y tomárselas con el criterio de precaución que debemos tener, tanto más, considerando las enormes consecuencias, sobre todo ideológicas y políticas, que acarrearía nuestra negligencia?.¡A ver si va a resultar que antes hubo precipitación y por eso, ahora, como en el cuento, que sí que de verdad “llega el lobo”, no lo creemos y nos pilla totalmente desprevenidos y vulnerables!. ¿O es que ahora pensamos que eso no tendría por qué llegar a ocurrir nunca, ya que antes se reducirá la demanda gracias a las renovables y no tendremos déficit de oferta? Eso contradeciría todo lo que durante años me han enseñado los ecologistas y sus expertos.

En lugar de hacer cuestionamientos genéricos a las previsiones de los colapsistas en base a informes optimistas, convendría empezar por esto que es bien concreto y para un plazo corto y que para colmo puede ser políticamente trascendental para nuestra fuerzas cara al futuro del colapso.

Porque llama mucho la atención que Santiago dedique todo un capítulo (el 3) a “Los sesgos científicos del colapsismo” y el 4 a “Las trampas teóricas del colapsismo”, pero, salvo quizás por alusiones sin dar nombre, no diga absolutamente nada sobre la previsión que, machaconamente, conferencia tras conferencia, video a video, apoyándose en los informes de la AIE y últimamente de la OPEP viene haciendo Antonio Turiel (véase en mi artículo https://kaosenlared.net/2025-colapso-y-estrategia-propuesta-internacional/  , los vídeos especialmente importantes de su conferencia del día 2-5-2023, en la nota 9). ¿Le resulta a Santiago complicado –siendo una figura pública tan notable, lo que no es mi caso- contactar con Antonio Turiel y plantearle seriamente sus dudas, si las tiene, y ver qué responde, ante un asunto que el mismo Turiel cree que es ya imperativo llevar al conocimiento de la gente en evitación precisamente de esas nefastas consecuencias políticas? ¿No puede Santiago ofrecer una explicación alternativa a la de Turiel que nos demuestre que no tenemos por qué preocuparnos en un plazo tan corto?.

El error no sería comparable al de negar la existencia de cisnes negros cuando no había ninguna evidencia, sino al de hacerlo cuando ya se había observado uno, siquiera volando en la distancia. Tras tantísimas disquisiciones sobre ciencia y metodología, etc. (por otra parte, no carentes de interés, lo digo en serio), nos encontraríamos en un situación parecida a la de Galileo Galiei (página 87) que, tras tener que abjurar de su visión correcta del Universo que contradecía a la Biblia y a los sabios teólogos de la Iglesia (era la Tierra y los planetas los que giraban alrededor del Sol y no estos alrededor de la Tierra) ante al Tribunal de la Santa Inquisición, supuestamente debió decir aquello de “y sin embargo, se mueve” la Tierra (https://es.wikipedia.org/wiki/Eppur_si_muove ), siendo en esta ocasión, claro está, salvando las enormes distancias, ese tribunal, Santiago, y nosotros los/as colapsistas, Galileo.

Y esto lo digo con la humildad que corresponde a quien no tiene nada que ver con Galileo, pues, a diferencia de él, no soy experta en nada, y dependo totalmente de expertos como Antonio Turiel.

Quienes queremos que las cosas mejoren, o cuando menos no empeoren, o como mínimo, empeoren lo menos posible que podamos, no tenemos más remedio que tomarnos muy en serio previsiones con la trascendencia como las expuestas por Antonio Turiel. No hacerlo sería completamente irresponsable por nuestra parte. Pero necesitamos saber que están fundadas.

¿Qué pensaríamos si se filtrasen informaciones sobre los preparativos para una guerra nuclear relámpago, por sorpresa, con la intención de asestar un golpe definitivo al enemigo, pero en la que sería inevitable un cierto riesgo de que se les fuese de las manos y terminásemos en un “invierno nuclear” y adiós a todo?. ¿Diríamos que no estábamos totalmente seguros de la fiabilidad de la fuente pues querría mantenerse, por su propia seguridad, en el anonimato (¡como si fuesen a facilitarnos la tarea!, ¡como si a la fuente no fuesen a intentar silenciarla “discretamente” –huy, ¡qué mala suerte!, alguien se ha caído por la ventana al tropezar con el gato negro que no tiene- o meterla de por vida en la cárcel “por alta traición”!), que había que crear no se qué comisión parlamentaria que, lógicamente, estaría integrada también y sobre todo, por los defensores a ultranza del Estado burgués, sus ejércitos, los planes de “defensa”, etc., y sometidos al silencio por recibir información de alto secreto y bla, bla, bla?. O “por si acaso”, nos podríamos en marcha contra la guerra nuclear, exigiendo el desmantelamiento del arsenal, etc.?. O simplemente permaneceríamos tan pasivos como hasta hoy pese a las advertencias, con cifras y fechas, de Antonio Turiel.

Imaginemos que no hacemos nada para preparar a la gente para esa crisis, que llega, que tiene un enorme impacto, como la crisis de los 1970 y el 2008, y graves consecuencias en la conciencia de la gente y ascenso de la reacción. ¿Qué balance sacaremos de la total incompetencia de los colapsistas y de la ceguera de quienes se han negado a reconocer que eso venía?. ¿Qué justificación tendremos cuando nos lo estaban ya avisando con mucha antelación la A.I.E. y la OPEP, y Antonio Turiel?. ¿Qué le contaremos a la gente cuando nos pregunte a qué nos hemos dedicado?. ¿A discutir sobre el sexo de los ángeles, hacernos “pajas mentales” y levantar “castillos en el aire”?. ¿Una nueva derrota estratégica a sumar a nuestra ya abarrotada colección? ¿La bancarrota del ecologismo a la hora de la verdad?. Por supuesto, también de marxistas y anarquistas, aunque a eso ya estamos acostumbrados/as.

Las nefastas consecuencias (derrota estratégica, derechización ucraniana en 2014, apertura al curso a la guerra en Europa y el mundo en 2022, debilidad extrema ante la entrada en el colapso) que acarreó la pésima estrategia planteada desde 2012 ante la ofensiva austericida en la Unión Europea, al ser incapaces de plantearnos una estrategia europea de unidad de nuestra clase como corresponde ya en la U.E., no serían nada comparadas con las implicaciones a medio y largo plazo que tendría una derrota ante la crisis energética de 2025-2030.

Si no somos capaces de plantearnos el asunto en estos términos, mejor nos dedicamos a otra cosa y, al menos, no haremos el ridículo, ni perjudicaremos a nadie.

III.- HABER LLEGADO al COLAPSO es la PRUEBA de NUESTRO FRACASO MÁS COMPLETO. NO HAY LIBERACIÓN GRACIAS AL COLAPSO. El “decrecimiento” del capitalismo solo puede suponer su COLAPSO. Un sistema zombi y asesino. No seamos cómplices. El GRAN RELATO para ganar la principal y primera batalla. Lo que no te cuentan de la crisis de recursos y el colapso. ¿QUÉ ESTRATEGIA para TRANSITAR DURANTE el COLAPSO?. SIN INTERNACIONALISMO PROLETARIO ¡ESTAMOS MUERTOS/AS!.

Mi reflexión es ante todo política. Yo no vengo del campo científico, ni del ecologismo, sino de la militancia del marxismo antiestalinista (no del anarquismo). Para mí, el colapso del capitalismo, y no digamos de la civilización industrial, supone un desastre total (debiéramos superar el capitalismo con la revolución, no que se hunda y nos arrastre con él), una regresión para la Humanidad y un altísimo riesgo de extinción (guerra nuclear como “huida hacia adelante” ante los problemas del colapso, como he argumentado extensamente; crisis agrícola mundial, aparte toda la problemática de la Sexta Gran Extinción). Yo NO hago la apología del derrumbe de la civilización industrial, NI pongo en el colapso la menor esperanza de liberación. Terminaremos o extinguidos o, en el mejor de los casos, pasando muy probablemente por el ecofascismo, en otra sociedad de clases de explotación y con Estado; la única anarquía que tendremos no será la de los libertarios, sino la del caos; y el único comunismo al que podremos aspirar seguramente será el comunismo primitivo del tipo del Paleolítico superior para una población mundial ínfima de recolectores-cazadores (allí donde todavía haya algo que cazar). Así que, yo no tengo el menor interés morboso en el colapso, ni tengo nada de masoquista, y si de algo sirviese, estaría todos los días rezando a Dios con esta oración: “Del colapso y sus derivas, ¡líbranos Señor!”. Y la inmensísima mayoría de los colapsistas, seguro que me acompañarían.

Mi planteamiento NO tiene nada que ver con el mensaje de “aprendamos a vivir y morir en el Antropoceno” o “adaptarnos a vivir en el colapso” o mierdas de resignación por el estilo. Nada de supervivencialismo ni individualista a lo yanqui (como los refugios-bunkers familiares ante la guerra nuclear, cargados de víveres, armas y munición), ni tampoco colectivo (cultivar en los parques públicos de las ciudades, y hasta en las macetas del balcón ¡pobres, mis geranios!). Mi planteamiento es el de llevar la batalla política lo más alto, profundo y extenso que podamos, hasta el final, hasta la muerte, precisamente para conseguir sobrevivir.

Sí, hemos sido lo suficientemente imbéciles como para no luchar cuando lo teníamos incomparablemente más fácil (como la pasada década), así que ahora lo tendremos incomparablemente más cuesta arriba, pero es lo que nos hemos buscado, lo que hay, lo que toca. ¿Vamos a ser ahora rematadamente imbéciles como para tampoco hacerlo, de modo que el sistema nos mate y remate?.

Con el colapso, a lo que debemos aspirar es sobre todo a evitar sus peores derivas ecocidas, genocidas, extincionistas, y con solo eso, ¡ya tendremos una tarea titánica muy difícil de ganar!. Haber llegado hasta el colapso supone una derrota total, el fin de los proyectos de autoliberación humana, si no nuestra extinción. Y aun así, por si estuviese equivocada, procuro establecer una estrategia que todavía haga factible llegar a algo mejor si es que tal cosa fuese posible. Pues, ante un escenario tan absolutamente novedoso para la Humanidad y las ciencias sociales, no puedo tener una certeza total, sino un elevado nivel de incertidumbre para que el que también debemos tener un abanico de respuestas o una vía que permita abrirlo llegado el momento que no sabemos cuándo podría ser, si es que pudiese ser (NOTA 5) .

No comprenderemos bien la entrada en el colapso si no entendemos cuál ha sido la historia del capitalismo moderno o productivo-industrial. El siglo XIX fue su “siglo de oro”, el del crecimiento vertiginoso con resultados increíbles que asombró a todos (véase los elogios del Manifiesto Comunista de 1848) y le llevó a la expansión colonial-imperialista. Pero ya llegado el siglo XX, el capitalismo choca brutalmente con lo que era su contradicción intrínseca, endógena (interna): entre el carácter social o colectivo de las fuerzas productivas (no estamos ante pequeños productores individuales que se encuentran en el mercado, sino grandes masas fabriles, un mercado nacional e internacional…) y sin embargo, unas relaciones sociales de producción caracterizadas por la separación de los productores (trabajadores asalariados) del dominio social de los medios de producción por la gestión y apropiación minoritaria (privada o burocrático-estatal) de los mismos, por lo que el sistema se regula o por el mercado o la planificación burocrática (capitalismo de Estado en sus diversas versiones más o menos amplias o integrales), con todas sus deficiencias. Esta contradicción o conflicto había existido desde su inicio y por eso se expresaba también en una lucha de clases (sobre todo entre la burguesía o clase capitalista y el proletariado o clase obrera o trabajadora) que el Estado burgués trataba de mantener dentro de unos límites para asegurar la estabilidad del sistema, al servicio, ante todo, de la clase capitalista (privada o tecnoburocrática). Estas contradicciones conducen a inevitables tensiones económicas que se expresan en las crisis, ya casi incontables, como la espectacular de 1929 y 2008, y a inevitables fricciones y choques que se expresan a escala internacional en el enfrentamiento militar entre los Estados burgueses, como las dos guerras mundiales, la Guerra Fría, etc. Esto debería haber sido resuelto por la clase trabajadora (obrera o proletariado) ya con motivo de la I Guerra Mundial, como tarde en las décadas de los 1970-80 (con la revolución a escala internacional y el inicio del decrecimiento ecosocialista) que es cuando el Club de Roma emite su informe de “Los límites del crecimiento” (1972), advirtiendo que para las primeras décadas y mediados del siglo XXI, el capitalismo y la civilización industrial encontrará unas limitaciones externas al desarrollo de las fuerzas productivas, por los límites en los recursos naturales y por la degradación medioambiental, y es en esa misma década cuando ya se anuncia la marcha hacia el calentamiento global del planeta. Hasta entonces, el siglo XX fue el largo siglo de la decadencia del capitalismo (entendido así, en contra del criterio de Eric Hobsbawm  https://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XX_corto ), pues sus espectaculares desarrollos solo fueron posibles a costa de la destrucción gigantesca de bienes y vidas humanas (también la principal fuerza productiva sin la cual el resto no funciona) provocada por dos guerras mundiales y muchas otras, y un despilfarro enorme de recursos (obsolescencia programada, complejo militar-industrial, crisis, guerras), y en vez de empezar a pisar el freno desde el informe al Club de Roma, continuar esa marcha (neoliberalismo, globalización, financiarización, más calentamiento global, más despilfarro de recursos básicos…), siendo por tanto cada vez más una traba al desarrollo armonioso de las fuerzas productivas y de la Humanidad en su relación con la Naturaleza y una amenaza creciente para la existencia misma de la Humanidad (guerras, guerra fría nuclear, contaminación, calentamiento global; amenaza potencial de una Inteligencia General Artificial) incluso de la vida en el planeta (Sexta Gran Extinción). Valorar de otro modo al capitalismo es como si pusiésemos en primer plano las campañas comerciales de rebajas o la salida del último y sofisticado modelo de esmarfon y no que, por vía “pacífica” o violenta, nos lleva hacia la extinción.

Con el siglo XXI nos encontramos con que seguimos arrastrando esa traba y esa amenaza, y además el capitalismo ya no sufre sólo de sus límites internos, endógenos, sino que se encuentra con límites externos o exógenos para el desarrollo de las fuerzas productivas, de su propio crecimiento, en los límites de los recursos naturales (energía, materias primas, ruptura de ciclos naturales del nitrógeno y de fósforo, biodiversidad…) y la extralimitación en los sumideros (atmósfera, mares, tierra; calentamiento global, contaminación general). El problema ya no es solo las relaciones sociales de producción y dominación capitalistas, sino la crisis del potencial mismo de desarrollo de las fuerzas productivas para la Humanidad, lo cual hace insostenible no sólo, como ya lo fue desde comienzos del siglo XX, el capitalismo, sino incluso ya la propia civilización industrial (sea capitalista o socialista-comunista o anarquista), cuando menos en nuestra escala.

Esto conduce al capitalismo y la sociedad industrial al colapso (para comprender lo que es el colapso genérico, no específicamente capitalista, véase la entrevista a Joseph A. Tainter  https://www.15-15-15.org/webzine/2023/01/14/la-gran-simplificacion-hagens-tainter-1a-parte/  —       https://www.15-15-15.org/webzine/2023/04/07/la-gran-simplificacion-hagens-tainter-2a-y-ultima-parte/  ), lo cual, durante un periodo de tiempo, sobre todo al comienzo, supondrá una amenaza aun mayor para la existencia de la Humanidad y la vida planetaria al aumentar el riesgo de la guerra nuclear como rápida huida hacia adelante y “solución” capitalista, genocida, en la lucha por recursos declinantes.

Para mí no tiene sentido hablar de decrecimiento sostenido en el capitalismo (no estamos hablando de una crisis, coyuntural, por importante que sea), pues es un sistema que funciona en base al ciclo Dinero-Mercancía-Dinero más (D-M-D+ , o D-M-D´) que sigue con D+ – M+ -D++, y así sucesivamente (¡no a la inversa!), en base a la acumulación de capital (gracias a la parte del beneficio obtenido en la explotación del trabajo que se invierte como capital adicional al previo recuperado tras la venta) que implica crecimiento económico; no es un sistema que lo mismo crece que decrece (como el fuelle de un acordeón se expande o comprime como forma normal de buen funcionamiento), pues decrecer como estrategia es contra natura para él, contrario a lo programado en su ADN, fallando estrepitosamente, fracasando. El decrecimiento sostenido supone que está colapsando (desplomándose) como sistema, por mucho que haya empresas que sigan acumulando capital, pues ya se estará haciendo a costa de que otros capitales desaparezcan, en un juego de “suma cero” (yo gano porque tú pierdes; ya no sería win-win, o sea, ganar y ganar), cuando antes, aunque también había empresas que perdían en la competencia, sucedía en una escala mucho menor de la que se dará, pues entonces todavía había grandes oportunidades para los que ya estaban y para la entrada de jugadores nuevos (yo gano, tú ganas, él gana, nosotros ganamos, vosotros ganáis, ellos pierden), pero eso se acabará con el colapso. Caemos en algo así como el capitalismo “caníbal” (visto desde el capital particular), o “autófago” (se auto fagocita; visto globalmente), no el que, con su crecimiento, se expande desintegrando y asimilando sectores todavía no capitalistas (como era todo el mundo no capitalista del colonialismo) o mercantilizando lo que no lo estaba aún (como el sector de cuidados); lo cual no quiere decir que, determinados capitales, no traten de seguir exprimiendo todo lo que puedan, aunque esa dinámica ya no se pueda generalizar pues el sistema, entendido globalmente (como debe hacerse), colapse.

Sin duda, a fin de evitar que este proceso sea demasiado, caótico, violento y contraproducente para el capital en su conjunto, teniendo en cuenta que “no habrá para todo lo que sí había antes”, los organismos más importantes del capitalismo, como son los principales bancos, y sobre todo el propio Estado burgués, velando por los intereses estratégicos del capital (beneficiando siempre a los más poderosos), priorizarán las inversiones en aquello sea más conveniente a medio y largo plazo para la supervivencia del capital (que no es lo mismo que para la nuestra y de cientos de miles de especies), y sin esperar a que el propio mercado haga la depuración, desinvertirán y desincentivarán aquellos tipos de actividad económica que le resulte inviable, insostenible, superflua, prescindible (a sus intereses), para orientar los recursos a lo que es más importante para intentar conseguir un “colapso controlado” del capitalismo (ya sabemos cómo los arquitectos, ingenieros y expertos en explosivos, pueden conseguir que, un edificio condenado al colapso, lo haga de un modo controlado) o lo menos descontrolado posible (lo más seguro). De modo que veremos cómo el Estado burgués se refuerza en su papel orientándose hacia el capitalismo de Estado, aunque no sea necesariamente en su forma integral como se conoció en la URSS, pero si pareciéndose a lo que pudo ser en España durante buena parte del franquismo, en la Alemania nazi, en el New Deal norteamericano, en general en las economías de guerra, trasladándose al consumo de masas, tal vez, en forma de “cartilla de racionamiento”. Es decir, algo muy diferente y opuesto de lo que se tiende a querer describir con el término “Estado fallido”.

Pero esto, por ahora, no podemos preverlo con total seguridad. Pues también “irá por barrios”, dependiendo de la fuerza del capitalismo en cada país, sus características, la de su Estado burgués, tradiciones y experiencia, la correlación de fuerzas entre las diversas fracciones del capital y con la clase trabajadora y sectores populares. Efectivamente, puede haber países, sobre todo los ya muy pobres, consumidos por batallas internas, que ya se definen con ese término tan elástico y desde criterios burgueses, como “Estado fallido” que, efectivamente, se derrumbe todo y sea un caos de lucha entre ejércitos particulares, clanes, regionalidades, bandas de diverso tipo, etc. (mi imaginación vuela hacia partes de África ya condenadas por guerras previas –Libia- o por el avance de la desertificación y las sequías bíblicas).

Y esto es lo fundamental a la hora de reconocer el colapso del capitalismo (arrastrando consigo a la civilización industrial), no si el ritmo será muy rápido, menos o más lento. Eso todavía no lo sabemos con seguridad. No tenemos ninguna experiencia al respecto con el capitalismo mundial, solo crisis, y sabemos que pueden ser más o menos graves y con secuelas que pueden ser o no catastróficas, pero no es, ni remotamente, lo mismo. Que alguien se vaya a morir porque su enfermedad lo ha sentenciado, eso es lo más relevante, no si tardará o sufrirá más o menos. Y eso es diferente de la decadencia de su envejecimiento, por muchos achaques que padezca. Por eso las objeciones que pone Santiago al concepto del colapso, no tienen valor para cuestionarlo, a lo sumo solo para indicar que todavía sabemos poco de él, inevitablemente del capitalista, y que por tanto, nos resulta más complicado establecer una prospectiva y estrategia correctas y bien ajustadas desde ahora. ¡No tenemos una bola de cristal para la adivinación!.

No hay que obcecarse con símiles como el colapso de un edificio y de ahí pensar que el capitalismo colapsará también a toda velocidad, o si no lo hace así, es que no es un colapso. Ni siquiera nos sirve comparar el tiempo que necesita un edificio para colapsar comparado con el tiempo que tardó en construirse o con el que estuvo en pie, pues eso depende de muchos factores, como la calidad de la hechura del edificio, si le ha afectado un terremoto, etc. En Turquía, en el último gran terremoto de febrero de 2023, hemos visto colapsar los edificios modernos y recientes de ciudades enteras, por su pésima calidad, y sin embargo, muchas construcciones del Imperio Romano siguen en pie pese al paso de los siglos (pero el Imperio Romano esclavista colapsó), y los edificios modernos de Japón aguantan terremotos de mucha magnitud. Tampoco ayuda en nada darle vueltas a escenarios imaginarios sociales apocalípticos tipos “Mad Max”.

Lo importante es lo que explico aquí: la incompatibilidad del capitalismo con su decrecimiento sostenido, supone su colapso, porque el decrecimiento sostenido es insostenible para el capitalismo, es contra natura.

Por eso, incluso cuando durante el siglo XIX, cada siete años, se producía un “decrecimiento” (crisis periódica), o a partir de 1929, o en la década de los 1970, o a finales de los 1980 (sobre todo en el bloque del Este), o en 2008, solo por mencionar los mayores, a eso nunca se le ha llamado decrecer (como si fuese tan simple como la expansión y contracción del músculo del corazón), sino con un término mucho más dramático, lóbrego y lúgubre que es depresión, crisis, crac, por toda la ruina y sufrimiento que causaba, y aunque había un punto de “destrucción creativa”, la destrucción tenía menos gracia aun cuando la salida era tan “creativa” como una guerra, como la II GM que supuso la verdadera “salida” definitiva de la de 1929 a cuenta del rearme generalizado y su “creatividad destructiva”. Solo eso permitió un largo ciclo, sobre todo en los países ricos, llamado de “los 30 gloriosos”, hasta la década de los 1970, la crisis del modelo fordista keynesiano y la huida hacia adelante del neoliberalismo-globalización-financiarización, con las consecuencias que ya conocemos, que cuando ya había que frenar a tope, siguieron acelerando hacia la crisis ecológica total y el colapso.

Y cuando hablo de “decrecimiento” del capitalismo, no se debe confundir con la traba que supone al desarrollo, la cantidad de recursos que el capitalismo despilfarra en obsolescencia programada, militarismo, burbujas financieras, etc., es decir, el crecimiento potencial desperdiciado. Si un infante, adolescente, joven, no come todo lo bien que sería deseable, no hace otro tanto con el ejercicio físico, no disfruta de buena atención médica, no diremos que está decreciendo, sino que no crece y se desarrolla todo lo bien que permitiría su dotación genética (su potencial). Comparemos la media de la altura de los chicos/as de hoy con los de mi generación y previas; ¿nosotros/as decrecíamos?; bueno, ahora sí, porque con los años tendemos a encogernos y encorvarnos (aun otros/as también ensanchando a base de echar barriga y gorduras –no es mi caso, que conste, que todavía estoy como para Instagram y ¡sin filtros!-).

El decrecimiento sostenido en el capitalismo, considerado globalmente, sería como una depresión muy dura (1929), permanente, sin fin, sin salida pacífica. Si un solo Estado burgués controlase todos los recursos mundiales, entonces su economía sería ya la economía-mundo, y es la economía mundial la que está condenada a decrecer, aunque a escala de determinados países (fuesen o no antiguos Estados), territorios regionales, ramas de la producción, el decrecimiento pueda ser desigual y combinado, “por barrios” (“yo decrezco menos pero a costa de que tú lo hagas más –lo tuyo además de parte de lo mío-”).

Esta diferencia por sectores de actividad o “por barrios”, en la manifestación del colapso, la aprovechará la burguesía para negar que se trate del colapso, alegando que es problema de determinado sector de la producción (“coyuntural”, “cuellos de botella”, “en el suministro”, “en la cadena de valor”, en la demanda, etc.), o de unos países (por “mala gestión”, corrupción, o lo que fuere). Pero unas estadísticas serias a escala mundial y una serie de indicadores relevantes, no darán lugar a dudas (nivel de la producción por sectores –en medidas físicas-, niveles de consumo, recursos para la sanidad y educación públicas, descenso de la esperanza de vida, etc.). ¿Les haremos el juego, negando nosotros también que se trate del colapso, facilitando así la desorientación y el shock que sufrirá la gente, y dificultando la deslegitimación del capitalismo y sus Estados burgueses, saboteando nuestra propia estrategia ante el colapso?.

Si el colapso “irá por barrios”, es muy probable que le vaya mejor a los Estados burgueses que ya son ricos, “exportando” parte al menos de lo que les correspondería del colapso, a países pobres, empobreciéndolos todavía más. De modo que en esos Estados ricos sería más fácil disfrazar la situación echando a los pobres la culpa de su desgracia y que la burguesía negase la existencia misma del colapso del capitalismoSi para colmo, nosotros negamos que lo que está sucediendo es el colapso del conjunto del sistema pero, gracias al imperialismo, de modo desigual (unos más que otros) y combinado (unos menos porque “traspasan” su parte del colapso a otros), nos estaremos convirtiendo en cómplices de esa maniobra imperialista, y lo que sigamos creciendo y transitando ecológicamente no se deberá a nuestros propios méritos, sino a costa de los demás.

Sin embargo, en tanto hubiese eliminado a la competencia productiva y a consumidores de recursos, todavía habría margen para crecer. Precisamente por eso, en teoría, sería posible que en determinadas partes del mundo siguiese creciendo el capitalismo en tanto en otras se derrumbase por completo (dando paso a algo peor). Pero eso mismo, agudizaría hasta lo nunca visto las contradicciones interimperialistas (“muere tú, para que viva yo”).

Imaginemos que los EE.UU. (Estados Unidos) consiguiesen salir bien parados de una guerra nuclear limitada en la que hubiese aplastado a China y eliminado, durante ella, o por abandono genocida (hambrunas, epidemias…), a 700 millones (de los algo más de 1.400 millones que son ahora) de chinos. Seguro que, durante un tiempo, “sobrarían” muchos recursos y hasta podría hacer emigrar a parte de su población a China como colonos para explotar directamente el país y sus habitantes.

¿Diremos que semejante hecatombe no es parte del colapso del capitalismo?. ¿Porque en eso no ha intervenido ningún “Estado fallido”, aunque el resultado fuese la desaparición del Estado chino y su sustitución por una administración dependiente, sin soberanía?. ¿Que semejante colapso de la población mundial, que supone un colapso también de fuerzas productivas (humanas), no forma parte de ningún colapso del modo de producción y civilizatorio?. ¿Que no hay una diferencia cualitativa con la suma de muertos durante las dos guerras mundiales y todas las demás del siglo XX, no digamos del XIX?. ¿Qué no es para tanto porque, total, ¡no son más que chinos!?. ¿No sería eso una visión occidentalista imperialista, racista y genocida?. ¿Qué opinión tendrían de eso los chinos supervivientes o los desaparecidos si se les pudiese encuestar?.

Si atribuimos la II Guerra Mundial sobre todo a la crisis de 1929 (resultado, a su vez, de la entrada del capitalismo en su etapa de decadencia), ¿esa guerra no tendría nada que ver con la entrada del capitalismo en su colapso?.

Este escenario imaginario se parece mucho a los planes de Hitler para la URSS, está entre otros muchos posibles (otra cosa es, cuán probables), y es infinitamente menos fantasioso que el de un ilusorio colapso del capitalismo y sus Estados que dejarían el paso libre para la implantación de una civilización ecoanarquista, ecofeminista, ecoLGTBI, etc., que todavía pueda esperar algún colapsista.

Que ese escenario chino, aunque posible, sea bastante improbable, se debe a que no sería tan feliz para los EE.UU., y sus aliados, pues seguro que todos acabaríamos implicados, pues bastaría con que EE.UU. sufriese un contraataque en su territorio continental (los chinos no ofrecerán “la otra mejilla” –ni siquiera son cristianos- y harán todo lo posible por devolver los golpes con su armamento nuclear), para que se tuviese que movilizarse la OTAN, y como Rusia dependería para su supervivencia económica de China, y la OTAN ya ha fijado su “hoja de ruta” contra Rusia y China, pues “¡hala!, todos a la guerra”, en un conflicto global y nuclear que puede terminar en el invierno nuclear y la extinción.

Este ejercicio de imaginación es importante por su resultado final, para que comprendamos que, así como “todos los caminos llevan a Roma”, en el capitalismo actual y en colapso, sobre todo al comienzo, por una vía u otra podemos acabar rápidamente en un conflicto militar nuclear y mundial, y por ello, el asunto de la guerra debe estar en un primer puesto de nuestra agenda.

Si estuviésemos en una sociedad ecosocialista y se nos presentasen problemas de recursos, necesitaríamos un ajuste, quizás incluso muy duro, pero eso no supondría ir contra ningún ADN social (aunque sí contra sus mejores aspiraciones), pues el ecosocialismo no se rige por D-M-D+, sino, digamos, por Recursos-Producción-Necesidades satisfechas, y por ahí vendrían los ajustes. Se parecería a un acordeón que tanto puede expandir su fuelle como comprimirlo sin por ello dejar de funcionar bien, aunque la música resultante varíe (me perdonen los/as acordeonistas si me he equivocado  https://es.wikipedia.org/wiki/Acorde%C3%B3n ).

Lo puñetero del asunto con el capitalismo es que, como el decrecimiento para él viene a ser como una enfermedad terminal que le consumiese, no puede funcionar bien ni para sus parámetros habituales, como sería el caso (aunque con sacrificios), de un decrecimiento controlado ecosocialista; y si ya de por sí el capitalismo tiene problemas (sus crisis típicas) y causa desastres de todo tipo (sociales, políticos, medioambientales, guerras locales y mundiales…), si una crisis como la de 1929 no tuvo más salida real que la II GM (no fue el New Deal de Roosevelt, sino la II GM lo que salvó al capitalismo norteamericano y le permitió su expansión mundial; y era la II GM la salida para el capitalismo alemán sin colonias y hundido por la crisis de 1929), con el colapso, el riesgo a que ocurra todo eso y más (ecofascismo, guerra mundial y nuclear), es todavía mayor, pues el capitalismo estaría fuera de control (“controlar” un vehículo que, involuntariamente, desciende ladera abajo, evitando estrellarse contra un árbol o una roca, no es tener una conducción controlada y normal) incluso para la burguesía y sus Estados, crecientemente irracionales, “huyendo para adelante” más que nunca.

Santiago reconoce que, sí o sí, decreceremos, por las buenas o por las malas, y que será para un período de tiempo muy largo. Pues bien, si hay decrecimiento sostenido del capitalismo, no tendremos otra cosa que colapso del capitalismo. Llamarlo de otra manera sería un ridículo eufemismo para no reconocer la verdad, como referirse a quien ha fallecido sin mencionar que ha muerto, solo diciendo que “ha pasado a mejor vida” o “se ha ido al otro barrio”, como si le hubiese tocado el premio gordo de la lotería, o simplemente cambiado de domicilio habitual. A no ser que cuando él habla de decrecimiento esté pensando en decrecimiento de las emisiones o simple decrecimiento por una mayor eficiencia energética y en el uso de los recursos, pero sin que el capitalismo deje de seguir acumulando capital a escala global. Y eso no es el decrecimiento que a mí me han venido explicando hasta ahora los supuestamente mejores defensores del decrecimiento. En términos de eficiencia energética y reducción de costes por aumento de la productividad del trabajo, el capitalismo ha estado “decreciendo” desde siempre (dentro de los límites impuestos por la naturaleza, porque la TRE del petróleo era inicialmente del 100 – con el equivalente energético a un barril invertido, se obtenían 100- y ahora puede estar en solo 8  https://es.wikipedia.org/wiki/Tasa_de_retorno_energ%C3%A9tico ).

Daos cuenta de la diferencia política, en cuanto a denuncia y condena, que supone decir que el capitalismo está en crisis (una de tantas), en declive histórico (eso ya empezó a comienzos del siglo XX) o en colapso (siglo XXI). Lo primero (en el siglo XIX) puede ser una crisis de crecimiento, como los “estirones” de los niños, que les duelen los huesos, etc. Lo segundo equivale a entrar en la fase más adelantada de la edad adulta y de la vejez, incluso estar ya senil. Lo último, convertirte en un sistema zombi, que ya debiera estar bien muerto, pero sigue “viviendo” a costa de la vida, por nuestra impotencia para acabar a tiempo con él, con una revolución de dimensiones planetarias.

En el supuesto de esa guerra “exitosa” contra China, no es lo mismo el relato de que se trata de una monstruosidad genocida producto del capitalismo ya en colapso, de un sistema zombi y asesino, que aceptar el tipo de relatos que ellos generarían: “hemos luchado por la supervivencia contra quienes nos estaban negando esa posibilidad”, etc. Como, en el caso de Hitler, personalizarlo todo en él, o mejor, hacerlo en las condiciones de la Alemania tras el Pacto de Versalles (fin de la I GM) y la crisis de 1929, o mejor aun, desvelar que lo de Hitler, Japón, Mussolini, Franco, Stalin, incluso el New Deal norteamericano, es fruto de la decadencia del capitalismo que llevaba a una guerra mundial tras otra, de la I GM a la II GM y luego la Guerra Fría y sus múltiples guerras locales. Que si Hitler subió al poder no fue por su “carisma”, sino sobre todo porque, desde la democracia burguesa, los grandes capitalistas y los aparatos del Estado burgués (ejército, policía…), le abrieron las puertas y pusieron la alfombra del paseíllo triunfal, para aplastar la resistencia de la clase trabajadora y lanzarse al expansionismo imperialista en Europa para crear ahí el imperio colonial que no tenía en Asia o África.

Si sigue habiendo negacionismo o reducción de la gravedad con el calentamiento global, con los fosfatos y muchas cosas más, cuando el colapso ya nos esté “pateando el trasero”, dirán que si es una crisis coyuntural, luego que si una crisis de adaptación a la transición ecológica, etc., con tal de evitar que cuestionemos el capitalismo como lo haríamos si dijésemos que es un sistema en colapso, un sistema zombi y malvado. Por eso no se trata de una mera cuestión nominal o de asustar o no, sino de buen diagnóstico o de hacer el juego a sus maniobras de ocultación para evitar en todo lo posible la deslegitimación de su sistema y su poder.

La clave para tener alguna opción a ganar, está primero en la lucha ideología, en la lucha por la verdad, y esta se traduce en un GRAN RELATO del capitalismo, como llevo explicando desde hace tiempo (desde la explotación del trabajo, a las crisis, las dictaduras, las guerras, la degradación planetaria, el colapso y la extinción). Sin un RELATO correcto perderemos la primera batalla, la de las ideas, la de la verdad, y a partir de ahí, una tras otra, en cadena, todas las batallas materiales.

¿Qué otros factores concretos tenemos para decir que hay un colapso, y un cataclismo (social, militar, medioambiental)?.

Santiago nos dice “Cualquier lector o lectora […] del ecologismo colapsista barajará umbrales temporales tan precisos y cercanos como estos sobre el pico de todos los combustibles líquidos, la quiebra de los sistema agroalimentarios o el declive del fosfato.” (página 98).

Sobre el fosfato de roca o fósforo, como fertilizante fundamental e imprescindible en la actual agricultura mundial, os diré que los umbrales temporales MUY alarmantes NO los fijamos los colapsistas, sino expertos mundiales de primera categoría nada sospechosos de anticapitalistas y colapsistas (su sitio https://www.opfglobal.com/  ). De todos los mega-problemas existenciales que tenemos, sigue siendo el más desconocido por la gente, incluso por los ecologistas es el menos y peor atendido pese a su importancia directa para nosotras/os y sus enormes implicaciones sociales y políticas. No sé si Santiago conoce ese panel internacional de expertos en el fósforo, pero si muchos lectores/as todavía no (señal de que no me han leído mucho), acudan, ¡SE LO RUEGO! (Bis), a mis artículos dedicados al tema y juzguen si el asunto no es como para ponerlo ya en un primer plano de la advertencia, la investigación y la denuncia, y en nuestra estrategia (NOTA 6).

Ya Antonio Turiel empieza a abordar el tema en sus conferencias (aunque sea en la parte de preguntas y respuestas), sacando a relucir la importancia del fósforo y sus tiempos apremiantes. Véase hacia el final de este recientísimo video, en la hora 1:43:00 de la   Conferencia: “Crisis energética global y sus falsas soluciones”, por Antonio Turiel 15-6-23 Almería  ;  en el minuto 12 empieza a explicar la inminente crisis energética, aunque con menos precisión que en otro video al que os remito en otro momento; en las horas 1:02:30 y la 1:13:30 la repuesta que da sobre el tema del colapsismo ¿a qué persona creéis que está haciendo alusión Turiel?; no me convence la argumentación de que con 10% de la energía consumida hoy viviríamos frugal pero estupendamente, hay algo importante que me parece que falla     https://www.youtube.com/watch?v=TvJYWMPTINE&pp=ygUOQW50b25pbyBUdXJpZWw%3D   (seguramente, si lo buscáis por el título del video, también estará disponible en la web  vidoevo.com  donde se puede descargar el video: ratón derecho sobre el video en marcha, Guardar video como mp4)

Santiago debiera decirnos expresamente si esto no es así, si eso no merece ya que lo consideremos como otra prioridad, si ello no es una amenaza de colapso de lo más básico (la alimentación mundial), si no se toman medidas a tiempo y a una escala gigantesca (todavía no estoy segura de si será posible, estoy a la espera, tras un año, de que alguien traduzca el documento completo desde el inglés). ¿Se quiere crear esperanzas en el futuro? Ahí tenéis un tema excelente para fomentarla e impedir que nos matemos por eso.

A mí no me sirve de nada que me vengan diciendo “no puede ser para tanto, seguro que hay solución” y vaguedades por el estilo, si no se responde bien en concreto a cifras, fechas, etc. Sería lo mismo que con el calentamiento global durante tantos años, restándole importancia, gravedad o urgencia, para vernos ahora como nos vemos, cada vez más cerca del “planeta a la plancha”.

Pues bien podría decirse, con los conocimientos actuales, que “el fósforo bien vale una guerra mundial” o que “el fósforo prendería la mecha de la guerra mundial”. Que todavía no lo hayamos puesto en un primer plano como se merece, demuestra nuestro escaso catastrofismo, pues parece que ni siquiera entre los colapsistas somos lo suficientemente conscientes de la catástrofe que nos acecha en varios planos, en 3D. También ¡lo poco zorros que somos!, pues no aprovechamos eso como una enorme herramienta de denuncia con mucho tiempo de antelación al que ellos quisiesen que la opinión pública mundial pusiese el foco sobre ese megaproblema. Si ya no tuviese solución (al menos, no en términos técnicos, sino por culpa del capitalismo, incapaz de hacer la transición a tiempo), estaríamos ya orientando la frustración, el terror y la ira, hacia el capitalismo y sus Estados, sacando a la luz lo que quieren ocultar, antes de que ellos lo hagan orientándolo hacia la inevitable guerra mundial y el genocidio. Siendo tan malos estrategas, está cantado que nos vencerán definitivamente. ¿Os percatáis de la dimensión de la jugada?.

Santiago también es consciente del salto cualitativo que ha supuesto la guerra en Ucrania en las tensiones inter-imperialistas, aunque no menciona algo de tanta trascendencia para comprender lo que puede ser el futuro, y para medir la correlación de fuerzas entre nosotros y ellos, como son los acuerdos de finales de junio de 2022 de la OTAN, “hoja de ruta” a una guerra con Rusia y China (potencias nucleares), y nuestra total pasividad e impotencia ante todo eso.

Debiera haber abordado este escenario bien posible (lo están planificando) como parte del colapso (sería una consecuencia del colapso) en vez de seguir sacando a colación en una entrevista a Público (18-6-2023) los imaginarios peliculeros tipo “Mad Max”. No estamos debatiendo con eso, sino trayendo aquí al debate, lo que es bien real YA: el rearme para una próxima guerra mundial y nuclear. Ese es nuestro verdadero “Mad Max” y nos las pelis protagonizadas por Mel Gibson.

Santiago hace un comentario elogioso a los logros conseguidos por los Verdes Centroeuropeos (página 189). Conozco muy poco sobre ellos, y no negaré que algo importante hayan contribuido a conseguir (¿el cierre de centrales nucleares?), pero con una mirada más estratégica, tengo la impresión de que, al menos el partido de Los Verdes alemanes ha perdido totalmente la mordiente que pudo tener en un primer momento (¡que lejanos me resultan ya aquellos años, con Petra Kelly!), ya muy integrados con la opción del capitalismo “verde”, y lo que es peor todavía, “más papistas que el Papa” en cuanto a la guerra en Ucrania, poniéndose del lado imperialista occidental, de la estrategia de la OTAN, y exigiendo siempre más y más armas y mayor compromiso con el Estado burgués ucraniano otanista, y hostilidad hacia Rusia (potencia nuclear).

A mí no me inspira la menor confianza una corriente política que dice protegerme de la crisis ecológica pero que, objetivamente, puede estar impulsando la llegada del invierno nuclear, aunque así “matará varios pájaros de un tiro”, pues no volveremos a preocuparnos de calentamiento global, ni de la ballenas, ni de los osos polares, ni de ná.

El problema de la guerra nuclear ni siquiera es algo específico del colapso pues ya viene desde el final de la II Guerra Mundial, y tuvo sus varios momentos críticos en los que a poco estuvimos del apocalipsis. Que incluso ante un asunto con tanta tradición y experiencia de importantísimas luchas en décadas pasadas estemos siendo incapaces de desarrollar una mínima campaña de protestas, delata el grado extraordinario de nuestra debilidad disfrazada por la espectacularidad de movilizaciones de muy secundaria importancia que tan gratificantes resultan para nuestros egos (como las feministas, LGTBI, antirracistas, por aumento de salarios, etc.), dicho sin ánimo de minusvalorar nada ni de ofender a nadie, pero todas/os admitiremos que un invierno nuclear es siquiera un poquito más trascendental que cualquiera otra causa trascendental que se os ocurra, y la manera más radical de que ya no debamos preocuparnos de ninguna.

Pero lo peor de esta vuelta (en realidad nunca se fue) de la amenaza nuclear es que se intensifica el riesgo, pues no está desligado, no podemos desligarlo en su curso en el tiempo, del agravamiento de los problemas energéticos, de minerales clave y alimentarios (gas natural y fosfatos de roca, para fertilizantes clave). De nada serviría que avanzásemos algo en la lucha contra el calentamiento global y en la transición energética, si por recursos varios, se viesen tentados a la guerra y metidos en ella, e incluso desde el inicio, con el deseo de dar un primer golpe sorpresivo definitivo, provocase la guerra nuclear implicando a todas las grandes potencias en su cadena de agresiones-defensas y compromisos de alianzas (Rusia, China, Corea del Norte, Pakistán / OTAN, Israel, India).

Porque el problema no es solo el colapso, sino el cataclismo (social, medioambiental, militar) que puede llevarnos a la extinción por varias vías.

Sí, son todas muy malas noticias y aunque asusten, más vale “susto que muerte”. Y si el susto es el único modo de advertir a la gente, a cientos de millones de personas, y de crear movimientos de masas que dividan a las burguesías, las frenen y paralicen en esa deriva, pues es lo mejor que podemos hacer: ponerlo en un primer plano en nuestra estrategia, en vez de apostarlo todo a las esperanzas en un mundo mejor, no alarmar, etc.

Si estuviésemos en la década de los 1970 habría muchos menos motivos para asustarse. Si los hay, debemos asustarnos pues eso nos obligará a movernos. No debemos ocultar ninguno de los motivos pues eso ayudará a tomar medidas preventivas o, cuando menos, orientar la ira contra las verdaderas causas y responsables. Los colapsistas no nos inventamos los motivos de miedo, si no que se los revelamos a la gente para que no la manipulen, y así tenga más opciones para salvarse. El miedo es una reacción positiva cuando sirve para ponerse en alerta y luchar por sobrevivir. El miedo solo provoca indefensión aprendida (https://es.wikipedia.org/wiki/Indefensi%C3%B3n_aprendida ), resignación e impotencia, cuando no se ve ninguna salida, y no es posible ver ninguna salida si ni siquiera se apunta a las verdaderas causas y responsables, si no termina por entenderse qué pasa, por qué y por culpa de quiénes.

No es el colapsismo el que, con el miedo, empujará a la gente para que caiga en brazos de los “salvadores” “demócratas” y fascistas que “solucionarán” los problemas a base de esquilmar a otros, genocidios y guerras (página 152). Si el colapso es inevitable, eso también será inevitable si previamente nosotros no estamos significando el colapso como una consecuencia del capitalismo y de los Estados burgueses, de modo que esos se vean como los culpables, no como nuestros salvadores, es decir, que no podemos aceptarlos como “pirómanos-bomberos”. Por tanto, quienes de hecho estarían empujando a la gente para caer en los brazos de los “salvadores” genocidas serían quienes negasen el colapso y/o no tuviesen una estrategia adecuada ante él.

La única manera de combatir el pensamiento conspiranoico reaccionario (página 152) es enmarcar el colapso en el RELATO de la plusvalía, del capitalismo y sus Estados que, desde la explotación, nos llevarán hasta la extinción.

El susto, el miedo, fue lo que llevó a decenas de miles de personas a manifestarse por el calentamiento global, contra la política de los Estados, no una propuesta en positivo como por la reducción de la jornada laboral.

El susto, el miedo, no impidió sino que impulsó las luchas masivas en buena parte de Europa y otros países contra la instalación de los euro-misiles atómicos en la década de los 1980. El susto no paraliza, sino que moviliza, salvo que la gente se encuentre ante hechos consumados, ante la imposibilidad de cambiar absolutamente nada. Precisamente para no encontrarnos en ese escenario de impotencia y resignación, es por lo que debemos alertar, alarmar con tiempo a la gente de ese peligro, como parte de todo el conjunto de la crisis terminal del capitalismo o su colapso.

Si hay un peligro creciente de guerra mundial incluso nuclear, lo que no podemos es apostar por “eso es altamente improbable”, “ya impulsaremos negociaciones de paz y desarme”, ya que eso es buenismo, cultivar falsas esperanzas en un futuro mejor que por ahí no vendrá de ninguna de las maneras. Véase sin falta mi extenso, muy documentado y argumentado artículo dedicado al tema (NOTA 7)

Bien relacionado con esto, está el tema del Estado y del colapso.

Lo he explicado desde hace años multitud de veces, así que procuraré no extenderme. El colapso no se puede definir por el Estado fallido, como pretende Santiago. Durante el colapso sí habrá algunos Estados burgueses, de los países más pobres, que, efectivamente, colapsarán para dar paso a “señores de la guerra”, grandes grupos mafiosos, etc., al servicio de una clase más explotadora y despiadada que hasta ahora. Pero en los grandes países ricos, el Estado burgués no se convertirá en Estado fallido. No desde luego en un Estado fallido para la burguesía; tal vez sí, Estado “fallido” para la inmensa mayoría de la gente en cuanto que “les falle” en servicios que antes podía prestar y cada vez menos, como la sanidad pública, acelerando privatizaciones, etc., para dar algo más de juego a la búsqueda desesperada de beneficios por el capital. Pero eso viene ocurriendo progresivamente desde hace tiempo, y más en multitud de Estados de países pobres. El “núcleo duro” del Estado burgués (aparato ejecutivo, burocrático, policial, judicial-penitenciario, militar), se mantendrá todo lo posible y a costa de lo que haga falta, para prestar a la burguesía los apoyos económicos y de todo tipo (represivos, culturales, etc.) que necesite, y para lanzarse a la guerra de rapiña, y defensa frente a la rapiña ajena. El colapso se medirá por un declive de las fuerzas productivas (a causa de recursos energéticos, materias primas, alimentos en declive rápido, por lustros y décadas) y simplificación de la estructura social (la llamada clase media, ya en crisis, se desintegrará; numerosos tipos de trabajo, especialidades, sobre todo del hipertrofiado sector terciario, ya no podrán ejercerse por falta de recursos). Pero el Estado no tiene por qué reducirse en la misma medida ni al mismo ritmo, pues tenderá a acaparar todas las funciones y todos los recursos que precise para acompañar al capitalismo en su colapso sirviendo siempre ante todo a los intereses de la burguesía, es decir, que, como antes he explicado, aumentará la tendencia al capitalismo de Estado, fortaleciéndose el papel del Estado durante el colapso. Por tanto, la entrada en el colapso mantendrá el Estado burgués y no reducirá, sino que, sobre todo en una primera fase, aumentará el riesgo de guerra nuclear (más argumentación en mi estudio del tema) que es la expresión máxima y última del poder de un Estado burgués.

Precisamente porque no creo que con el colapso del capitalismo vaya a desaparecer el Estado burgués o de que tras la desaparición definitiva del capitalismo no vaya a ser sustituido por otro Estado al servicio de la nueva clase dominante explotadora del nuevo modo de producción y dominación, es por lo que estoy de acuerdo con muchas de las críticas que hace Santiago al horizonte social del colapso de buena parte de los colapsistas, lleno de ilusiones de inspiración anarquista o similar, que incluso cuando contempla la posibilidad de un ecofascismo, en algunos casos, apuesta porque también desaparecerá y se abrirán posibilidad de liberación ecosocial, ecofeminista, eco esto y eco lo otro (NOTA 8).

Es muy interesante la información desmitificadora que aporta Santiago sobre el llamado “periodo especial” cubano, que claro que sí que representa cierto colapso, aunque si ha conseguido salvarse, es precisamente porque todavía no se daba el colapso del capitalismo mundial ni de la civilización industrial, que todo llegará.

Pero así como no creo que el colapso vaya a impedir la existencia del Estado burgués al servicio del capitalismo realmente existente (en colapso), tampoco creo que en Estado burgués, previo al colapso, podamos transformarlo ni utilizarlo para un proyecto serio que nos ayude a la transición que necesitamos. No que sean imposibles algunos pasos, algunas ayudas, pero nada fundamental que escape a los intereses hegemónicos del gran capital. Sobre esto remito al artículo dedicado al debate entre Santiago y Riechmann.

Por lo que sé, el colapso ya es inevitable, por causas materiales. Incluso aunque todavía no lo fuese, muy probablemente no podríamos evitarlo por nuestra extraordinaria debilidad política, que es mucho mayor de lo que es capaz de reconocer Santiago, pues su análisis no contempla asuntos que un análisis marxista sí, para caracterizar el verdadero nivel de conciencia y la correlación de fuerzas, como la ausencia total de reacción y de internacionalismo proletario (solidaridad, unidad, negativa a luchar y guerrear entre nosotros, la clase trabajadora, por causa de la burguesía y sus Estados, en las guerras inter-imperialistas) demostrada ante la guerra inter-imperialista en Ucrania y la “hoja de ruta” de guerra de la OTAN.

Políticamente y cara al futuro, es muchísimo más relevante y revelador de nuestra conciencia y combatividad, esa impotencia ante la guerra y la “hoja de ruta” de la OTAN, que las masivas movilizaciones por el clima, la violencia de género, la violencia racista o contra la subida de precios. La Historia ha demostrado hasta la saciedad que esa debilidad es la que provoca el vuelco histórico, sobrepasando e imponiéndose a las demás resistencias (el movimiento socialista y anarquista antes de la I Guerra Mundial era muy poderoso y no pudo impedirla; algo parecido se puede decir de la II GM, y de otras guerras imperialistas), pues nuestro principal escudo contra las peores derivas nacionales y mundiales del capitalismo es el internacionalismo proletario. Sé que esto, cuando ya no sabemos ni lo que es por su ausencia en la escena mundial, puede costar entenderse, pero es así. Cuando técnicamente es tan fácil lanzarse a la guerra total nuclear, muchísimo más si ni siquiera somos capaces de ofrecer esa resistencia del internacionalismo proletario capaz de debilitar la determinación, unidad, etc., de la burguesía y sus dirigentes.

Ante y en el colapso, lo más importante no es pretender asegurar nuestra supervivencia material cuando resultará que la burguesía todavía controlará los medios de producción (talleres, tierras de cultivo, etc.) y el Estado solo puede estar fundamentalmente a su servicio. Lo principal y prioritario es impedir que nos debilitemos ideológica y políticamente todavía más de lo que inevitablemente nos ocurrirá con la desintegración paulatina de la clase trabajadora (aumento del paro, descualificaciones, etc.), pues eso haría todavía más difícil hacer frente a los problemas de supervivencia, empezando por impedir la deriva a la guerra nuclear y a otras guerras por los recursos declinantes, que se presentarán muy pronto. Por ello, AHORA, lo fundamental no es pretender soluciones materiales (planes de autogestión, cooperativas, huertos urbanos, ecoaldeas, etc.), sino la lucha ideológica y política para la deslegitimación del capitalismo y sus Estados burgueses, como obstáculos a nuestra supervivencia y motores hacia nuestra extinción, y para evitar sus peores derivas.

Si hiciésemos lo contrario, estaríamos “poniendo el carro delante de los bueyes”. Pues nuestra lucha por la supervivencia, dada nuestra enorme debilidad, se situaría dentro de los límites todavía más estrechos del capitalismo, condenados a un sindicalismo y reformismo de vuelo gallináceo, y finalmente arrastrados a la “realista lucha por la supervivencia” que nos ofrecerá la burguesía y sus Estados, esto es, apretarnos todavía más el cinturón y prepararnos para la guerra contra otros Estados por “nuestros recursos vitales”.

Siendo inevitable el colapso, lo peor que podemos hacer es ocultarlo a la gente en vez de tomar la iniciativa para enmarcarlo correctamente, dentro del MARCO del GRAN RELATO que ayudará a que orienten su frustración e ira contra el verdadero culpable: el capitalismo y sus Estados burgueses. De lo contrario, la expondremos al shock del colapso sin las herramientas ideológicas y emocionales para afrontarlo del modo mínimamente constructivo que nos es imprescindible, y que no sirva al fascismo. Para no tener que volver a repetir aquí toda la argumentación, remito al artículo dedicado al libro de Apilánez.

Aunque el capitalismo vaya colapsando, las clases esenciales del mismo seguirán existiendo: clase burguesa o capitalista, y clase proletaria, obrera o trabajadora. La que ya no tendrá sitio para existir será la pequeña burguesía que hemos venido conociendo, pues bien sus empleos en el sector terciario desaparecerán o sus pequeños negocios y nicho de mercado serán fagocitados por la burguesía productiva o comercial con un hambre voraz que no dejará espacio para nadie más. De la desintegración de las tres, surgirá una masa de lumpenburguesía (burgueses dedicados a negocios ilegales, mafiosos) y lumpenproletariado (pequeña burguesía y trabajadores/as degradados a “buscarse la vida” desde la condición de parados permanentes haciendo servicios a la lumpenburguesía, trabajando muy ocasionalmente como asalariados, o parasitando como puedan).

La clase trabajadora seguirá siendo esencial a la hora de resistir a las derivas del capitalismo en colapso, aunque ya no sea capaz de imponer su propia civilización para superar el capitalismo. En esa resistencia, resultará clave su valor principal que debe orientar toda su política, y sin el cual está totalmente condenado a limitarse a ser súperexplotada y convertirse en “carne de cañón” o cómplice de genocidios: sí, otra vez el internacionalismo proletario.

Si bien el colapso es inevitable, está claro que no hay una única respuesta posible a él, aunque puede que solo haya una (con algunas variantes) correcta para nuestra salvación1) En un extremo tendremos la burguesa del ecofascismo. 2) Luego propuestas adaptativas, resignadas, impotentes, que no serán alternativa real al anterior aunque no simpaticen con él. 3) Propuestas de inspiración más o menos anarquista confiando en alternativas de tipo cooperativo, autogestionario, etc., que escampe el cielo con el derrumbe de los Estados (criticada por Santiago y por mí). 4) La de inspiración marxista, confiando en la posibilidad, no sin enormes dificultades, de un ecosocialismo descalzo, lo que supone todavía la inevitabilidad de la existencia de un semi-Estado de los trabajadores/as, porque no se ha llegado al comunismo o anarquía, como la de Jorge Riechman. 5) La incredulidad ante lo anterior y una alternativa marxista de deslegitimación en todo lo posible y de debilitamiento político del capitalismo y sus Estados para evitar las peores derivas del colapso, pero sin creer que, en el mejor de los casos, podamos evitar desembocar en otra sociedad de clases de explotación y Estado; pero creando condiciones con la estrategia para que no tenga por qué ser así si eso fuese posible (la mía).

Todo esto tiene, naturalmente, un componente social y político de claseA) El ecofascismo, el de una burguesía en colapso, pero todavía económica, política y militarmente muy fuerte (capaz de destruirlo todo con la guerra nuclear), con tendencias imperialistas muy agresivas sobre todo al comienzo cuando estará intacto lo más importante de su poder militar, y que en último extremo buscaría transformarse en la nueva clase explotadora y dominadora que pueda emerger tras el fin del colapso. B) El de una clase media moderna o tradicional y una clase trabajadora desorientada y en descomposición que cree poder escapar del capitalismo en colapso y sus Estados, y que por ello tendrá tendencias muy fuertes al localismo, soberanismo e incluso nacionalismo; el peligro de fracasar en esa vía (ocurrirá) es que, por la ruta del soberanismo y del nacionalismo, acabe en el ecofascismo. C) El de una clase trabajadora con conciencia de clase que sabe que se irá colapsando pero que procurará que el capitalismo muera sin matarnos, y que por ello antepone a todo, no tareas de construcción de una civilización nueva (de momento utópico, extremadamente vulnerable a la rapiña y destrucción burguesas), sino políticas con el eje fundamental del internacionalismo proletario, por tanto, para dar la batalla prioritariamente a escala mundial, no localista, nacionalista, ni estatal.

De ahí también el sentido que para mí tiene traer ya a la agenda, en un primer plano, el asunto de la alimentación mundial, a través del problema de los fertilizantes, en particular, del fósforo, con todo su potencial para provocar una guerra mundial, y el de la propia guerra mundial nuclear, y para empezar, el de la crisis energética mundial de 2025-2030. En lugar de centrarnos o priorizar (no es excluye como solución, sino cuestión de centralidad política) en una orientación hacia local de huertos urbanos, ecoaldeas, cooperativas energéticas, etc.

A diferencia de lo que ocurría en otros momentos de la historia en los que, espontáneamente, la mirada política quedaba anclada, como máximo maco, sobre todo en el marco nacional o estatal, ahora, a cuenta, para empezar, del calentamiento global, sabemos que debemos tener una perspectiva global, mundial, y una orientación internacionalista (salvarnos todos y a cuenta de nadie). Pero eso debemos hacerlo extensivo a todas las cuestiones que podamos (la deriva hacia la guerra no solo local, sino mundial; la alimentación mundial, recursos energéticos mundiales…), pues ahí está la principal clave para avanzar en el internacionalismo proletario, lo único que puede modificar realmente en nuestro favor la correlación de fuerzas y salvarnos de la derivas más destructivas del colapso.

Sin internacionalismo proletario (solidaridad, unidad, negativa a luchar y matarnos entre nosotros/as los trabajadores/as en conflictos inter-imperialistas), estamos totalmente desarmados ideológica y políticamente ante el riesgo de las guerras, de la guerra mundial, de la guerra nuclear, de las guerras por saquear a otros países por recursos declinantes y encarecidos, de la estrategia genocida de dejar morir a otros pueblos de hambre por acaparar nosotros los alimentos, de seguir provocando el calentamiento global (que sean otros quienes paren las emisiones) porque no renunciamos al crecimiento capitalista. Sin internacionalismo proletario es como si careciésemos de identidad y de nuestros poderes. Como demostraron las dos guerra mundiales, en ausencia de internacionalismo proletario, ni el sindicalismo más poderoso, ni el reformismo político social más poderoso, ni ahora el feminismo más poderoso, impedirán que nos matemos entre nosotros y que cometamos los más horrendos genocidios (por activa o pasiva, mirando para otro lado), ni que los Estados se dejen llevar por la tentación nuclear durante el colapso.

Por ello, lo más importante es que toda nuestra política sirva para desarrollar ese internacionalismo en nuestra clase. Lo cual exige una visión mundial, centrarse en cuestiones internacionales, en batallas internacionales, huyendo del localismo, soberanismo y nacionalismo que, finalmente, permiten que nuestro imperialismo entre por la ventana y se adueñe de nosotros/as cuando ya creíamos haberlo expulsado por la puerta.

Lo que es aparentemente más fácil (lo local, etc.) no es necesariamente lo más eficaz y con posibilidades de victoria; “lo barato suele salir más caro”. Hemos sido los suficientemente incompetentes e irresponsables como para haber llegado hasta aquí y con tan extrema debilidad ideológica y política

La lucha por la hegemonía no se ganará a base de promesas en un mundo mejor imposible, sino ante todo en negativo, minando la legitimidad del capitalismo y de su Estado burgués, y demostrando que sus promesas son una mentira y que nos acabarán llevando a la extinción por vías “pacíficas” o militares, es decir, socavando su hegemonía, porque nosotros tampoco podremos llegar a establecer la nuestra si no podemos imponer una sociedad superadora y mejor que el capitalismo.

El panorama no puede ser más complicado y arriesgado, existencial, y de más difícil solución. Creer que podíamos estar actuando durante décadas con tanta inconsciencia e incluso irresponsabilidad y que eso no nos pasaría finalmente una enorme factura, es de tontos. Las condiciones no han ido madurando para que la fruta caiga en nuestras manos, sino pudriéndose, haciéndose cada vez más inmanejables, menos aprovechables, sin salida o mucho más difícil que unas décadas antes. Estamos en el borde del abismo, manteniendo a duras penas nuestro equilibrio, y no podemos pretender milagros, atajos, recetas mágicas, cuando ni siquiera hemos hecho bien nuestros deberes. ¡Nos lo hemos ganado a pulso!.

Por todo lo dicho, la importancia trascendental que tiene y sobre todo tendrá, el internacionalismo proletario, se comprenderá que, si al menos en la pasada década (por lo que yo peleé sin descanso) hubiésemos empezado a construir una estrategia europea de la clase trabajadora de la U.E. a partir de la lucha antiaustericida contra el tratado TSCG, ya habríamos dado un gran paso en construir el internacionalismo proletario, al menos en la escala de la U.E., y además de seguramente haber echado abajo el tratado TSCG y a su “hija” la súperaustericida ley española LOEPSF (y al Gobierno del PP…), ahora seríamos menos débiles, y en España y en Europa, podríamos afrontar la entrada en el colapso en mejores condiciones ideológicas y políticas. No lo hicimos, y por eso sufrimos una derrota de dimensión estratégica colosal, que se ha reflejado en nuestra total impotencia ante la guerra en Ucrania y la “hoja de ruta” de la OTAN, y la total desorientación, ignorancia supina y falta de preparación ante lo que se nos viene encima. Como no hicimos los deberes en su tiempo, cuando era relativamente fácil gracias a esa extraordinaria oportunidad que se nos “puso en bandeja”, ahora hablar de la imperiosa necesidad de desarrollar el internacionalismo proletario, se nos hace todavía más cuesta arriba. No me extiendo más pues he escrito muchas páginas ya sobre el balance de la década pasada. Claro que este balance, pese a ser fundamental, es algo que, por lo visto, está muy por encima de la capacidad teórica y política de nuestros “geniales estrategas” y sobre todo, de su capacidad autocrítica. Si, para colmo, somos incapaces de aprovechar las previsiones de crisis energética para 2025-2030, el principal problema ya no será la resistencia de la burguesía, etc., sino nuestra total incompetencia, unos completos inútiles de los que es imposible esperar ganar en una lucha titánica como será durante el colapso.

Ya no sirve aquel eslogan de “Nada que perder, salvo las cadenas, y todo un mundo por ganar”, sino el de “Bien poco por ganar, pero si no resistimos y les vencemos, podemos perderlo absolutamente todo, hasta la extinción”. Es entre esos estrechos límites (no los que nos gustarían) donde podemos jugar con la esperanza, el optimismo, la resilencia, todo lo que queráis.

Santiago dice que el colapsismo es desmovilizador y despolitizador (página 213). Puede ser cierto en algunos casos, pero desde luego que no en el mío, que pongo la política en un primerísimo plano, con un planteamiento mundial e internacionalista y al máximo nivel de cuestionamiento del sistema (el GRAN RELATO de la plusvalía, de la explotación a la extinción), y no la creación de “balsas de salvamento”, “ecoaldeas”, “ciudades en transición”, etc. Pero hacer eso significa contarle a la gente toda la verdad de la catástrofe que en los próximos lustros y décadas se nos echará encima, con todas las facetas de la megacrisis insuperable, económica, ecológica, social y militar, de civilización, que supone el colapso.

No contrarrestaremos la permanente propaganda sobre el progreso, la felicidad, etc., a través de la publicidad, el tecnoptimismo, etc., si no hacemos de la distopía el futuro que nos reserva, no la fatalidad histórica, no la actividad humana, su maldad, etc., sino EL CAPITALISMO. El futuro se llama DISTOPÍA CAPITALISTA.

Si la gente cree cada vez más en las distopías, en vez de pretender contrarrestarla con “cuentos de la lechera”, con falsas esperanzas sobre un futuro mejor que no podrá ser, pongámosle el apellido que le corresponde, CAPITALISTA, cosa que tampoco hace la cultura dominante, y añadámosle las problemáticas que también silencia, como la crisis alimentaria por los fertilizantes, y volvamos a poner en un primer plano, como ya lo estuvo antes, la amenaza de la guerra nuclear y del “invierno nuclear”. Si hacemos eso, la distopía ya no será paralizante, ni morbosa, sino indignante y movilizadora, ya que señalaremos al verdadero culpable.

Puestos a poner encima de la mesa todo el paquete distópico, no nos olvidemos de la Inteligencia Artificial (I.A.) y de la Inteligencia General Artificial (I.G.A.), cuando ya hasta dentro de la burguesía empiezan a sonar las alarmas sobre la llamada singularidad tecnológica (NOTA 9).

Todo apunta cada vez más, por unos y otros factores (“naturales”, militares, tecnológicos) a nuestra cada vez más probable extinción y la Sexta Gran Extinción en marcha. Pues pongámosle también nombre a esa extinción y convirtámosla también no en motivo de resignación: EXTINCIÓN CON EL CAPITALISMO O REBELIÓN (de paso aprovechamos y orientamos bien a Extinción / Rebelión).

¿Qué la gente puede estar asustada? ¡Pues para despertar de su sueño inducido, de su letargo, de su rutina, asustémosla todavía más pero no para señalar a monstruos imaginarios sino al verdadero monstruo: EL MONSTRUO DE NUESTRAS PESADILLAS SE LLAMA CAPITALISMO-ESTADO.

La realidad acabará por imponerse con toda su crudeza. Más vale que nosotros divulguemos nuestro Relato previamente y así podamos iluminar la percepción y alterar en algo ese futuro, que no sea tan malo como puede llegar a ser, a que no lo hagamos, se nos venga encima y ante el shock sean ellos quienes impongan su relato y su alternativa ante la impotencia y resignación de la gente frente a los hechos consumados.

Solo una vez bien establecido a qué cataclismo (social, medioambiental, militar, singularidad) nos conduce el capitalismo, cabe exponer aquello que de positivo y relativamente mejor podríamos imponer con otro tipo de sociedad. Esa parte en positivo, constructiva, será la que sirva para atraer a la gente con posiciones más atrasadas y necesitadas de esperanzas positivas, para que no se conviertan en un lastre (“el guerrillero más lento es el que establece el ritmo de la marcha”, página 162).

Pero si ponemos esto último por delante de lo otro, no habrá suficiente motivación para la lucha sin cuartel que necesitamos, la gente lo vivirá como un reformismo más, a base de votar en unas elecciones para algún programa de Green New Deal. Y necesitamos algo mucho más intenso, infinitamente más rebelde y movilizando a cientos de millones de personas de todo el mundo unidas contra el capitalismo y sus Estados, o no nos salvaremos.

¿Qué ocurrirá cuando ni un Green New Deal (GND) sea capaz de evitar el colapso y que también se acabe notando en los países ricos?. Pues que la gente se sentirá muy frustrada, y como la habremos educado con una orientación nacional-estatal (gobierno del Estado para el GND) y expectativas irreales, seguirá deseando que se satisfagan y con criterio nacional-estatal. ¿Y cómo será eso posible?, pues “dejándose de tanta chorrada buenista”, echándonos la culpa de su frustración, y arrojándose en los brazos de los decididos, enérgicos y ambiciosos nacionalistas-imperialistas-militaristas, para no sufrir penurias, aunque sea costa de quitarle a otro el último mendrugo; y si la democracia burguesa no es capaz de darle eso (ya ha visto el resultado final decepcionante de tantas elecciones, votos a la izquierda y sus GND), pues el fascismo (ya no se acordarán o no querrán acordarse de lo que realmente fue, como se observa en el alegre y despreocupado voto a la ultraderecha también en la Unión Europea), que no dudará en prometerle “el oro y el moro”, y que se encargará del “trabajo sucio” mientras ellos miran para otro lado (no es cosa de quitar el sueño a los “buenos” ciudadanos adictos al régimen).

No podemos empezar por cantar la vida maravillosa que nos espera sin el capitalismo: eco esto, eco lo otro, igualitaria, etc., en una civilización rural con muy baja industria, al parecer. Pues seguramente será irrealizable. La gente sentirá una enorme frustración e ira por el colapso. Por eso no le servirá de ningún consuelo los horizontes utópicos de “vida frugal pero digna” que les presentarán muchos ecologistas, incluidos colapsistas. Lo primero es volver la frustración y la ira contra el capitalismo y sus Estados, si no queremos que las descarguen sobre los inocentes y sobre nosotros, y se arrojen en brazos del ecofascismo o similar.

Estando tanto en juego hay que empezar por pensar que debemos poner todo encima de la mesa. Si en la práctica vemos que podemos aflojar, mejor. Pero no hacer al contrario, pues muy probablemente acabemos dándonos cuenta de que, una vez más, no hemos conseguido acelerar, acumular fuerzas, y que llegamos débiles y demasiado tarde. Es así como debemos abordar la incertidumbre: preparándonos para lo peor, deseando lo mejor.

Entramos en un tiempo totalmente inédito en la Historia, del que todavía desconocemos muchas cosas, como el ritmo en el que se desarrollará, con un declive muy pronunciado, pero también de desarrollo desigual según países y dentro de cada país. Por tanto, no podemos establecer desde ya una estrategia muy elaborada, sino solo unos grandes ejes con los que procurar cubrir el abanico más amplio de probables evoluciones históricas, y del modo que salgamos parados lo menos mal posible. Según nos adentremos en ese territorio inhóspito se nos irá aclarando muchas cosas y podremos afinar mucho más nuestra estrategia. Por eso no es justo rechazar todas las estrategias ante el colapso porque pequen de una inmadurez que todavía es inevitable, salvo que quieran levantar proyectos utópicos y “castillos en el aire”. En este momento, quien pretenda presentar una estrategia completa y definitiva, sin duda estará cometiendo un error, si no total, si en alguna medida importante, pues todavía hay muchos factores desconocidos e imposibles de prever.

Como ya he apuntado en otro artículo, según nos adentremos en el colapso y si hemos conseguido evitar la guerra nuclear, el ecofascismo, el ecocidio, y el genocidio de miles de millones de personas (nuestra tareas prioritarias en esta fase), podremos vislumbrar mejor que transición o transiciones sean posibles desde el modo de producción y dominación capitalista en colapso y de la civilización industrial en colapso, a otra/s civilización y modo de producción (de dominación seguramente también), y desde ahí establecer la estrategia; es decir, una tarea tan compleja económica y socialmente como fueron las transiciones del esclavismo al feudalismo, o del feudalismo al capitalismo, pero ahora añadida la crisis ecológica (climática, biodiversidad, etc.) y toda la peligrosa herencia del capitalismo (centrales nucleares, armamento nuclear, residuos peligrosos, etc.). Ese proceso puede tener mucho de incontrolable, imprevisible, e intentar encauzarlo exigiría seguramente de una gran capacidad científica en lo social (antropología, condicionantes materiales de una sociedad, lucha de clases), de prospectiva (posible evolución de las realidades sociales) y de lucha social y política. Pero por ahora me parece que es demasiado pronto para eso.

Porque el colapso no es un período de decadencia (eso es lo que, aunque la superficialidad no sea capaz de reconocerlo, lo que viene caracterizando al capitalismo desde comienzos del XX con la I G.M., el largo siglo de la decadencia: una traba para el desarrollo de la Humanidad y una amenaza creciente a su supervivencia, hasta llevarlo en este siglo al colapso). Es un periodo de crisis terminal de un modo de producción y dominación con el hundimiento de las clases en lucha (por impotencia de la clase trabajadora para hacer su revolución a tiempo), y apertura a la transición a otro que no sabemos cuál será (situación prevista por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista de 1848, aunque no contaba que eso nos pasase a nosotros).

Es una cuestión menor, de momento, cuán largo, homogéneo o desigual, será el proceso de colapso y transición a otro modo de producción o civilización (si llega a ocurrir y antes no nos extinguimos en una guerra nuclear), y no podemos preverlo con seguridad; pero eso no puede llevar a cuestionar el colapso mismo, como las imprecisiones que todavía existen sobre la posible evolución del calentamiento global no pueden llevar a su cuestionamiento.

Incluso aunque el colapso todavía fuese evitable, no lo soslayaremos cuando ni siquiera está en nuestra agenda la denuncia del problema de los fertilizantes, y no impediremos el cataclismo (social, medioambiental, militar), cuando incluso Santiago, “pasa de largo” del riesgo creciente de guerra nuclear. Con una estrategia así, tan torpe, aunque todavía fuese objetivamente evitable, el cataclismo estaría garantizado.

AHORA MISMO, lo que sobre todo debemos procurar es, no entrar en el colapso “con el pie cambiado”, no “meter la pata” desde el comienzo, pues eso puede determinar y mucho todo lo que pase a continuación. De ahí, insisto, que sea tan importante lo que vayamos a hacer o no ante la previsión de la crisis energética para 2025-2030.

Si la previsión fuese correcta ¿cómo habríamos de interpretar esa crisis?. ¿Como algo coyuntural o como parte ya del declive energético propio del colapso, o si se quiere, de un decrecimiento rápido que será continuado e irreversible y que, tratándose del capitalismo, no puede suponer sino su colapso?. Cuando menos ya estaríamos “pisando en el suelo” y no divagando filosóficamente.

Si este artículo sirviese, cuando menos, para encender vuestras alarmas sobre este tema tan apremiante, ya habrá sido un éxito. De lo contrario, lo veremos pronto, podría haber sido un completo fracaso, pero no por mi culpa, pues el asunto no se puede exponer más claramente, sino por la vuestra. Como ocurrió con mi propuesta de estrategia europea a partir de 2012. Y volveremos a pagarlo ¡carísimo!

IV.- ¿POR QUÉ la ESTRATEGIA de SANTIAGO es una MALA APUESTA?. La TMM o el timo monetario moderno. La NATURALEZA de CLASE del ESTADO.

Como esto ya lo he abordado en el referido artículo dedicado al debate entre Emilio Santiago y Jorge Riechmann, donde ambos plantean extensamente sus argumentos, y con una aportación previa muy importante de Manuel Casal Lodeiro, aquí solo traeré un razonamiento mío que me parece muy pertinente al respecto del modo más inteligente de establecer nuestra estrategia teniendo en cuenta también el importante grado de incertidumbre sobre nuestros conocimientos, el factor tiempo, y sin olvidar las fuerzas con las que contamos para implementar lo que sea que fuere que hiciésemos.

Vaya por delante que, para mí, ni la mejor de las estrategias tiene ya grandes posibilidades de evitar que nos autodestruyamos en alguna de las muchas maneras como podemos lograrlo (desde el calentamiento global a la guerra nuclear). Ya hemos sobrepasado demasiados límites naturales, jugado sin parar y cada vez más con el fuego termonuclear, planteado muy tarde y mal la solución a nuestros problemas existenciales, y hecho el imbécil provocando nuestro debilitamiento creciente cuando más necesitábamos fortalecernos (década pasada, antesala del colapso), como para creer que, con seguridad, evitaremos extinguirnos. Pero aun así, todavía hay diferencias entre las probabilidades que ofrecen unas estrategias u otras.

Aunque pido que se lea todo el artículo para tener una idea correcta de todo mi planteamiento, extraigo de ese artículo esto que me parece de especial importancia a la hora de establecer una estrategia inteligente teniendo en cuenta tanto la realidad material, como la estrategia de la burguesía, como nuestras fuerzas. Transcribo:

« Si tuviésemos dos opciones, una a la que atribuyésemos un 90% de probabilidades de triunfar, y otra un con 10%, seguramente nuestra decisión sería muy fácil. No así, si a cada una de ellas le atribuyésemos alrededor de un 50% de probabilidades de triunfar. ¿Qué criterio utilizaríamos para elegir entre una u otra?. Aplicado a nuestro problema tendríamos lo siguiente.

Estrategia 1. Imaginemos que apostamos por las prospectivas optimistas (sustitución del 100% de la energía fósil por la renovable, incluso más). La burguesía lo intentará porque apuesta por seguir creciendo. Si sale bien, tendremos un mayor margen para recuperarnos políticamente antes de poder aspirar a los cambios revolucionarios que acaben con el capitalismo. La hegemonía en esa estrategia la tendrá la burguesía (es la clase dominante y hegemónica en todos los sentidos) y nosotros, en el mejor de los casos, de comparsas. Pero si sale mal (creo sinceramente que así será), habremos consumido más recursos y agravado las condiciones del colapso y del futuro de la Humanidad. Como habremos apostado con la burguesía, como “compañeros de viaje”, políticamente caeremos con ella “con todo el equipo”. Es algo parecido a lo que ocurre con participar en minoría en un gobierno de coalición; el mérito de lo que se haga bien se lo llevará el socio mayoritario aunque no haya sido iniciativa suya; si sale mal, el mayor desgaste se lo llevará el socio menor, que pagará también por las iniciativas negativas que no eran suyas.

Estrategia 2. Si apostamos porque esa no es la vía, que no se puede sustituir tanto como sería imprescindible ¿qué pasa? Si nos equivocamos, dada nuestra extrema debilidad, nuestra oposición no habría podido contrarrestar la fuerza de los hechos que le daban la razón a la burguesía, así que no habremos causado mal; la peor consecuencia es haber hecho el ridículo y perdido nosotros el tiempo; o sea, lo que venimos haciendo desde hace décadas. Pero si acertamos en nuestra negación, no nos habremos visto comprometidos políticamente con el desastre y ya habremos hecho parte del camino para cuestionar y debilitar a la burguesía en el tiempo del colapso.

Comparemos: No tenemos políticamente nada que ganar apostando por la viabilidad de la sustitución, pues el dominio social y la hegemonía en esa estrategia serán de la burguesía, ella se “pondrá las medallas”, pero nosotros al menos nos beneficiaremos materialmente también de su éxito. Si no apostamos por esa viabilidad, si confiamos en los cálculos que son menos optimistas, nos arriesgamos a perder prestigio político si nos equivocamos, pero con la probabilidad de ganar mucho si acertamos en la elección, mucho más que ganar que perder; si acertamos, le estaremos tomando la delantera a la burguesía, la “estaremos esperando” a la vuelta de la esquina cuando su proyecto se tuerza. Dada nuestra debilidad, no vamos a jugar ahora ningún papel determinante si la burguesía quiere seguir la senda de las renovables. Sin embargo, podemos hacernos más fuertes si resulta que la verdad está en nuestra apuesta de que fracasará. Con la estrategia 1, políticamente, o apenas ganamos (la burguesía acierta, tiene la hegemonía), o perdemos muchísimo (la burguesía no acierta y nos hundimos con ella). Con la estrategia 2, o perdemos poco (la burguesía acierta pese a llevarla la contraria) o ganamos mucho (la burguesía no acierta y nos hemos adelantado al resultado, llevamos la iniciativa); con la 2 también tenemos la ventaja de que la 1 la está jugando la burguesía y que si ella gana, nosotras también salimos beneficiadas materialmente, de modo que en realidad estamos apostando por la 2 pero con la red de seguridad de la 1; si apostásemos por la 1, no tendríamos la red de seguridad política de la 2; en cierto modo, habremos seguido también el consejo que se hace a un inversor “no poner todos los huevos en la misma cesta” (no sea que se pierda, se rompa…), sino diversificar. En este juego resulta que si nosotros jugamos la estrategia 2, se están jugando ambas estrategias, y sabemos que una de las dos sale ganadora política y materialmente; por lo tanto, damos más opciones a la Humanidad que si todos apostamos por la estrategia 1.

Esto mismo se puede aplicar al hecho de que, aunque la sustitución fuese posible técnicamente, no se lograse porque la burguesía no pusiese el empeño necesario, atada a los intereses del capital fosilista, etc. (nota 6). Nuestra capacidad de presión para que lo hiciese sería muy baja, y nuestra posición, volviendo al símil anterior, sería como la de un socio de gobierno muy minoritario y con ministerios muy alejados de esas competencias.

De modo que la estrategia más conveniente para nosotros (la 2) es lo que en la teoría de juegos se llama estrategia de no cooperación, que en muchos casos resulta perdedora para todos los participantes, pero no en éste. Esta estrategia de no cooperación es, en este caso, además, una estrategia de no cooperación con la burguesía, y es ganadora, lo que por otra parte no es políticamente nada sorprendente, pues es nuestro enemigo estratégico y casi en toda ocasión, táctico, y por tanto no debemos cooperar con él, salvo excepciones.

Con esto tampoco estoy diciendo, ni mucho menos, que debamos decir “NO” a todo lo que nos proponga. Habrá que evaluar en cada situación las ventajas e inconvenientes a corto, medio y largo plazo, y también su faceta política. Por ejemplo, si el “NO” refuerza a una posición negacionista (ante el cambio climático, etc.) dominante, puede que no nos interese el “no”, pues ganar la batalla en el plano ideológico y político sea, en ese caso, más importante para nosotros que el energético, salvo que sus inconvenientes resulten inasumibles.

Efectivamente, muy complicado, pues ya lo es a nivel estratégico intentar salir de la trampa diabólica en la que nos hemos metido con el capitalismo fosilista, decadente y terminal. Aquí se impone aquello de la respuesta concreta tras el análisis concreto de la situación concreta. No vale el “café para todos”.» (FIN de la transcripción).

Como será inevitable que alguna corriente del ecologismo siga esa estrategia 1 tipo Green New Deal, no hay motivos para temer que no esté de sobra explorada. El problema es que no lo esté lo suficiente la estrategia 2, y en ella debemos centrar nuestros esfuerzos. Además, como digo en ese, en este y en todos mis artículos, no tenemos solo el problema del calentamiento global, la transición energética, sino el de la alimentación y la guerra nuclear también por recursos de todo tipo, y a eso no se responde con la estrategia que está planteando la burguesía que no aborda la crisis alimentaria y que enfila a la guerra nuclear (“hoja de ruta” de la OTAN).

Si queremos que el capitalismo y sus Estados sientan verdaderamente nuestra presión y se vean obligados a realizar algún cambio que realmente nos favorezca, más que ser un medio para que ellos hagan más beneficios y refuercen su poder, la mejor manera no es ser cola de león enemigo, sino cabeza de ratón que, dicen, es capaz de poner en estampida a un elefante (al menos en los dibujos animados), y fueron pequeños mamíferos y marsupiales como esos los que heredaron la Tierra que fue de los dinosaurios. Y se es cabeza de ratón agitando TODOS los megaproblemas, sean o no ecológicos o con consecuencias ecológicas (la guerra nuclear provocaría el inverno nuclear; la I.G.A., amenaza para nosotros y tal vez para la vida en la Tierra).

Nuestra estrategia es ante todo y sobre todo y por encima de todo, cuestionar el capitalismo y sus Estados burgueses, denunciar a dónde nos están llevando (calentamiento global sin control, “hoja de ruta” de la OTAN) a donde nos llevarán (crisis energética, alimentaria, guerra nuclear, Sexta Gran Extinción, incluida la nuestra). Nuestra tarea fundamental es deslegitimar, desestabilizar, dividir y desorientar a la burguesía en su estrategia, y así abrir ventanas de oportunidad a nuestra supervivencia, pues eso es lo que está en juego, no una reforma laboral, reducción de la jornada de trabajo, conciliación familiar, etc. Y para conseguir eso, nuestra orientación no es el localismo, soberanismo, nacionalismo, sino el internacionalismo proletario, fomentarlo como el valor no solo político, sino existencial, para nuestra supervivencia, que ya es.

Sólo así levantaremos algo realmente fuerte, como en otro tiempo lo fueron el socialismo, comunismo, anarquismo, las religiones (como el islamismo fundamentalista) una épica, una reversión del cambio antropológico que el capitalismo neoliberal ha provocado en la gente, en lugar de adaptarnos a eso jugando “a chica” cuando hay que jugar “a grande” (juego de naipes del Mus). Hay ahí toda una juventud que todavía no ha sido del todo domesticada por este sistema, que está en la edad de despertar y de plantearse las cosas por sí misma Es de ahí de donde puede venir nuestra salvación. No de los ancianos cuyo horizonte principal es conservar su pensión de jubilación para los pocos años de vida que ya les quedan.

Y si viene ya una crisis como la prevista por Turiel, el mejor modo de enfrentarla es presentando este RELATO, esta VISIÓN GLOBAL, no ofreciendo soluciones energéticas alternativas cuya implementación no depende para nada de nosotros/as, o que fácilmente pueden ser integradas y recuperadas por el sistema.

Santiago (página 162 y sig.) razona correctamente cuando afirma que el conocimiento de la crisis ecológica no implica necesariamente pronunciarse por una vía progresista, pues la crisis puede estar preñada también de ecofascismo. Pero no es cierto cuando esa limitación la atribuye, en general, a limitarse a decir la verdad. Pues precisamente el problema con el ecologismo dominante es que no dice TODA la verdad, sino una parte de la verdad, no solo en cuanto a todas las dimensiones de la crisis (como el fósforo, el riesgo de “invierno nuclear” por la guerra nuclear), sino sobre todo en cuanto a su causa. Lo que tan bien ha diagnosticado Alfredo Apilánez con los “vicios” del ecologismo cuando no apunta claramente al capitalismo y a su verdadera raíz en la explotación del trabajo asalariado, sino que se limita a la denuncia del neoliberalismo, el sector financiarizado del capitalismo, el capital fosilista (pero no el “verde”), etc. Eso significa que no se dice lo fundamental de la verdad.

Recordemos que los fascismos siempre han sido muy astutos en limitar la crítica del capitalismo al capital bancario, al capital usurario, al capital judío…, y ahora los tontos progres, al supuesto ¡1%! más rico de la población mundial. Así, finalmente, solo se hará el juego a la demagogia fascista “anticapitalista” mucho más astuta y desvergonzada de lo que creéis. Muchos/as de quienes hoy se consideran MUY anticapitalistas, habrían mordido el anzuelo de la hábil demagogia “anticapitalista” nazi, totalmente al servicio del gran capital y su imperialismo militarista.

Nuestro principal problema es que durante décadas (desde los 1980) ha habido una negligencia enorme en esa crítica al capitalismo hasta su raíz, “entrando al trapo” del neoliberalismo, la financiarización, etc., y por eso llevamos un enorme retraso en una tarea fundamental. De ahí que en mi artículo de enero de 2021  https://archivo.kaosenlared.net/el-cataclismo-que-nos-amenaza-como-evitarlo/    , plantease la necesidad urgente del Gran Relato de la plusvalía, desde la explotación, a la extinción, pasando por las guerras, el calentamiento global, etc.

En cuanto a que para darle una salida progresista a los problemas no basta con señalarlos, sino que debemos presentar unos valores diferentes a los del adversario, y un futuro mejor que el ofrecido por el adversario (página 166), estoy totalmente de acuerdo. En cuanto a los valores, todo lo que gira en torno al internacionalismo proletario (no a la guerra entre nosotros la clase trabajadora internacional, no al genocidio por activa o pasiva de otros pueblos, no al ecocidio que arrasa nuestras posibilidades de supervivencia), y en cuanto a un futuro mejor que el del adversario, aunque yo ya no creo (pero no me opongo) en la posibilidad de implantar un futuro anarquista, comunista, ecosocialista descalzo, etc., sí un futuro que será cualitativamente mejor que el del adversario con solo que impedimos la extinción a la que nos llevaría con su planificada guerra nuclear, imprevisión ante la crisis agrícola mundial, vuelco climático, etc. No podemos decir que “lo mejor está aún por venir” (página 167), pues el futuro no será mejor, sino peor, que el que hasta ahora disfrutábamos la mayoría en los países ricos, pero sí un futuro muchísimo mejor del que de ahora en adelante puede garantizarnos el capitalismo y sus Estados, o siquiera sea, la existencia de un futuro.

Es a este tipo de enfoque al que debemos recurrir y no, como hace Santiago, al de crear ilusiones reformistas en una reducción enorme del tiempo de trabajo (página 167; en realidad habría que trabajar mucho a falta de muchas maquinas y otros recursos), o de que tendremos recursos suficientes para una transición ecológica manteniendo un nivel de vida elevado, gracias a los mecanismos que propone, por ejemplo, la vuelta a la alta fiscalidad de mediados de siglo (páginas 172, 190; ¿precisamente cuando se reducirá la rentabilidad capitalista?), o a explorar la utilidad de la Teoría Monetaria Moderna (TMM o MMT en inglés; página 194) que, a lo sumo, cuestiona los parámetros del neoliberalismo, pero no del capitalismo, al que pretende conservar supuestamente rejuvenecido y “al servicio del pueblo”, lo cual ni siquiera sería posible.

Como no será viable aumentar de modo radical los impuestos al capital y a la burguesía, y eso supongo que Santiago lo sospecha, tal vez sea el motivo por el que alberga alguna esperanza en que la TMM venga en nuestro auxilio, pues según ella, el Estado burgués puede aumentar sus ingresos y su efectividad en la economía mejorando notablemente la situación de la clase trabajadora y sectores populares en el trabajo (acabando con el paro), el consumo, y los servicios públicos, sin necesidad de aumentar los impuestos a las empresas y a los ricos (no olvidemos que son sobre los beneficios provenientes de la explotación del trabajo). Lo malo es que eso sea imposible tanto por el declive de los recursos en general, como por la resistencia de la burguesía, como por los flagrantes errores teóricos de la TMM (NOTA 10). Al final, tras tanto recorrido, nos encontraremos en la realidad con lo mismo y peor que ahora: no más impuestos al capital y la burguesía, más pobreza para el pueblo.

Lo que demostró el New Deal de Roosevelt, y la fiscalidad de los 1950, es que eso para nada está reñido con la explotación capitalista al interior, y el imperialismo expoliador, y su guerra, y la amenaza de guerra nuclear (la Guerra Fría más paranoica se vivió precisamente en esa década). Por eso se hace muy mal al desligar una cosa de otra, y más ignorar la deriva guerrera y nuclear que estamos viviendo, como si la única amenaza existencial viniese del calentamiento global y alguna cosa más.

Con la entrada en el colapso y la reducción brutal de beneficios, es totalmente utópico pretender que el capital se sacrifique todavía más pagando un porcentaje, ni por aproximación, tan grande en impuestos, y aquello que entregase, seguramente lo haría con vistas a rentabilizarlo con la represión de la clase trabajadora y la resistencia popular, y con el botín o la eliminación de la competencia, gracias a una guerra, incluso mundial. La burguesía “se pasa de lista” pero no es idiota, y una cosa son los cuentos para nosotros y otra las cuentas y el conocimiento “fetén” que se guarda para sí. Y sus mejores asesores ya le dirán que no espere otros “30 gloriosos”, que ni sus impuestos ni una nueva guerra mundial permitirán otro relanzamiento capitalista como el de 1945 hasta hoy ¡“ni de coña”!.

Presentar alternativas “positivas”, “esperanzadoras”, “ilusionantes”, que son “castillos en el aire”, solo puede acabar por frustrar a la gente. Y como no se la habrá fortalecido e inmunizado con la crítica a fondo del capitalismo y sus valores, y la denuncia del Estado burgués, y el fomento del internacionalismo proletario, tras tanta decepción reformista y “buenista”, ya será inevitable que se eche en brazos de los “realistas” “salvadores” imperialistas, “demócratas” o ecofascistas.

El proyecto político al que apunta Santiago parte de una concepción errónea del Estado, como si fuese algo neutral cuya orientación dependiese de la correlación de fuerzas entre las clases sociales (cuando se plantea así y no en términos más populistas o ciudadanistas), y de quién ocupase, controlase, capturase los órganos fundamentales de ese poder, de decisión, mando. Si ahora el Estado sería burgués, la causa no estaría en que fuese la expresión inevitable del modo de producción y dominación capitalista, sino que la burguesía, apoyándose en sus grandes y múltiples recursos, habría capturado, “secuestrado” el Estado, poniéndolo a su servicio. De modo que las fuerzas populares, empoderándose a tope, podrían liberarlo de ese “secuestro” para ponerlo al servicio de sus intereses. La realidad es que el Estado no puede ser otra cosa que la expresión del modo de producción y dominación imperante en la sociedad, y su misión fundamental es que la lucha de clases no rompa la estabilidad necesaria para que la sociedad siga su marcha “natural”, es decir, la impuesta por el modo de producción y dominación, que en nuestro caso no es otra que la del “sujeto automático”, la dinámica espontanea de la acumulación del capital (D-M-D+ ; D+-M+ – D++  y siguientes en acumulación). Esos son los márgenes en los que el Estado puede recoger y expresar la presión de las masas trabajadoras, es decir “dentro de un orden”, para “conservar el orden establecido”, llegando a permitir que “todo cambie siempre que lo fundamental siga igual”.

De ahí que el carácter burgués del Estado, no sea como una chaqueta que puede ponerse o quitarse pues por naturaleza sería una institución neutra. No. Su naturaleza consubstancial e inmodificable (su ADN) es burguesa. La chaqueta existe, pero es para que el Estado burgués se “cambie de chaqueta”, pasando, según sea la “temporada” de la lucha de clases, por la democracia burguesa (republicana o monárquica constitucional), la dictadura militar, el fascismo y las múltiples variantes y gradaciones entre estas diversas opciones de regímenes políticos posibles del Estado burgués.

Por eso, la causa fundamental del fracaso de los intentos de transición parlamentaria, pacífica, al socialismo (por ejemplo, el gobierno de Salvador Allende, de la Unidad Popular, en Chile, aplastado por el golpe militar del 11-S-1973 dirigido por el general Pinochet abriendo las puertas a la primera implantación del neoliberalismo), no está en errores superables en su plan de toma de las riendas del poder y puesta al servicio de las clases populares, en errores de “ventana de oportunidad”, de coyuntura política, tácticos…, en definitiva, en asuntos de insuficiente inteligencia o torpeza, o mala suerte, sino en el error de partida de creer que el Estado burgués se puede ocupar y transformar en un Estado socialista o “al servicio del pueblo”, etc.

Si hoy, el Estado burgués, sobre todo en países ricos, cubre (cada vez menos) necesidades sociales como la sanidad pública, educación, etc., es porque eso sigue siendo funcional al capitalismo y para encauzar las necesidades y presión de las masas trabajadoras. Pero en cuanto lo vea necesario por sus necesidades económicas (cada vez más) y posible por la correlación de fuerzas (cada vez más débiles nosotros), el Estado se deshará de esas tareas (pasándolas al negocio privado) para quedarse con su núcleo duro: ejecutivo, aparato burocrático, policial-judicial-penitenciario, militar, y de apoyo económico a las empresas capitalistas; todo ello al servicio, fundamentalmente, del capitalismo y la burguesía (NOTA 11).

Una estrategia que no comprenda y asuma esto, pretendiendo “liberar”, “capturar” el Estado, acabará comprobando que es el Estado burgués el que les capturará a ellos, como nuevos servidores “roji-verdes” del Estado y del capitalismo. Eso es lo que ocurrió con la socialdemocracia, el estalinismo, y, más recientemente, con los Verdes alemanes y otros, como las corrientes electorales surgidas del 15-M. Sin descartar el derribo de esos gobiernos “incómodos” por la vía pacífica (montajes policial-judiciales de corrupción, declaraciones de inconstitucionalidad por parte del Tribunal correspondiente, etc.; presiones del capital financiero internacional, FMI, Banco Central Europeo, etc.; manipulación y acaparamiento del comercio provocando escasez y encarecimiento artificial de bienes esenciales para la gente; huelgas patronales o de pequeños propietarios del transporte de mercancías, etc.) o violenta (asesinato selectivo, actividad criminal de organizaciones fascistas, sabotajes, golpe de Estado militar-policial…), o la combinación de todo eso. Si la burguesía y su Estado, con el régimen de democracia burguesa, no pueden contener a la clase trabajadora y sectores populares en los límites que están dispuestos a tolerar, o necesitan someterla todavía más para aumentar la explotación o llevarla a la guerra imperialista, darán paso al cambio de régimen a uno de dictadura militar, fascista o similar. Si ese régimen acaba también por ser contraproducente y no poder contener la lucha de masas, arriesgándose a que se llegue a cuestionar al Estado burgués mismo, entonces darán paso a la democracia burguesa que cuenta con más medios para integrar el descontento y desactivar el peligro revolucionario. Y así todas las veces que hagan falta: las monarquías y repúblicas, las democracias y fascismos, todos van y vienen, pero el Estado burgués siempre permanece, garantizando los intereses fundamentales de la burguesía y la perpetuación del capitalismo y su Estado. Todo puede cambiarse y ponerse “patas arriba”, siempre y cuando se garantice lo fundamental.

El famoso socialdemócrata reformista alemán, Eduard Bernstein, a finales del siglo XIX y principios del XX, sostenía que el capitalismo se domesticaría y podría pasarse gradualmente, sin revoluciones ni traumas, al socialismo (https://es.wikipedia.org/wiki/Eduard_Bernstein ). La I Guerra Mundial, el fascismo, la crisis de 1929, el nazismo, el franquismo, etc., el militarismo japonés, la II Guerra Mundial, lo desmintieron completamente; las décadas posteriores parecieron dar alas a ideas como las suyas, incluso más moderadas en lo que hasta hoy hemos venido llamado la socialdemocracia. Todo eso queda desmentido en lo fundamental por los desastres provocados por el capitalismo, las muchas dictaduras habidas, la Guerra Fría, las guerras calientes locales, la crisis medioambiental, y las nuevas derivas que nos traerá el colapso, con riesgo de extinción para la vida, incluida la nuestra. Así como sus planteamientos fracasaron, ocurrirá con los de quienes, de alguna manera, le siguen la pista creyendo en la posibilidad de un Estado neutral y transiciones sin revolución a una sociedad ecológica, socialmente justa, etc.. Quienes niegan el colapso muy probablemente se encontrarán tan desmentidos como Bernstein con el estallido de la I GM y todo lo que le siguió. ¡Y es que no aprendemos!

Pero supongo que Santiago todavía alberga la esperanza de tener un “as en la manga”, que sería los recursos que promete la TMM (parte de que el Estado es neutral y puede ponerse al servicio de unos u otros), capaz en este caso, de mutar la orientación del Estado, pudiendo conseguir que haga mucho de lo que hasta ahora parecía posible por su naturaleza de clase y la del capitalismo (crear pleno empleo gracias al Estado, pero forzado para los trabajadores/as en paro, dedicar fondos sin problemas a los servicio públicos, no preocuparse del déficit y la deuda públicas, etc.). Supongo que es también por ahí por donde Santiago confía en poder hacer una transición ecológica justa socialmente (sin necesidad de acabar con el capitalismo y sus Estados), que no aumente, sino que disminuya las desigualdades sociales, etc., como insiste en particular en la entrevista a La Voz de Galicia, del 21-6-2023 (acceso desde la web de la editorial de su libro).

Pero va a ser que no; lo primero, porque teóricamente no se sostiene, no ya en sus criterios políticos, sino en los económicos; y segundo, porque solo intentarlo pasaría por cambios tan radicales ya como salirse del euro y del Banco Central Europeo, y otros muchos (como la pretensión del pleno empleo creado por el Estado con el problemático programa de Trabajo Garantizado) que chocan totalmente con la correlación de fuerzas y los intereses del capital, y la realidad del funcionamiento de la economía en base a la sustitución del trabajo vivo por maquinaria, y la búsqueda del beneficio (no el deseo de crear empleo, bienestar, etc.). Para meternos en batallas de semejantes dimensiones, mejor en otras que realmente nos sean de utilidad y no nos lleven a callejones sin salida. Además, el colapso creará otro escenario que hará todavía más inviable esas propuestas, y pondrá las cosas en su sitio, echando abajo todas las fantasías monetarias cuando los recursos declinantes pongan en evidencia que es su realidad, y la del trabajo vivo humano, la que se impone con toda su crudeza.

Como no es cosa de extenderme aquí en este asunto tan específico, amplio y complejo, y no soy ninguna experta en economía (ni en nada), sólo puedo animar a Santiago y a quien esté interesado en conocer de verdad sobre la TMM, a explorar el material que ofrezco en la nota 10, en particular el libro de Mario del Rosal.

Una razón de fondo es que todo a fin de cuenta depende de los recursos disponibles (energéticos, materias primas, alimentarios), menguantes, y de la productividad del trabajo humano, que irá disminuyendo (cada vez menos esclavos energéticos y mecánicos a nuestro servicio), y con ello las posibilidades de un progreso social tal como se pretendía hasta ahora, tanto más, si la burguesía sigue siendo la clase dominante porque continúa existiendo el capitalismo como modo de producción dominante, por mucho que vaya colapsando, sin la posibilidad de que a su sombra o frente a él emerja otro alternativo más progresista.

Con nuestras ilusiones y siempre dejando “para mañana” tareas ineludibles, hemos permitido que el capitalismo nos traiga hasta aquí, encadenados a él, y más débiles y desorientados que nunca como para impedir que nos arrastre al abismo. Ahora estamos en la parte más fácil y cómoda: planteando y debatiendo ideas (no ahoguemos lo que al comienzo parecerá una plantita de nada, pues quizás tenga el potencial gigantesco de una secuoya   https://es.wikipedia.org/wiki/Sequoia_sempervirens     ). Pero no nos hagamos ilusiones, pues a partir de ahora, todo será mucho más difícil, complicado, feo y doloroso de lo que lo haya sido jamás, y sin garantías no ya de ganar, sino ni siquiera de sobrevivir. Si lo consiguen, a lo que ahora yo llamo generación GPS (Generación Políticamente Suicida) habrá que llamarla GH (no por Gran Hermano, sino por Generación Heroica) (NOTA 12).

DESPEDIDA.

Yo, comparada con Santiago, Riechmann, Casal, Apilánez, Del Rosal, y tantos/as otros/as, soy una doña nadie, tanto por mis conocimientos en general (formación reglada que se dice, básica; nada de inglés, etc.), como por capacidad intelectual, habilidades para la polémica, etc. El propósito de lanzarme con tanto atrevimiento a estos debates con unos y otros de los grandes, no es el de convertirme en una vedete (nunca sabréis quien soy realmente, ¡no puedo presumir ante nadie! -ni tengo el menor interés, aparte de que no confío en la democracia burguesa -; hacer bien mi labor y morir –no os alarméis, mi querido club de fans, procuro retrasarlo- en el anonimato, también sería mi particular homenaje y acompañamiento a tantísimos héroes/heroínas nuestros, por todo el mundo, anónimos y/u olvidados injustamente), ni tampoco en la “mosca cojonera” para todos, sino el de contribuir a impulsar un debate lo más racional que se pueda, de la mayor categoría intelectual y científica posible, y sobre todo orientado a dar respuestas eficientes a la realidad, a las necesidades de la intervención práctica.

Atender a los demás y responderles como se merecen, es trabajoso, pero si queremos avanzar de verdad, debe hacerse. Como decía Lenin (os recuerdo otra vez lo de Agamenón y su porquero), sin teoría revolucionaria (o conocimiento científico) correcta no hay práctica correcta.

Por eso no podemos caer en el ninguneo de nadie (¡tampoco hacia mí!, agradezco su generosa cita a Jorge Riechmann en su artículo sobre este libro, y la llamada de atención sobre el peligro de “endogamia” o cierre a otros, en los circuitos intelectuales y académicos). En su día ya ocurrió algo de eso con el libro de Casal (“La izquierda ante el colapso de la civilización industrial”), pues creo que yo (una doña nadie con seudónimo; nombre artístico queda más bonito, presumir un poco desde el anonimato no es tan grave) fui la única en responder de una forma amplísima (154 páginas A4). Y algo parecido pudiera haber ocurrido con el libro de Apilánez. ¡Y eso no puede ser!. Si yo procuro debatir con el mayor respeto personal y honestidad intelectual (desde mis limitaciones e ignorancia, siempre confesas), sentado este precedente, ¿quiénes vengan después de mí al debate, caerán más bajo, en vez de elevar mucho más su categoría?.

Mi propósito no es convertirme en el centro de nada: que me responda Apilánez, Santiago y quien fuese ¡todos girando en torno a mí!. No. Solo provocar que quienes más debieran saber, y mayor inteligencia estratégica debieran desplegar, se comprometan en esto, “salten al ruedo” y se enfrenten con más valor y sabiduría a este toro miura que es la realidad y la complejidad de cómo torearlo. Muy triste sería que el peso de la “corrida de toros” recayera en los modestos miembros de la cuadrilla ¡o en un espontaneo con talento!, y no en el “maestro” (permitidme el símil, no vengáis ahora a estropeármelo con el discurso antitaurino, pues estamos de acuerdo).

No me siento como una impostora, ni entrometida, pero sí como si estuviese ocupando, por su incomparecencia, el lugar que les correspondería a otros/as, aunque no sé bien quienes puedan ser (pienso en alguna que otra organización supuestamente revolucionaria, pero ya sería como esperar peras, del olmo). Porque si el futuro dependiese de personas de mi nivel, por mucho que nos esforcemos (y yo lo hago, a diario, a veces más de lo aconsejable), ya podemos darlo por perdido.

Pero no nos engañemos. Mi papel no se reduce al de figura de tercera para rellenar el cartel de la corrida del día, o de telonera de la actuación principal. Lamentablemente estamos a tanta distancia del nivel teórico, político, estratégico, que exige la realidad que, mi modesta persona, también tiene algo relevante que aportar (¡quién lo diría!), al menos en algunas cuestiones, y debe ser tenido en cuenta, para integrarlo o ser capaces de rebatirlo, por las primeras figuras. Desde mi actividad como AD en internet (iniciada en kaosenlared), tengo esa seguridad, sobre todo desde 2012 a raíz de mi propuesta, aprovechando la ofensiva austericida de la Unión Europea, de desarrollar una estrategia para la clase trabajadora de la U.E., por fin al nivel que le corresponde, es decir, europeo, e impulso (cuando menos ya a esa escala) del internacionalismo proletario, que sirviese como faro ante la clase trabajadora mundial, especialmente de Asia (ahora su mayor concentración); y ya en esta década, mi posicionamiento, ante la general debacle teórico política, la podredumbre revelada a luz las respuestas cómplices (pro-rusas, pro-Estado burgués ucraniano y pro-otanistas), o impotentes (grandes principios justos, pero sin ofertas tácticas que permitan avanzar ni un milímetro en esa dirección) ante la guerra inter-imperialista en Ucrania y la marcha hacia la guerra mundial y nuclear del imperialismo otanista; y también desde el último año, mi posicionamiento estratégico diferenciado (no por distinguirme artificiosamente) ante el colapso. La frustrante y exasperante experiencia de la década pasada al hacer oídos sordos a mi propuesta, me ha demostrado que si yo no tomo a fondo las riendas de mi planteamiento, el grado de ceguera e irresponsabilidad general es tal, que no espere que nadie lo hará, ni siquiera para tomarme el testigo en el relevo. Estamos tan mal, tan desorientados, que ¡hasta yo! tengo algo importante que decir. Si resulta que ahora estoy, en algo, en una posición de avanzada, no es tanto por los pasos adelante que yo haya dado y mis supuestos grandes méritos (me conozco, no los tengo), como, sobre todo, por la mediocridad, desidia, negligencia general, los pasos atrás de los demás (Santiago también es un caso de esos, al dejar el colapsismo y pasarse al green new deal), o cuando menos, su inmovilismo en posiciones correspondientes a un pasado que ya no existe ni volverá. “En el reino de los ciegos, el tuerto es el rey” dice el refrán. “No dio un paso adelante para presentarse voluntario, sino que todos los demás lo dieron para atrás”.

Como dice Turiel, a mí también me mueve la suerte de mi descendencia, en particular de los nietos, y de los niños/as en general, como esos a quienes veo jugar en el parque, afortunadamente ajenos a todo esto, riendo desde su inocencia (¡qué mundo les vamos a dejar!, ¡a qué les estamos condenando!, ¡cómo les estamos traicionando!, ¡no tenemos perdón!), y el miedo que tengo por lo que pueda ser de nuestra especie y tantísimas otras, pues nunca jamás ha sido la cosa tan gravísima como ahora y en el futuro. ¡Y seguimos semiparalizados mientras continua la cuenta atrás!. Sé que los tiempos son muy diferentes en cuanto a las dimensiones colosales de los retos, que pesan como losas en nuestro ánimo, pero para mí es un poco como si en los años finales del franquismo y cuando Franco ya había muerto, nos hubiésemos quedado cruzados de brazos sin hacer nada, en vez de entregarnos de pleno a la lucha como hicimos. El contraste entre la gravedad de la situación y nuestra pasividad o negligencia es tan enorme que parece imposible, como si fuese algo irreal que no pudiera estar pasando, ¡como para volverse loca!. Tan irreal como la paz, e inconsciente como la fiesta, durante el veraneo en una playa el 31 de agosto de 1939, víspera de la II Guerra Mundial.

Mucho me temo que, dentro de muy pocos años, miraremos hacia atrás y nos echaremos las manos a la cabeza, horrorizados/as por nuestra inconsciencia, negligencia e incompetencia, pese a tantísima información disponible, y ya sin tiempo para remediarlas. Igual exagero, pues vista la incapacidad para hacer un balance inteligente y autocrítico de la década pasada, ya casi me puedo esperar cualquier cosa. Es decir, muy parecido a lo de ahora, pero multiplicado por la enormidad de sus consecuencias, ya irreversibles. Un suicidio colectivo “a cámara lenta”.

Santiago ha experimentado un giro en su trayectoria que a mí (y a los colapsistas y otros/as que ni siquiera lo son) me parece negativo. Pero no hasta el punto de estar ya definitiva e irreversiblemente “al otro lado de la barricada” (espero) aunque nos ponga a nosotros prácticamente como si fuésemos un estorbo, y no solo en el libro, sino en entrevistas a la prensa. Dar otro giro hacia un colapsismo (o llámelo de otra manera si es mejor) mucho más inteligente del que él critica le resultará, complicado, pero no es imposible. Si rectificar fuese fácil, no se diría que es de sabios (sabio implica un nivel muy grande de madurez psicológica, estar por encima de las servidumbres del ego y sus vanidades; no solo se refiere a tener grandes conocimientos). ¿Podemos volver a encontrarnos?. ¿Trabajar honestamente por saber la verdad y hallar el mejor camino?. Así lo deseo y con esa aspiración constructiva, y por eso también muy crítica, he escrito esto.

Para terminar, y situaros ante nuestros deberes para hoy, vuelvo a recordar la pregunta clave para el momento actual ¿QUÉ HACEMOS ANTE la PREVISTA CRISIS ENERGÉTICA para 2025-2030?.

Aquí lo dejo. Pero insisto. Mi propuesta estratégica está en el artículo dedicado al libro de Apilánez, el del debate entre Santigo y Riechmann, y en el de la guerra nuclear durante el colapso.

LLAMAMIENTO A VOTAR el 23-J, de alguien que no cree en la democracia burguesa ni en el reformismo.

Para no repetirme ni abusar del espacio que tan generosamente me ofrece kaosenlared.net, para la argumentación os remito a mi anterior artículo    https://kaosenlared.net/los-vicios-del-ecologismo-libro-de-a-apilanez-debatiendo/

NO TE OLVIDES.

Como argumenté sobradamente en mi artículo “2025 Colapso y estrategia. Propuesta internacional” (11-5-2023)  https://kaosenlared.net/2025-colapso-y-estrategia-propuesta-internacional/ , en cada artículo que publique os pienso “dar el peñazo” con estos eslóganes centrales para nuestro tiempo:

Explicación: Contra la crisis energética, climática, alimentaria, la guerra y la “hoja de ruta” de la OTAN, la desigualdad creciente y la discriminación social, contra la fascistización y el ecofascismo, por los cuidados, contra la Sexta Gran Extinción de especies y la nuestra con la guerra nuclear, el riesgo de provocar la emergencia de una Inteligencia General Artificial hostil a nuestra especie y la vida, contra todo lo que nos acarrea el capitalismo que nos lleva al suicidio, luchemos contra el capitalismo y sus Estados burgueses. Inspirado en el eslogan ruso de 1917 “Pan, paz, tierra y libertad”, de gran éxito al recoger los problemas y aspiraciones populares, actualizado y ampliado por la mayor variedad de los nuestros, ya existenciales.

Sin energía, clima, pan, paz, igualdad, libertad y vida, el capitalismo nos suicida   —-  2025-2030 Crisis energética, por culpa del capitalismo caduco y en colapso   —-    2025-2030 Sin energía, próximamente sin pan, sin paz, sin libertad, finalmente sin vida. ¡El capitalismo nos suicida!     ——– 2025-2030. Crisis energética del capitalismo. A nosotros no nos cunde, y a los pobres del mundo los hunde   ——- No queremos sangre por petróleo ——- 2025-2030. Crisis energética del capitalismo. La suerte de los pobres del mundo, no nos da lo mismo   ——  Capitalismo: de la explotación, a nuestra extinción    —-  Capitalismo en colapso: un zombi asesino, ecocida y genocida   —–  DISTOPÍA es el CAPITALISMO en COLAPSO.

Te animo a que, recogiendo estos objetivos, superes estos eslóganes inventando y difundiendo los tuyos (cuando menos, estos también, sobre todo el primero, que está en negrita y también subrayado).

En las webs, en vez de pretender abordarlo todo (“quien mucho abarca poco aprieta”), en la página de Inicio debiera darse prioridad permanente y destacada a los eslóganes críticos para el período y unos pocos documentos que lo expliquen. De lo contrario, nos dispersamos y no rentabilizamos ni la poca influencia que tenemos y que, haciendo bien las cosas, podríamos multiplicar.

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N O T A S

NOTA 1.-  La misma editorial ha publicado otro libro, esta vez favorable al colapsismo, al que le dediqué un artículo cuando yo todavía no era colapsista, aunque venía el colapso como un enorme riesgo muy probable. Véase  «“Colapsología” de Servigne y Stevens: ¿horizonte, espejismo, abismo?» (29-10-2020) – Reseña y comentario crítico del libro. Sobre la amenaza de un colapso de la civilización industrial, autodestrucción de la Humanidad, y qué alternativa debemos construir desde ya mismo si queremos salvarnos –   https://archivo.kaosenlared.net/colapsologia-de-servigne-y-stevens-horizonte-espejismo-abismo/   .   — Lo copian en   https://www.asociaciongerminal.org/?p=5198 ; al final del artículo hay la opción de convertirlo en pdf, pero tiene un fallo, pues no incluye el primer párrafo.

NOTA 2.- «“Los “vicios” del ecologismo” libro de A. Apilánez. Debatiendo»  (14- 6-2023) https://kaosenlared.net/los-vicios-del-ecologismo-libro-de-a-apilanez-debatiendo/

Trampolín para un debate urgente ante una situación con riesgos existenciales. Esto debiera ser el libro de Apilánez. Otra oportunidad para hacer bien lo que tantas veces hacemos mal. Pues sin teoría correcta es imposible una práctica correcta, y sin esta, ante los peligros que nos acechan, el resultado pudiera ser hasta nuestra extinción como especie, acompañando a otros miles más. Así de serio es el asunto, así de seria debe ser nuestra actitud.

No estás ante una reseña al uso, sino ante muchísimo más, incluida una PROPUESTA INTERNACIONAL de posible enorme trascendencia histórica, y unos EJES PARA UNA ESTRATEGIA INTERNACIONAL ANTE EL COLAPSO. Aquí encontrarás VISIÓN y MISIÓN, para GANAR, algo difícil de hallar hoy día.

Alfredo Apilánez ha publicado el libro titulado “Los “vicios” de ecologismoEl abismo entre el diagnóstico y las soluciones”, El Viejo Topo, Barcelona 2022. Lo primero que creo puede decirse de este libro de Apilánez es que merece celebrarse su muy oportuna publicación, al margen del grado de acuerdo o desacuerdo con su autor. Es el resultado de una exploración crítica de una enorme cantidad y calidad de documentación, ordenada, no por autores, sino por problemáticas, “vicios” del ecologismo. Debiera ser un revulsivo para el debate súper-mega-híper urgente que necesitamos en un tiempo crucial para la Humanidad y con ritmo acelerado, en el que, muy fácilmente, los sectores críticos, podemos ser “arrojados a la cuneta”, sobrepasados por las peores derivas del capitalismo (miseria social, ecofascismo, guerra nuclear, sexta gran extinción de especies, fin de la nuestra…).

El libro de Apilánez debe servir sobre todo para impulsar el debate a un nivel superior y para que tenga repercusiones prácticasincluso ya y cara a la crisis energética del 2025-2030 (véase mi artículo del 11-5-2023  https://kaosenlared.net/2025-colapso-y-estrategia-propuesta-internacional/  ), pues, como dice Antonio Turiel “la crisis energética, […] favorecerá la implantación de discursos simplistas y fascistoides, y que por eso era crucial ocupar el espacio de debate desde ya. […] la población se quedará en estado de shock. No se lo podrán creer. No se lo querrán creer. La gente sufrirá, perderá su empleo, pasará frío, pasará hambre. Y se desesperará. Tenemos, urgentísimamente, que ocupar el espacio del debate, antes que el ruido de todo al caer haga imposible escuchar ninguna voz, antes que la desesperación colectiva arrastre a la mayoría social en brazos de aquellos que les prometen soluciones sencillas a problemas complicados. El espacio que nosotros no ocupemos ahora, otros lo llenarán, con un discurso de odio y resentimiento, de represión y de autoritarismo. Tenemos que tener unidad en medio de la diversidad. Ahora es el momento de actuar. Probablemente, es ahora o nunca. O hacemos escuchar la voz de la razón, o empezamos a imponer un poco de sentido común en las discusiones sobre nuestro futuro como sociedad, o seremos aplastados por la apisonadora del populismo y del odio. Es ahora o nunca. Escojamos ahora.”  ” https://crashoil.blogspot.com/2022/10/el-por-que-de-un-llamamiento.html

El avance de la derechona en las pasadas elecciones municipales, a diputaciones provinciales, y autonómicas del 28 de mayo y el sorpresivo adelanto de las elecciones generales para el 23 de julio, apuntan a un peligro ya señalado por mí en mi artículo previo, de que la crisis de 2025-30 nos suceda con un Gobierno en España del PP en alianza con VOX. Esto acelera todavía más si cabe la necesidad de este debate.

En mi ordenador, el archivo ocupa un total de 75 páginas, incluyendo un Anexo-borrador, de extrema importancia; las notas empiezan en la página 63.

Las partes de este artículo son:

I.- La CRÍTICA, PERO la AUTOCRÍTICA por delante. No caigamos en el “y tú más”, ni veamos la paja en el ojo ajeno sin reconocer la viga en el propioII.- LIBRO CERO. El GRAN AUSENTE que, cual alma en pena, recorrerá casi todo el volumenIII.- INTRODUCCIÓN. Donde nos revela el NOMBRE de la BESTIA. La que fue MI PROPUESTA: SALARISMO (¡mira que nombre más salao!). IV.- LIBRO PRIMERO. Donde las PRUEBAS CONDENAN al CAPITALISMO por explotación, opresión, ecocidio y genocidio. Un GRAN RELATO en busca de autor/a. Alfredo ¿eres tú mi hombre?. V.- LIBRO SEGUNDO 1). Donde el gran NICHOLAS GEORGESCU-ROEGEN, RUGE, y se DISTINGUE entre RIQUEZA y VALOR, VALOR de USO y VALOR de CAMBIO, lo NO PAGADO y el PLUSVALOR. VI.- LIBRO SEGUNDO 2). Donde al DECRECENTISMO le crecen los problemas, y el COLAPSISMO no se desploma, aguanta el envite de Apilánez. Ejercicio gráfico para resolver si el colapso es ya inevitable o no. Un elefante africano, macho y en celo, en la sala. PROPUESTA INTERNACIONAL que MEJORARÁ a nuestro favor la CORRELACIÓN de FUERZAS y ABORDARÁ BIEN PROBLEMAS EXISTENCIALES. VII.– LIBRO SEGUNDO 3). Donde cierto ECOSOCIALISMO revela su debilidad por un Estado fuerte y una ambigüedad reformista a cuenta de las reivindicaciones transicionales. Sobre la inviabilidad de las estrategias reformistas y de servirse del Estado burgués, como la de Podemos. VIII.- LIBRO SEGUNDO 4). Donde se pone en GUARDIA, ante los falsos REMEDIOS de los CURANDEROS. MALAS NOTICIAS para la RENTA BÁSICA UNIVERSAL y la TEORÍA MONETARIA MODERNA. OTRA VÍA ESTRATÉGICA. La DISTOPÍA TIENE NOMBREIX.- LIBRO SEGUNDO 5). Donde se PONE EN GUARDIA ante ciertos desvaríos de una ESPIRITUALIDAD ECO. X.- LIBRO TERCERO 1) y 2). Donde se plantea la alternativa COMUNISMO o BARBARIE, y se discute sobre la EFICACIA de las ESTRATEGIAS. Mi PROPUESTA de ESTRATEGIA CUADRIAL (¡toma ya!). XI.-LIBRO TERCERO 3). Donde se DEFIENDE la EVIDENCIA de la POSIBILIDAD de un COMUNISMO de “FRUGALIDAD VOLUNTARIA”. ¿SEGURO?. Pensemos “con los pies en el suelo”, si es el ecosocialismo descalzo, el comunismo frugal, lo que pretendemos. LLAMAMIENTO A VOTAR el 23-J, de alguien que no cree en la democracia burguesa ni en el reformismo. DESPEDIDA.  NO TE OLVIDES.  A N E X O. BORRADOR para el GRAN RELATO de la plusvalía, desde la explotación al colapso, al ecocidio y el genocidio y la extinción.  O T A S.  RECURSOS para desarrollar las capacidades estratégicas. PARA LOCALIZAR los ARTÍCULOS

Errata. En la sección VIII, párrafo cuarto, donde dice “la economía en general, ha contraído una deuda”, lógicamente debe decir “general, NO ha contraído”.

NOTA 3.-  Estos son los artículos que expresamente he dedicado a Emilio Santiago: “Green New Deal y colapso. Santiago y Riechmann” (14-11-2022) Comentarios a un debate sobre el tema, entre Emilio Santiago Muiño y Jorge Riechmann, apasionante e Importante para orientarnos bien en esta encrucijada existencial para la Humanidad, y establecer una estrategia correcta. Referencia a una aportación previa de Manuel Casal Lodeiro. Una propuesta, desde una aplicación de la estrategia en la teoría de juegos, a la elección que, en caso de incertidumbre, deberíamos hacer. https://kaosenlared.net/green-new-deal-y-colapso-santiago-y-riechmann/

“Libro: “Rutas sin mapa” de Emilio Santiago Muíño. Comentarios” (10-2-2016) —  en 2022  https://archivo.kaosenlared.net/libro-rutas-sin-mapa-de-emilio-santiago-muino-comentarios/     –

““¡No es una estafa! Es una crisis (de civilización)” de Emilio Santiago Muiño. Comentarios” (14-10-2015) —– en 2022 https://archivo.kaosenlared.net/no-es-una-estafa-es-una-crisis-de-civilizacion-de-emilio-santiago-muino-comentarios/

NOTA 4.-  “2025 Colapso y estrategia. Propuesta internacional” (11-5-2023)  https://kaosenlared.net/2025-colapso-y-estrategia-propuesta-internacional/

El año 2025, sufriremos un muy importante descenso en la producción del petróleo que provocará un gran déficit, sobre todo en gasoil, fundamental para el transporte y maquinaria como la agrícola. Este sería el primer gran shock del colapso, al que le seguiría otro aumentado en 2030 (según la OPEP, dice Antonio Turiel, fuente en la Nota 9 de este artículo).

Esto tendrá enormes consecuencias en el ámbito político, con un gran riesgo de que el poder se fascistice, de que ascienda al gobierno la “derechona” aliada del neofascismo (ya ha ocurrido en Italia con el gobierno de la señora Giorgia Meloni), un gran paso en el avance hacia el ecofascismo.

Ello nos plantea una enorme responsabilidad ante el próximo ciclo electoral en España. Un gobierno de la derecha-ultraderecha afrontaría 2025, o el periodo entre 2025 y 2030 y posterior, de un modo mucho más negativo para nosotras/os que un gobierno tipo PSOE-Unidas Podemos, por mucho que este también nos ataque.

El riesgo de sufrir, a cuenta del 2025, una enorme derrota que empeoraría todavía más la correlación de fuerzas entre la clase capitalista y la trabajadora y nos colocaría en la línea de salida al ecofascismo y la guerra, es demasiado grande como para tomárnoslo a la ligera.

El 12-7-2018, en una cumbre de la OTAN, Macron, el presidente de Francia, llegó a decir que esa alianza militar ya estaba en “muerte cerebral”. Solo tres años y pico después, gracias la guerra en Ucrania, la Historia ha pegado un “golpe de volante” y la OTAN ha aprobado una “hoja de ruta” que nos llevaría a la guerra contra Rusia y China (potencias nucleares). 2025 supondrá otro gran acelerón en la Historia y sin duda que no será para bien. Procuremos que no sea para el peor de los escenarios posibles: el ecofascismo y la guerra mundial.

Las consecuencias que 2025 y 2030 tendrán en los países pobres, por culpa también de los países ricos, reclama de nosotros/as un compromiso para evitar el enfrentamiento entre los pueblos y aumentar la confianza y colaboración entre todos los trabajadores/as del mundo para resistir las peores derivas del capitalismo en colapso.

Así que el colapso del capitalismo se nos echará encima en muy poco tiempo, también en los países del Norte rico, y por eso, sin más demora, necesitamos un salto cualitativo en la estrategia, en la propaganda (propagar la verdad) y la agitación (llamar a la lucha) si no queremos perder la carrera por el relato, ante las mentiras y demagogia de la burguesía (en sus versiones de izquierda a extrema derecha y fascismo), pues en ese caso, habremos perdido a muchos MILLONES de personas que necesitamos para ganar, y nos derrotarán fácil y definitivamente.

Para avanzar en esa dirección, propongo un eslogan mundial inspirado en la experiencia exitosa de otro durante el año 1917 en Rusia, pero actualizado a nuestras circunstancias y el colapso, y una reflexión de fondo sobre nuestra necesidad de elaborar una estrategia innovadora para este nuevo tiempo, totalmente diferente en sus perspectivas al conocido hasta hoy en el capitalismo.

Con motivo de la ofensiva austericida en la década pasada, ya para el 15-12-2012 publiqué un extenso artículo advirtiendo del peligro de sufrir una derrota histórica en esa década, de graves consecuencias para el futuro. Los hechos confirmaron mis temores, como explicaré. Ahora, además de hacer una propuesta internacional para nuestro tiempo inmediato, estoy lanzando otra seria advertencia del riesgo de una derrota todavía más catastrófica si fracasamos para el 2025 y 2030. No tenerlas en cuenta sería de una irresponsabilidad criminal, mucho más grave que la de entonces pues, en este caso, nos podemos hacer una idea mucho más clara de ese tremendo escenario, en lo material, político y existencial, de la que podía hacerse en el 2012.

Aunque yo estuviese equivocada, al menos debiera dar pie a un debate internacional sobre ¿QUÉ HACER ANTE el 2025?, ¡ANTES DE QUE LLEGUE, DESDE YA!.

En mi ordenador, el archivo ocupa un total de algo menos de 33 páginas, y hasta las notas, de casi 20 páginas.

Las partes de este artículo sonI.- La ESTUPIDEZ ESTRATÉGICA GARANTIZA la DERROTA MÁS COMPLETA. Necesidad de un replanteamiento para un tiempo completamente nuevoII.- 2025, EL AÑO de la GRAN PRUEBA ante el COLAPSO. La respuesta que demos condicionará nuestro futuro. Si lo hacemos mal, condenándolo al cataclismo (social, medioambiental, militar) y, tal vez, la extinciónIII.- 2023, 2025, 2030. Elecciones, mociones de censura, adelantos electorales, ascenso de la “derechona” al gobierno, avance hacia el ecofascismo en el proceso del colapso, con hitos en 2025 y 2030IV.– NUESTRA PÉRTIGA para el GRAN SALTO que NECESITAMOS DAR. Eslogan: “Sin energía, clima, pan, paz, igualdad, libertad y vida, el capitalismo nos suicida”. V.- NUESTRA RESPONSABILIDAD como ciudadanos del Norte rico acaparador y expoliador, ante la suerte de los pobres del mundo, en la crisis del colapsoVI.- La BURGUESÍA y sus ESTADOS LO SABEN y preparan sus PLANES, que INCLUYEN la GUERRA NUCLEAR. VII.- MENOS CUENTOS de la LECHERA, más flexibilidad creativa y realismo práctico, o nos condenaremosVIII.- JÓVENES. Aprended a pensar en términos de estrategiaDESPEDIDA y petición. NOTAS. RECURSOS para profundizar.

Erratas: “Reichtag” en realidad es Reichstag, “ofensiva austerizada” es “ofensiva austericida” (de austeridad), “mínima escritura organizativa” debe decir “mínima estructura organizativa”. Un “vallan” que debiera ser “vayan” de ir, no de vallar (despistes por el cansancio).

NOTA 5.- Véase mi artículo “Jalones de derrota y larga marcha. Marxistas y colapso” (27-10-2022) https://kaosenlared.net/jalones-de-derrota-y-larga-marcha-marxistas-y-colapso/   .  Se impone un cambio de “chip mental”. En los marxistas, autocrítica por su incompetencia y rectificación para poder adoptar la nueva estrategia que necesitamos para el tiempo del colapso del capitalismo que arrastra a la civilización industrial, y que cierra el paso definitivamente (condiciones objetivas y subjetivas) al socialismo-comunismo o anarquía.

Jalones de derrota1972 (fracaso estratégico al desconsiderar “Los límites del crecimiento” y horizonte de colapso, que provoca impotencia ante la ofensiva neoliberal y derrumbe de ilusiones alternativas transformadoras al poder presentar la burguesía como “fracaso del comunismo”, lo que es el hundimiento del Capitalismo de Estado de la URSS, etc., preludio del colapso del capitalismo mundial). 2012 (década perdida y gravísima derrota estratégica al no implementar, a escala de la Unión Europea, la estrategia anti-austericida adecuada que habría permitido, a la clase trabajadora, entrar en el colapso, con fuerza social y crear un faro de internacionalismo proletario desde Europa occidental; fracaso que facilita lo sucedido en Ucrania desde 2014; fracaso en la orientación de masas contra el cambio climático; desconsideración por los marxistas del horizonte de colapso muy próximo). 2022 (bancarrota política ante la guerra inter-imperialista en Ucrania que supone una derrota estratégica definitiva por inexistencia del internacionalismo proletario; con un pie ya en el colapso y cierre definitivo de todo horizonte revolucionario comunista anarquista).

Necesidad de una novedosa estrategia de retirada, de resistencia y Larga Marcha, gestión estratégica de nuestras fuerzas y las etapas temporales en el colapso, conseguir que un tiempo que corre en nuestra contra acabe haciéndolo a nuestro favor, con el objetivo fundamental ya, no de llegar al socialismo-comunismo o anarquía (no es como el Éxodo y la travesía del desierto, para llegar a la Tierra Prometida de Canaán y conquistarla por quienes fueron esclavos en Egipto), sino de impedir las peores derivas del capitalismo en colapso que podrían llevarnos hasta la extinción (“eco-fascismo”, hambrunas, genocidios, guerra nuclear y biológica…). ¿Destino?. De momento no podemos saberlo; sí que ya no podrá ser el socialismo-comunismo o anarquía.

NOTA 6.- Para unas consideraciones estratégicas sobre el tema de la alimentación y del fósforo en particular, en mi artículo “2025 Colapso y estrategia. Propuesta internacional” (11-5-2023)  https://kaosenlared.net/2025-colapso-y-estrategia-propuesta-internacional/

“Fosfatos y fósforo. ¿Lo que nos faltaba? ¡Y que no nos falte!” (14-6-2022) Los fertilizantes de fósforo pueden convertirse en el talón de Aquiles de la Humanidad; otro peligro que se une a la subida de precios de los fertilizantes nitrogenados, de los alimentos, y la amenaza de hambruna a cuenta de Ucrania, más el cambio climático, y ser motivo para más guerras. Presentación del Informe del Proyecto “Our Phosphorus Future” (OPF) (Nuestro Futuro del Fósforo), del 9-6-2022 (su web https://www.opfglobal.com/ ). Llamamiento a su estudio y seguimiento del problema. https://kaosenlared.net/fosfatos-y-fosforo-lo-que-nos-faltaba-y-que-no-nos-falte/

“Prioridad política mundial: fertilizantes o extinción. Estrategia ante el colapso” (23-8-2022) Necesitamos una estrategia ante el colapso que tenga en cuenta nuestras débiles fuerzas y el mejor modo de enfrentarlo. Esto es, aplicando la palanca en el punto donde ellos son más vulnerables y más puede ayudar a cuestionarlo todo: el de la alimentación mundial, los fertilizantes y su terrible amenaza para miles de millones de personas ya en este siglo y comenzando muy pronto, por el cénit del gas natural y el declive de los fosfatos de roca. Antes de que seamos todavía más débiles y ellos capitalicen el problema para una estrategia de aplastamiento, genocidio y guerra. No podemos demorarnos pues el próximo shock (de la energía por el petróleo) llegará muy pronto, para 2025 o incluso antes. Propuesta de unas tareas inmediatas, algunas muy sencillas y sin mayor compromiso, pero de extrema importancia. Errata: “como no quiero correr el riesgo de que os antes p canséis de leer” debe decir “como no quiero correr el riesgo de que antes os canséis de leer”. https://kaosenlared.net/prioridad-politica-mundial-fertilizantes-o-extincion-estrategia-ante-el-colapso/

“Energía de fusión (irrelevante), fertilizantes de fósforo (crítico). Marco para luchar”  (17-1-2023) El experimento del 5-12-2022 obteniendo la “ignición” en la energía nuclear de fusión, las perspectivas de energía neta obtenible si tiene éxito el programa de fusión, y la largueza de sus plazos (varias décadas todavía), nos dicen que no podemos contar con ella ni a tiempo para solucionar los problemas de la crisis energética y menos del calentamiento global. Sin embargo, el fósforo para los fertilizantes es un elemento crítico que, en poco, empezará a revelar su importancia existencial (hambruna generalizada con una apocalíptica reducción de la población mundial) y que, por tanto, puede ser un factor añadido a la hora de provocar una guerra nuclear por recursos escasos, más probable en tiempos del capitalismo en colapso; y sin embargo, salvo por los científicos y una minoría ínfima, no se le presta la atención debida. El capitalismo en su fase terminal se revela, cada vez más, como una amenaza letal para la vida humana y de cientos de miles de especies. Para afrontar todo esto, necesitamos un MARCO de explicación y temporal que nos sirva para orientar y unificar las diversas luchas en una resistencia común efectiva, cuando menos, para evitar las peores derivas del capitalismo en colapso, y en particular, nuestra extinción. https://kaosenlared.net/energia-de-fusion-irrelevante-fertilizantes-de-fosforo-critico-marco-para-luchar/

NOTA 7.-  “Guerra nuclear con el capitalismo en colapso” (21-12-2022) 47 páginas https://kaosenlared.net/guerra-nuclear-con-el-capitalismo-en-colapso/

El capitalismo nos lleva al colapso y éste a multiplicar los conflictos entre Estados burgueses, y de ahí, las enormes posibilidades de acelerar la llegada de una guerra nuclear como desesperado último recurso para su permanencia a costa de eliminar al oponente y competidor. Cuando se reflexiona sobre ello, la conclusión es que el futuro es muchísimo más peligroso de lo que ahora sospechamos, por lo que toca desenmascarar todas las ideas que pretenden negar o minimizar esta amenaza existencial para la Humanidad.

La guerra nuclear sería la expresión concentrada y máxima del fracaso, del colapso de una civilización, el fascismo de facto en su máximo nivel, el genocidio generalizado, el cataclismo medioambiental (invierno nuclear), la culminación de la 6ª Gran Extinción (incluida la nuestra). ¡Todo en un paquete y de rapidísima entrega a domicilio!. ¿Algo ofrece más?. Por esola lucha contra ese peligro creciente durante el colapso del capitalismo, debiera ser UN (no único) EJE FUNDAMENTAL en NUESTRA ESTRATEGIA que también nos permitiría abordar numerosas cuestiones a la vez, no exclusivamente las estrictamente militares como las que se tratan en los acuerdos de control de armas, etc.

De ahí el hacerlo, no con la limitación del enfoque habitual, sino con todo su potencial político para nosotros, en vez de limitarnos a afrontar los problemas uno por uno, o debilitando su interdependencia propias del cataclismo (social, medioambiental, militar) al que nos conduce el capitalismo en colapso (calentamiento global, crisis energética, alimentaria, sexta gran extinción, ecofascismo, guerras, genocidios, etc.), lo que también nos permitiría usar más eficazmente nuestros recursos, incidir en la gente más profundamente, aprovechar mucho mejor el tiempo, pues corre en nuestra contra, y adelantarnos a una crisis nuclear que rápidamente alcanzaría velocidades de esprínter y se nos impondría como hechos consumados. Capitalismo y Estados burgueses, en el colapso del capitalismo, pudieran venir a ser casi sinónimo de guerra nuclear, y argumentaré por qué (sobre todo en las secciones IV y IX).

Esto nos permitirá abrir brecha y acceder mucho más fácil a la conciencia y subconsciencia de la gente, para romper sus inercias, resistencias, negacionismos, evasiones e irresponsabilidades, creencias y valores que la atan al capitalismo y sus Estados, desbloquearlas en la marcha de la pendiente del colapso, para frenar y detener las derivas suicidas de la Humanidad capitalista. Tenemos la experiencia de la lucha en Europa contra los euromisiles (comienzos de los 1980 hasta 1983), y en España contra el ingreso en la OTAN (1981-referéndum en 1986) y debemos aprovechar sus lecciones (en positivo y negativo), porque consiguieron gigantescas movilizaciones de masas. Por una vez nos adelantaríamos a la iniciativa de la burguesía, en lugar de ir a rastras en batallas que ya están casi perdidas como contra el calentamiento global, al que, sin embargo, por contagio, podríamos infundir de más vida abordando también esto de la guerra.

Se viene ligando la extinción a las consecuencias del calentamiento global (como el movimiento Extinción-Rebelión), pero está mucho más ligada a la guerra nuclear. También pudiera ser el factor que necesitamos para resucitar un internacionalismo proletario que hoy está muerto (como ha demostrado la pasividad e impotencia ante la guerra en Ucrania), imprescindible, pues sin él, estamos condenados a padecer el ecofascismo, las guerras, genocidios y guerra nuclear. Aunque los presupuestos de guerra creen algunos empleos, sobre todo en tiempos de colapso, irán ligados al austericidio, y de ahí que pueda servir para infundir algo de energía a una clase trabajadora derrotada, aunque de momento no aplastada; pero en Europa, lo conseguiremos si sabemos aprovechar las lecciones de mi propuesta de 2012 (fundamental: nuestro marco real de lucha de clases ya no es la nación, ni el Estado, sino la Unión Europea), sobre todo en tanto que exista la Unión Europea y la OTAN. Debiéramos entenderlo así, si es que queremos sobrevivir más allá del colapso de un modo que, incluso ahora, nos parezca digno de ser vivido.

Una estrategia ante el colapso centrada en medidas para salir de él del modo más progresista, pero coexistiendo durante un tiempo con el capitalismo y sus Estados (los “botes salvavidas”, las “islas”), ya he advertido muchas veces que podríamos ver cómo lo que construyesen sería asimilado por el sistema o simplemente robado (al amparo de la ley, ¡cómo no!) por el capitalismo y sus Estados que todavía persistirán, o también puesto al servicio de la economía de guerra. Peor incluso: puede ser arrasado por la guerra. Por tanto, sea cual sea la estrategia para sobrevivir durante el colapso y en qué acabar a su término, deberá plantearse muy seriamente evitar que caigamos en la guerra, y sobre todo, en la nuclear. Y como explicaré, eso no puede dejarse en manos de la desintegración del sistema provocada por el colapso, pues precisamente es el colapso el que propiciará la guerra nuclear, mejor incluso que una guerra mundial convencional, antes de que la progresión del colapso la haga imposible.

SumarioIntroducciónI.- HABERLAS, HAYLAS. Discreta omnipresencia del arsenal nuclear. La consciencia en el puesto de mando. II.- CUIDADOS y GÉNEROS de VIOLENCIA. Su relevancia. Violencia de género, no, pero violencia de la OTAN ¿sí?; las dos caras del feminismo burgués. III.- MENOS, pero “MEJOR”. Desarmes que rearman. IV.- ¿Por qué, CON el COLAPSO, SÍ SERÍA MUY PROBABLE una GUERRA NUCLEAR? De la disuasión a la incitación. V.- La GLOBALIZACIÓN NO IMPEDIRÁ la MARCHA hacia la GUERRA mundial y nuclear. VI.- Los INTERESES ECONÓMICOS en SENTIDO SIMPLE, NO lo EXPLICAN TODO, ni siquiera los intereses de clase, por eso TAMPOCO SON SUFICIENTES para IMPEDIR la GUERRA NUCLEAR. VII.- ¿CONTENCIÓN con la GUERRA NUCLEAR TÁCTICA y la LIMITADA?. Unas fantasías que nos llevarán al apocalipsis. VIII.- ¿CONTENCIÓN con la DEFENSA ANTINUCLEAR, el armamento convencional, la Inteligencia Artificial (I.A.)?. ¿No nos cansamos de soñar, cuando tendremos pesadillas?. IX.- El COLAPSO del CAPITALISMO NO LLEVARÁ DE INMEDIATO al COLAPSO del SISTEMA MILITAR NUCLEAR de modo que NO PUEDA UTILIZARSE, y PUEDE ACELERAR SU USO. X.- Las NEGOCIACIONES de “desarme” o de cómo SACAR VENTAJA, ANESTESIARNOS o INVOLUCRARNOS en la carrera armamentística. XI.- La GUERRA NUCLEAR y la IMPOSIBLE DEMOCRACIA, incluso en los Estados burgueses más democráticos. XII.- La GUERRA NUCLEAR y la MUY IMPROBABLE RESISTENCIA EFICAZ CONTRA la GUERRA una vez desatada. La imperiosa necesidad de que nosotros tomemos la INICIATIVA POLÍTICA ¡DESDE YA!. XIII.- ¡LA GUERRA EN CASA!. La casi imposible limitación geográfica de una guerra nuclear y sus consecuencias. La FANTASÍA NEUTRALISTA. XIV.- ¿QUÉ HACER, cuando tenemos tan poco margen de actuación y el tiempo corre en nuestra contra?. DESPEDIDA. POSDATA Experimento de energía nuclear de fusión con resultado de energía neta baja (TRE, Tasa de Retorno Energético). Notas. Recursos importantes.     Corrección: la distancia (vía atlántico) entre Pekín y Nueva York es de 11.000 kms, no 10.000 como se dice en el artículo.

Más recursos sobre el tema, no incluidos en el artículo: libro de Eileen Welsome “Cobayas atómicos. Los experimentos radiactivos con humanos que ocultó Estados Unidos” Ediciones luciérnaga. España, 2019, 789 páginas  https://www.planetadelibros.com/libro-cobayas-atomicos/294009  .  También mi artículo “Estado democrático-burgués, Ejército, CIA y ciencia monstruosa (II)” (17-6-2016) —https://archivo.kaosenlared.net/estado-democratico-burgues-ejercito-cia-y-ciencia-monstruosa-ii/       .  Documental de casi hora y media “Hiroshima, la verdadera historia”   https://www.documaniatv.com/historia/hiroshima-la-verdadera-historia-video_af2820de8.html   ;  “Hiroshima’ s Hell” https://www.vidoevo.com/video/U29tZ3pzcWuRpTnd3TzQ/hiroshima-s-hellmp4  breve documental con imágenes de la destrucción, las víctimas y una visita al museo Memorial.    Explosiones nucleares desde 1945, por  Isao Hashimoto, en 2003  https://www.vidoevo.com/video/SjR6Um1GcWuRpNGJXRkU/explosions-nuclaire-dans-le-monde-de-1945-1998-par-isao-hashimoto  , en la parte superior de la imagen, la bandera del Estado correspondiente, la fecha y la suma de explosiones. Disfrutad de la “melodía” resultante.    La Bombe Nucléaire : Images déclassifiées Full HD  https://www.vidoevo.com/video/ODJRWXVZcWuRpZ2t5Z0E/la-bombe-nuclaire-images-dclassifies-full-hd   . Un libro importante “El mundo como proyecto ManhattanDe los laboratorios de energía nuclear a la guerra extendida a todos los seres vivos” de Jean-Marc Royerhttps://www.pepitas.net/libro/el-mundo-como-proyecto  . Un comentario del libro por Iñaki Urdanibia   https://kaosenlared.net/industrias-de-la-muerte/ . La película de la BBC “Threads” (1984, traducible como hilos, hilacha, trama; 1:53 horas), mucho mejor que la norteamericana “El día después”, por su mayor realismo, sobre todo en la consecuencias a largo plazo de la guerra nuclear, https://es.wikipedia.org/wiki/Threads_(pel%C3%ADcula)  se puede ver en https://archive.org/details/threads_202007         a la derecha, descargar dando a IMPEG4   luego, sobre el video Guardar video como  mp4; también otra edición remasterizada (de mejor calidad y tamaño de la imagen)   https://archive.org/details/1984-threads-remastered         a la derecha, para descargar, en H 264 y seleccionar el primero, el más pesado (633.4M)   https://ia902206.us.archive.org/35/items/1984-threads-remastered/1984%20-%20Threads%20%28Remastered%29.mp4  . Otra, también de la BBC, de 1984,  “Al octavo día”   (On the 8th Day – Nuclear Winter Documentary (1984))  https://www.youtube.com/watch?v=WCTKcd2Ko98  ,también donde se puede descargar  https://www.vidoevo.com/video/V0NUS2NkcWuRpMktvOTg/on-the-8th-day-nuclear-winter-documentary-1984  .   La norteamericana, mucho más floja, para no asustar ni sublevar tanto, “El día después”  (1983)  https://www.vidoevo.com/video/X2ZnR19ScWuRpalhxMEk/el-dia-despus

NOTA 8.- Publiqué este libro digital «“La izquierda ante el colapso de la civilización industrial” de M. Casal. Debatiendo» (18-2-2017) — libro de 154 páginas debatiendo el de Manuel Casal Lodeiro e investigando por mi cuenta    https://archivo.kaosenlared.net/la-izquierda-ante-el-colapso-de-la-civilizacion-industrial-de-m-casal-debatiendo/  . La versión html (una selección) ocupa 35 páginas de mi ordenador. La versión completa de 154 páginas es la del archivo pdf, pero éste ya no está disponible en esta web; sin embargo, alguien lo subió (agradecida) a  https://es.scribd.com/document/574969067/Colapso-Libro-Debatiendo-PDF , aunque para descargarlo hay que registrarse.

De él extraigo lo siguiente que coincide plenamente con algunas de las observaciones de Santiago, en concreto con la de la página 150.

« II.- Una CATÁSTROFE CIVILIZACIONAL y una HECATOMBE para la HUMANIDAD.

  1. A) ENERGÍA. [……]

Adelanto que habrá un gravísimo problema alimentario derivado también de la energía, en el que me detendré enseguida. [me refería, entre otros, al de los fertilizantes nitrogenados –dependientes del gas natural- y del fósforo, dependientes del fosfato de roca]

Teniendo en cuenta la historia de nuestra especie, de las sociedades de clases y explotación, de los estados antiguos y modernos, y del capitalismo actual y sus estados, es más que razonable pensar que antes de llegar a esa situación del 15% [de energía primaria disponible], se desatará una pelea a muerte generalizada por los recursos escasos (energía, otras materias primas –minerales, etc.-, alimentos, agua) y posiciones geoestratégicas (control de gasoductos y oleoductos, canales, estrechos…), con el consiguiente genocidio de gran parte de la Humanidad, servidumbre o esclavización de amplios sectores de la población mundial para que trabaje todo lo que pueda, consumiendo lo menos posible. ¿No os recuerda esto al futuro que reservaba para Europa del Este, y muy en particular la URSS (Rusia y cía.), los planes del capitalismo imperialista alemán (uno de los más modernos y avanzados) encabezado por Hitler?

Pero vamos a ver ¿no se está demostrando un altísimo grado de egoísmo e indiferencia con la actual situación de los refugiados, de los que huyen de las guerras desatadas en el mundo, en particular en Siria? Con el paso del tiempo, la mayor parte de las ciudades se harán inhabitables por las dificultades para sostener el abastecimiento de energía, agua y sobre todo los alimentos (por mucho que algunos sueñen con huertos urbanos) ¿Qué creéis que pasaría cuando millones y millones de personas debiesen abandonar ciudades y pueblos no rurales porque la vida en ellos ya no tendría sentido pues carecería de utilidad el trabajo en cantidad de oficinas y comercios, y serían insostenible, y por ello buscasen zonas con producción de alimentos, de propiedad capitalista o de pequeños propietarios (si quedasen) en las que poder sobrevivir? Pues que se aplicaría el genocidio. Salvo que el Estado logre imponer cierto orden y se aplique el genocidio a la gente de otros países para saquearlos. A no ser que, con vistas a sustituir la maquinaria y fertilizantes por trabajo humano y excrementos como abono, se comporte como, en circunstancias diferentes, los jemeres rojos camboyanos que al final de la década de los 70 vaciaron las ciudades por considerarlas inútiles y parasitarias, llevando la población al campo, a trabajos forzados, provocando un genocidio: https://es.wikipedia.org/wiki/Jemeres_rojos  —   https://es.wikipedia.org/wiki/Genocidio_camboyano   —

Partiendo de la actual concentración de la propiedad agrícola, del subsuelo (minas, acuíferos) y del acceso al agua potable, el resultado definitivo del colapso sería una sociedad que nos recordaría en el mejor de los casos a alguna especie de capitalismo rural-feudalizado, con su correspondiente Estado de guerreros para asegurar el poder de la clase dominante.

Precisamente en los últimos años venimos asistiendo, por parte de grandes empresas o estados, a gigantescas operaciones de compra o control de tierras de cultivo en otros continentes, y esto de alguna forma seguramente se querrá asegurar, o dará pie a que estas concentraciones alguien las tome para sí y no para la colectividad.

Las diferentes fracciones de la burguesía intentarán sobrevivir al colapso y algunas podrían conseguirlo para asegurarse una posición dominante en la sociedad post-colapso. Recordemos cómo sectores de la burguesía burocrática de los países “socialistas” (Capitalismos de Estado) se las arreglaron para pasar a convertirse en la oligarquía de la burguesía privada capitalista. Así que no seamos ingenuas, ni pensemos que gracias al colapso podríamos terminar en una estupenda sociedad agrícola, sin clases sociales, ni Estado y bien integrada con el medio natural.

[……]

XVIII.- ¿QUÉ NO HACER?   [……]

El pequeño campesino de una explotación familiar forma parte de la pequeña burguesía, una clase más condenada incluso a la desaparición que el proletariado industrial, y en las circunstancias del colapso, el más impotente de todos ante una masa gigantesca urbanita. Incluso en el especial caso gallego con ¡más de un millón de pequeños propietarios/as agrícolas! (pagina 81, epígrafe “El referente debe ser la clase trabajadora”), no podrían hacer nada, ni por su número, capacidad de unidad y organización, ante millones de urbanitas tanto gallegos como de los territorios próximos, o un cuerpo bien armado, sea una banda mafiosa, un “señor de la guerra” o las fuerzas del Estado. Pues ni siquiera su conocimiento práctico le salvará como alguien imprescindible, ya que, así como con los trabajadores industriales el capital se apropio de su saber y lo centralizó en los ingenieros, los técnicos, las máquinas, etc., los campesinos experimentados primero trabajarán mientras otros analizan y aprenden de sus conocimientos, para muy pronto ocupar su lugar en la mesa tras darles con la azada en la cabeza (¡para qué gastar munición o gas en una cámara!). Una vez exprimidos sus conocimientos, serán tan útiles y sustituibles como los prisioneros encargados de inventariar los bienes saqueados a los recién llegados, atender a las cámaras de gas y los crematorios, en los campos de exterminio nazis. Parece mentira que seamos tan ingenuos y de memoria tan corta ¿no expropiaron de todos sus bienes –viviendas, negocios…- los nazis a los judíos para llevarlos luego al matadero de los campos de exterminio? Éste podría ser su destino ante la invasión del capital-caníbal.

Habrá otros, como los listillos supervivencialistas, que procurarán aprovisionarse de armas y munición e irse discretamente al campo creyendo que así se podrán salvar. Como en su día los hubo que, antes de oponerse al sistema social y su Estado y luchar contra la amenaza nuclear, gracias a su dinero se construían en su jardín un refugio antinuclear, como si los vecinos que lo supiesen no estuviesen dispuestos a matarlos por meterse allí o una vez desatado el holocausto nuclear hubiese grandes posibilidades de sobrevivir en un mundo devastado y cargado de radioactividad por décadas cuando menos, seguramente sufriendo del “invierno nuclear”, o como si valiese la pena aventurarse en esa “vida”.

Por tanto, la desaparición de esa pequeña burguesía agraria ni siquiera sería obra de las masas obreras industriales perdido sus empleos, sino de la lumpenburguesía o de la enorme masa de pequeña burguesía urbana asalariada (funcionarios, empleados de nivel medio de la banca, seguros, etc.) o de pequeños comerciantes (hosteleros, etc., todos los asociados a una sociedad consumista), cuyo trabajo o negocio ya tiene menos sentido que la producción industrial, pero que albergan toda la frustración de ver hundidas sus expectativas sociales, siquiera de no verse empujados a la condición del proletariado y no digamos del lumpen proletariado. Así que esto ocurrirá especialmente en los países con una economía con un sector de servicios sobredimensionado (como la española, con una rama hostelera-turística que ya no podrá mantenerse) y a la vez relativa abundancia de tierra fértil.

En la mejor de las situaciones imaginables, desaparecería la propiedad agrícola privada, y sería comunitaria, para sostener del modo más igualitario posible a todos los miembros de la comunidad. Pero todo dependería de cómo se llegase a la sociedad post-colapso, y lo más seguro es que fuese una nueva sociedad de clases y de explotación, bajo la forma jurídica que sea.

Quienes no tienen la menor confianza en la clase trabajadora y sí aspiraciones propias del pequeño propietario o productor y además ajenas al mundo industrializado, intuyen o entienden claramente que no pueden tener fuerza para enfrentarse al Estado y ganarlo, y que su supervivencia puede pasar por escabullirse discretamente y desarrollar su planes sin llamar excesivamente la atención. Eso ni siquiera era tan fácil con la caída del Imperio Romano, y ahora menos. No buscarán el enfrenamiento con el Estado, pero el Estado los encontrará y se enfrentará a ellos, como una banda de gánster extorsiona y se apodera del negocio de un comerciante del barrio, si es que a esa desproporción de fuerza se le puede llamar enfrentamiento. Y da lo mismo que se trate de una cooperativa o de una red territorial de cooperativas, porque el poder el Estado es proporcional a eso.»  (FIN de la transcripción).

Antes, los lectores/as, podían hacer comentarios a los artículos publicados en kaosenlared. Recuerdo que uno sobre esto fue tremendamente hostil. Aquella persona, incapaz de hacer frente a sus fantasías de supervivencia como pequeño propietario (supongo), me acusó de desear, prácticamente, su exterminio a manos de esa masa hambrienta o esas mafias o el Estado burgués expoliador, o como si yo aspirase a ser otro Stalin con colectivizaciones forzosas criminales, o aprobase a los jemers rojos camboyanos. ¡Cuándo yo estaba advirtiendo del peligro, crudamente, eso sí, sin “paños calientes”, de ninguna manera amenazando ni deseando esa suerte!.

NOTA 9.- Sobre el problema de la inteligencia artificial, en particular de la posibilidad de una Inteligencia General Artificial (I.G.A.), no como gran progreso del capitalismo y de la Humanidad, sino como amenaza extrema: «“Ética para máquinas” de Latorre. La I.A. psicópata. Llamamiento» (19-11-2019) — https://archivo.kaosenlared.net/etica-para-maquinas-de-latorre-la-i-a-psicopata-llamamiento/ .  “Vigilancia masiva y castigo. China 2020 ¿nuestro futuro?” (6-12-2019) – https://archivo.kaosenlared.net/vigilancia-masiva-y-castigo-china-2020-nuestro-futuro/ .  “Consciente o no, la inteligencia artificial es y será una amenaza” (12-2-2020) —   https://archivo.kaosenlared.net/consciente-o-no-la-inteligencia-artificial-es-y-sera-una-amenaza/  –  “Neurocapitalismo, fascismo e Inteligencia General Artificial. Cómo vencerlo” (4-9-2020) –  https://archivo.kaosenlared.net/neurocapitalismo-fascismo-e-inteligencia-general-artificial-como-vencerlo/   .

NOTA 10.- Sobre la TMM, puedo recomendar el libro recomendado por Alfredo Apilánez, que me ha parecido luminoso y apasionante, del español Mario del Rosal “La gran revelaciónDe cómo la Teoría Monetaria “Moderna” pretende salvarnos del capitalismo salvando el capitalismo” editorial Ecobook, Madrid 2019  https://www.ecobook.com/libros/la-gran-revelacion-de-como-la-teoria-monetaria-moderna-pretende-salvarnos-del-capitalismo-salvando-el-capitalismo/9788494817823/  ,   información sobre él en la Universidad   https://www.ucm.es/economia-internacional-desarrollo/mario-del-rosal  ; es miembro del Instituto Marxista de Economía  https://www.institutomarxistadeeconomia.com/

Una reseña de su libro, por Alfredo Apilánez  https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2020/11/14/contra-los-curanderos-de-la-moneda/

También de Apilánez estos dedicados al dinero y la TMM: https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/?s=sobre+el+dinero  (avanzar dando abajo en Entradas antiguas), en concreto  https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2018/11/04/sobre-el-dinero-i/   ,    https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2018/12/09/sobre-el-dinero-ii/   ,    https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2018/12/22/sobre-el-dinero-iii/    ,    https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2019/10/30/entrevista-a-alfredo-apilanez-sobre-la-teoria-monetaria-modernatmm-i/   ,    https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2019/11/06/entrevista-a-alfredo-apilanez-sobre-la-teoria-monetaria-moderna-ii/    ,     https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2019/11/13/entrevista-a-alfredo-apilanez-sobre-la-teoria-monetaria-moderna-y-iii/

El economista marxista argentino Rolando Astarita tiene bastantes artículos de debate sobre la TMM a los que se puede acceder desde  https://rolandoastarita.blog/?s=TMM  y dando abajo en Entradas más antiguas.   Muchas discusiones las ha tenido con el español Eduardo Garzón.

Eduardo Garzón Espinosa, pretende compatibilizar el marxismo y la TMM, sus videos sobre la TMM en https://www.redmmt.es/la-series-sobre-tmm-de-eduardo-garzon/  .  En youtube, su canal  https://www.youtube.com/@edugaresp/featured    . Antes tenía un blog   eduardogarzon.net  pero parece que ya no, y resulta lo mismo con los enlaces a sus artículos en ese blog. Datos sobre sus publicaciones https://www.uam.es/Economicas/Garz%C3%B3n-Espinosa_Eduardo/1446798207592.htm?language=es&pid=1234888415465&n%20Espinosa,%20Eduardo

Vaya una sugerencia para Mario del Rosal o quien lo desee. Escribir para la editorial Laetoli y su colección ¡Vaya timo! (https://www.laetoli.es/vaya-timo/55-coleccion-vaya-timo.html ) uno dedicado a la TMM, que se titularía: “La Teoría Monetaria Moderna ¡vaya timo!” (¡qué malvada soy!).

NOTA 11.- Sé que esta recomendación parecerá muy dura y anticuada, pero el nivel político actual, plagado de ilusiones muy peligrosas que hace décadas debieran haberse superado, todavía está muy necesitado de lecturas muy básicas pero que, en lo fundamental, no han perdido su actualidad pese a haber transcurrido ya más de un siglo (1917). Me refiero al libro de V.I. Lenin “El Estado y la revoluciónLa doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución”  http://www.marxists3va6eopxoeiegih3iyex2zg3tmace7afbxjqlabmranzjjad.onion/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/index.htm ,  —   archivo pdf en https://www.proletarios.org/books/LENIN-El_Estado_y_la_revolucion.pdf  ,   otra pdf  https://traficantes.net/sites/default/files/pdfs/ESTADO%20Y%20REVOLUCION%20LENIN.pdf

NOTA 12.- Véase mi artículo “¿Condenados con el colapso?” (21-2-2023)  https://kaosenlared.net/condenados-con-el-colapso/   —  Con el colapso del capitalismo, nuestras probabilidades de supervivencia quizás sean mínimas. Lo conseguiríamos a condición de reconocerlo así, renunciando a optimismos y esperanzas que nos relajan y echan a perder nuestras escasas oportunidades. Podemos sobrestimar nuestras opciones de supervivencia si subestimamos la gravedad de los problemas “naturales” (calentamiento global, energía, alimentación, extinción de especies…), o/y subestimamos las resistencias y obstáculos sociales a las transformaciones necesarias (poder de la clase capitalista y sus Estados, conservadurismo e ilusiones en la gente, tendencia a dictaduras fascistas y a la guerra…). Nadie, ni entre los/as colapsistas, estamos exentos de ese peligro letal. Vamos hacia el futuro próximo con terrible debilidad, el tiempo apremia, y esta vez no podemos fracasar, pues no tendremos otra oportunidad, nos lo estamos jugando todo. ¿Qué cabe esperar del futuro?, ¿hasta qué punto está abierto o cerrado? ¿qué podemos hacer?. ¿Es todavía viable el ecosocialismo descalzo?.

Necesitamos de herramientas, criterios de análisis y prospectiva correctos, que nos lleven a la estimación ajustada de los problemas (ni sobrestimación, ni subestimación), no estén contaminados por emociones inadecuadas, y disponer nuestro estado de ánimo para lo que realmente necesitamos. De lo contrario, lo más probable es que nos “ganemos a pulso” nuestra extinción como especie.

Las secciones de este artículo son: I.- ACLARANDO el lío entre RAZÓN, VOLUNTAD, OPTIMISMO/PESIMISMO y ESPERANZAII.- HÉRCULES ESTÁ DEBILUCHO y NO puede con sus enormes tareasIII.- El CAPITALISMO COLAPSA y NOSOTROS/AS TAMBIÉNIV.- FRUSTRACIÓN de EXPECTATIVAS, NECESIDAD IMPERIOSA, NADA QUE PERDER, PÓLVORA MOJADA y AZUFRE INFERNALV.- DISTÓPICO CRECIENTE, UTÓPICO MENGUANTEVI.- El SOCIALISMO con BOTAS, con las suelas rotas. El SOCIALISMO DESCALZO, ¿LLEGA TARDE?VII.- DEBILIDAD, IGNORANCIA y CUENTOS de la LECHERAVIII.- LO MÁS PROBABLE (la extinción) y CÓMO EVITARLOIX.- NO NEGAR la REALIDAD, NO es RENEGAR de la CAUSAX.- ¿Qué NO QUERÍAS RESPONSABILIDADES? ¡Pues TOMA OTRA MÁS!.  NOTAS (donde se abordan también otros temas).

PARA LOCALIZAR los ARTÍCULOS que iré publicando, kaosenlared.net otra vez de vuelta (tras el fracaso de la unificación con insurgente.org en lanueve.info), “mi página”  https://kaosenlared.net/author/aurora/  (ha cambiado desde el previo Kaos). También en los artículos desde mi nombre activado. Como último recurso, en el buscador de la web, escribid Aurora DespiertaLos artículos anteriores al hackeo del 7-10-2021, del histórico de kaosenlared.net ahora están en Hemeroteca (arriba, en la página de Portada o Inicio) y para localizar los míos de septiembre de 2021 a enero de 2015 la dirección es  https://archivo.kaosenlared.net/autor/aurora-despierta/  . Para otras búsquedas previas, que son más complicadas, las instrucciones en esta misma parte pero mucho más extensa en algún otro artículo, probablemente más largo que este (para comprobarlo, basta con que vayas a final del mismo), y cuanto más reciente mejor, pues serán más completas y actualizadas. Unos textos míos importantes de temas varios: mi libro “Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica” (20-10-2016) –  Libro, archivo PDF de 200 páginas  (https://archivo.kaosenlared.net/capitalismo-modo-de-vida-decadente-notas-sobre-estrategia-y-tactica/ , el pdf ya no está disponible en la web, pero alguien lo subió, con el título de decadcapitalismo-pdf1, a  https://esdocs.com/doc/2556163/decadcapitalismo-pdf1  No funciona la descarga, pero se puede dar al símbolo de la impresora, imprimir, y si tenéis para que eso lo convierta en pdf (creador de archivo pdf en forma de “impresora virtual”), pues esperáis un ratito que lo haga y listo. Mi revisión de la teoría marxista de la plusvalía (por la izquierda, 9-1-2020) https://archivo.kaosenlared.net/plusvalia-y-ganancia-revision-urgente-de-una-teoria-necesaria/index.html   . La recopilación “El 22M y más allá. Por la unidad de los trabajadores y trabajadoras europeos contra la legislación austericida”, para el blog en facebook Comunistas Internacionales. Podéis descargaros el documento (segunda edición actualizada, en 2015) en http://www.mediafire.com/download/ngk12arzp1qdkdm/2CI_-_El_22M_y_mas_alla_2a_ed_%282015%29.pdf   —-   Haced clic rápido en el recuadro azul de la derecha donde pone “Download” antes de que salga pantalla emergente de cookies y demás. “El Mayo del 68 real, contado a la generación 15M y del precariado” (11-5-2016)  con una cronología de los acontecimientos  — con versión PDF con imágenes,  —- La nueva dirección  https://archivo.kaosenlared.net/el-mayo-del-68-real-contado-a-la-generacion-15m-y-del-precariado/   El pdf ya no está en kaos, pero afortunadamente alguien lo subió a  https://docplayer.es/71591027-El-mayo-del-68-real-contado-a-la-generacion-15m-y-del-precariado.html   –  dad al Download que viene justo debajo.

En una línea de investigación totalmente diferente, sobre el cristianismo, un estudio mío muy serio y totalmente innovador en la materia, que os alucinará https://archivo.kaosenlared.net/divino-amor-iv-sacrificar-para-dios-a-los-hijos-primogenitos-en-la-raiz-del-cristianismo/index.html   (16-9-2021), y sobre el futuro auge de la religión (también del cristianismo) y cómo orientar la lucha psico-ideológica contra él en el tiempo del colapso del capitalismo  https://kaosenlared.net/divino-amor-v-la-pasion-y-su-salvacion-su-actualidad-con-el-colapso/(10-4-2023)  .

MC

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