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Coronavirus: Algunas evidencias de clase(s)

Ernesto M. Díaz Macías

Fuente: Kaos en la Red

La crisis del coronavirus está dejando imágenes insólitas. Todas las evocaciones posibles a una situación pre-apocalíptica están servidas. Una parte de la histeria colectiva (como el acopio compulsivo de víveres) puede tener mucha relación con aquella idea de que hoy en día es más sencillo imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo[1]. Sin duda la industria de Hollywood ha aportado un buen puñado de arena al estímulo de nuestra imaginación en esta línea, puesto que el acopio de alimentos no se debe a razones materiales sino psicológicas.

Pero más allá de la ficción hollywoodiense, la crisis tiene algunas dimensiones reales y está dejando al descubierto algunas evidencias de clase(s) que habría que poner sobre el tapete. Nos referimos a las injusticias estructurales del capitalismo que toman cuerpo con mayor evidencia estos días. Dejo resumidos algunos de los que me parecen más relevantes.

La quiebra de la sanidad pública

Sería cuanto menos impresionista afirmar que el coronavirus ha determinado la totalidad de la quiebra de la sanidad pública. Desde hace años venimos asistiendo a situaciones de colapso o de congestión importante en muchos de los servicios públicos sanitarios, desde centros de atención primaria hasta hospitales. La llegada del Coronavirus ha supuesto un salto cualitativo que ha dibujado mejor la situación de crisis del sistema sanitario pero no se debe sólo a su llegada.

La crisis sanitaria actual no es un hecho natural sino el resultado de unas políticas neoliberales aplicadas por todas las instituciones políticas que han reducido sólo en Madrid los efectivos del servicio en 3.300 entre 2010-2018, mientras que el número de pacientes aumentaba en el mismo arco temporal en unas 500.000 personas[2]. Los ejemplos en el resto de comunidades son análogos.

Las dificultades para hacer frente a la pandemia se explican también por este colapso y por la connivencia de las instituciones, partidos y sindicatos que han apoyado los recortes y las privatizaciones para favorecer un acceso cómodo del capital al sector sanitario. Décadas de privatización ha generado un reparto injusto de los recursos sanitarios en beneficio de la mercantilización de la salud. Desde el primer día se ponía de relieve lo pernicioso de los centros sanitarios privados que imponían altos costos a las pruebas de infección con tal de hacer negocio.

Frente a esta situación, el Gobierno de España puso desde el 13 de marzo algunas medidas que obligan a los centros privados a asistir a los pacientes y a determinados compromisos mínimos junto con una inyección de dinero público a la sanidad pública. La intervención gubernamental en el sector privado sanitario puede dar un salto de altura en los próximos días, pero de momento el decreto del gobierno solo adelanta la posibilidad de contemplar actuaciones amplias, pero sin concretar en nada sobre la traducción concreta de esta disposición[3]. Esto puede suponer una mejoría en la situación de crisis sanitaria pero evidencia sin duda la insuficiencia del sistema público sanitario.

Algunos hablan de estas medidas como equivalentes de la nacionalización del sector privado, pero estas medidas de momento sólo son un parche que no ataca de ningún modo a la propiedad de los centros privados. El propio Pedro Sánchez eludía con evasivas la pregunta sobre posibles nacionalizaciones que se deriven en el futuro de esta intervención.

Sin embargo, esta es la medida que debería ser más valorada por un gobierno de izquierdas y más en una situación como la actual. Una verdadera salida a la crisis del Coronavirus y a la crisis de la sanidad pública previamente existente pasa por la expropiación de la sanidad privada y por reforzar y democratizar un sector que ha dejado de ser concebido como una vía para la redistribución de la riqueza y la seguridad al servicio de todos para ser una punta de lanza de beneficios para el capital privado. Todos los recursos de la privada deberían ser puestos al servicio del bien común. Los perjudicados serán unos pocos (los empresarios de la sanidad), mientras que los beneficiarios serían millones (tanto usuarios como los y las trabajadoras que viven muchas veces condiciones laborales miserables).

Asimetrías de compra derivada de la “democracia de consumidores”

Colas, falta de papel higiénico, miedo al desabastecimiento… ¿Problema real o imaginario? Más allá de la risa nerviosa que se dibuja en muchos que van al Mercadona a hacer turismo apocalíptico, las imágenes reflejan una gran injusticia incrustada en el modelo que Hayek y la escuela austro-norteamericana reivindicaban con el nombre de “democracia de consumidores”[4]: una libertad de compra sin límites que, sobre los hechos, es sólo efectiva para ricos, clases medias y capas concretas de trabajadores y trabajadoras con cierta capacidad de ahorro. Cabe preguntarse ¿Qué pasa con el resto? ¿Con los sectores que viven día a día? Seguimos con millones de desempleados y con millones de trabajadores precarios sin capacidad de ahorro ni de hacer acopio.

La exacerbación del consumo estos días ha dejado imágenes que retratan esta desigualdad estructural. Personas haciendo acopio compulsivo de un solo producto (sea leche, azúcar, galletas, carne o papel higiénico) mientras que otras se ven privadas de su derecho a comprar determinados productos por la capacidad de acopio de quien más tiene. No es una privación absoluta, pues de momento los riesgos de desabastecimiento son inexistentes. Pero si de una privación temporal debido a la compra de los que más tienen: tiempo y dinero.

Esta “democracia de consumidores”, una de las insignias del neoliberalismo, no es universalizable. La velocidad de consumo de unos obedece a respuestas individualistas frente a problemas que nos conciernen a todos. No es justo que unos sectores puedan hacer acopio de lo que debería estar al acceso de todos.

De momento el desabastecimiento no es un problema real salvo por la falta temporal de productos localizados en determinados supermercados. Pero si la crisis (y con ella la “histeria de consumo”) va a más, estas relaciones desiguales entre quienes tienen capacidad de acopio y los que no podrían tomar una dimensión peligrosa.

Hasta ahora el Gobierno se ha limitado a señalar que los problemas de abastecimiento no son reales. Pero habría que barajar cuáles serían las actuaciones en una coyuntura de empeoramiento de la situación para evitar enormes asimetrías de consumo que tienen claras raíces de clase.

Los intereses contradictorios del capital

Hay concepciones populares de izquierda poco rigurosas que piensan que los intereses de las clases dominantes son homogéneos: todas ganan en todas las coyunturas posibles, como si no hubiera contradicciones e intereses dispares cruzadas por coyunturas cambiantes.

En esta coyuntura atravesada por la histeria de consumo y por la paranoia infecciosa son fundamentalmente dos los sectores del capital que van a recoger enormes sobre-beneficios: distribución de alimentos (supermercados) y asistencia sanitaria privada. En especial es probable que Juan Roig (presidente de Mercadona) esté aprovechando la crisis para planificar una nueva expansión de su mercado. Una dinámica expansionista solo podría hacerse por medio de nuevas contrataciones de mano de obra que dieran soporte material a la expansión de su actividad económica.

En la parte de los sectores del capital afectados al menos habrá que señalar a los relacionados con el turismo y especialmente la hostelería, que desde antes del decreto de alarma ya estaban viendo reducidos sus beneficios económicos. Aunque la situación con el decreto es extensible a todos aquellos sectores que se vean obligados a cerrar aunque sea temporalmente[5]. En estos casos el capital (por pequeño que sea) estará presionado a una dinámica regresiva y se verá tentado a realizar despidos de todo tipo.

La doble moral del capital y de las instituciones ante la vulnerabilidad de la clase trabajadora

Enlazando directamente con el anterior punto, una de las consecuencias más evidentes y negativas es la más que anticipable destrucción de empleos en los sectores económicos que se encuentren en una dinámica de contracción así como el aprovechamiento de despidos por parte de empresas con buena situación económica. Son ya muchos los sectores económicos y sindicales que han pedido flexibilizar las condiciones y los trámites para declarar ERTEs exprés[6].

Esta situación, aunque normal para mucha gente, evidencia la nula moralidad estructural del capitalismo. Todos esos trabajadores y trabajadoras que han producido plusvalías y beneficios enormes para los empresarios podrían ser despedidos con pocas dificultades ante los primeros síntomas de problemas económicos. Es la clásica situación de privatización de los beneficios (o sea, la extracción de plusvalías procedentes del trabajo) y socialización de las pérdidas (flexibilización del despido en momentos de dificultades). Esta situación evidencia que las clases populares siempre pierden en este juego.

Particularmente vergonzosa es la actitud de CCOO y de UGT que han cerrado un acuerdo rápido con la patronal para presionar al gobierno a que acceda a las medidas que solo beneficiarán a los empresarios. El papel de las centrales sindicales y de cualquier sindicato o partido que se ponga de parte de los y las trabajadoras debería ser justo el contrario: prohibir los despidos en una coyuntura tan difícil y donde más de uno aprovechará para hacer ajustes en plantilla que llevaba tiempo planificando.

El Gobierno se ha mostrado contradictorio hasta el momento. Sánchez anunciaba sin ambigüedades la adopción de medidas para flexibilizar los ERTEs[7] pero en el decreto publicado en el BOE no se habla de nada ni siquiera general en esa línea. Lo más probable es que el más que intuible tira y afloja con Podemos vaya a retrasar esta medida. Pero las decisiones no tardarán en llegar a lo largo de la semana puesto que cada vez la extensión del cierre de centros de trabajos es mayor.

Este es el debate central ahora sobre las medidas laborales. Parece claro que el Sánchez no va a dar ningún paso para blindar al trabajo. Esperemos que al menos no acceda a las medidas pactadas por patronal y sindicatos o la situación económica de las clases populares puede deteriorarse más rápidamente. Por no hablar de la situación de endeudamiento del Estado que tendría que hacer frente a un repunte importante de ayudas para nuevos desempleados.

Una crisis de cuidados prolongada y profunda

De la misma forma que existía una crisis sanitaria latente que venía de meses atrás, existía y existe una crisis de cuidados previa que se ha incrementado exponencialmente con la pandemia. No hablamos sólo de los cuidados a los enfermos por parte de la sanidad. Hablamos de los trabajos de cuidados en plural. ¿Quién y cómo cuidamos de niños y niñas, ancianos y ancianas, enfermos y enfermas[8]?

Hay sectores que han salvado la situación del cierre de colegios con la declaración del tele-trabajo. Pero sigue habiendo muchos sectores con verdaderas dificultades de hacer frente al agravamiento de la crisis de cuidados: aquellos padres sin teletrabajo, los miles de ancianos que no cuentan con apoyos sociales ni siquiera para hacer la compra (y que además son los más vulnerables ante el virus)…

Las experiencias de solidaridad vecinal y de respuesta auto-organizada puede ser una buena respuesta en el corto plazo. Pero sin políticas estructurales que modifiquen la crisis de fondo no tendremos una situación cualitativamente distinta.

El inicio de una reestructuración de conjunto que puede tener consecuencias profundas

La situación parece agravarse a diario y cada sector social intenta empujar a una salida que satisfaga mínimamente sus intereses. Lo que sí está claro es que la salida de esta crisis puede imponer cambios importantes.

Por poner dos ejemplos relacionados con dos puntos ya comentados que podrían traducirse en cambios más estructurales:

· La flexibilización de los ERTEs podría abrir camino a una nueva reforma laboral que debilitara más las condiciones de negociación del trabajo.

· La multiplicación de las transferencias del Estado a las autonomías[9] para hacer frente a la crisis sanitaria (aprobadas el 13 de marzo) o el aumento del gasto público en el corto plazo (compensaciones a PYMES y otras) puede servir de coartada para cambios impositivos regresivos o nuevos recortes en gasto público o privatizaciones.

Estos son sólo dos ejemplos que no tendrían que cumplirse pero que tendrían que contemplarse por parte de quienes nos oponemos a un recrudecimiento del neoliberalismo. No habrá una automática salida keynesiana a esta crisis igual que no la hubo con la crisis económica de 2007. Al contrario, las crisis siempre son coartadas excelentes para profundizaciones regresivas que se presentan además como la única vía posible. El caso del giro de Zapatero puede ser el ejemplo más cercano.

Frente a eso las posibilidades de movilización colectiva en el corto plazo están descartadas tanto por los miedos al contagio como por las medidas gubernamentales. Por ello, lo más sensato que podemos hacer en estos momentos es crear redes de solidaridad en barrios así como preparar el terreno para una futura respuesta popular que plante resistencia a una nueva reducción de derechos sociales.

17/03/2020

Ernesto M. Díaz es militante de Anticapitalistas


[1]Jameson, Fredric (2003): “FutureCitiy” en NLR. https://newleftreview.org/issues/II21/articles/fredric-jameson-future-city

[2] Domínguez, Daniel (2020): “Consecuencias de la privatización y los recortes en la Sanidad de Madrid” en La Marea https://www.lamarea.com/2020/03/10/la-privatizacion-y-los-recortes-en-sanidad-ponen-en-jaque-a-madrid/.

[3] Así está redactado en el punto 6 del artículo 12 de dicho decreto: “el Ministro de Sanidad podrá ejercer aquellas facultades que resulten necesarias a estos efectos respecto de los centros, servicios y establecimientos sanitarios de titularidad privada”.

[4]Laval, Christian; Dardot, Pierre (2015): La nueva razón del mundo. Barcelona, Gedisa, p. 138.

[5] Artículo 10 del BOE del 14 de marzo del 2020 https://www.boe.es/boe/dias/2020/03/14/pdfs/BOE-A-2020-3692.pdf,

[6] Urrutia, César: “Patronal y sindicatos acuerdan legalizar ´ERTEs exprés` para hacer frente a la alerta sanitaria” en El Mundo https://www.elmundo.es/economia/2020/03/12/5e6a33e6fdddff78188b45e4.html.

[7] Ver desde el 1:35 la grabación de la comparecencia sobre la declaración del Estado de Alarma: https://elpais.com/espana/2020-03-14/la-comparecencia-integra-de-pedro-sanchez-para-explicar-el-estado-de-alerta.html.

[8] Pérez Castaño, Laura: “Cuando el coronavirus hizo visible los cuidados” en CTXT. https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31311/Laura-Perez-Casta%C3%B1o-coronavirus-cuidados-reproduccion-vida-feminismos.htm.

[9] El nivel de improvisación del Gobierno es patente en este sentido. Se han aprobado aumento de transferencias a las autonomías para decretar la vigencia temporal de las mismas sustituyéndolas por el “mando único”. Una medida que debe ser cuanto menos puesta en cuestión por las complejidades que muestra un Estado con una realidad plurinacional como el nuestro.

MC

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