Opinión Opinión Izquierda Dominicana

DECADENCIA EE.UU Y RESCATE DE SOBERANÍAS

Narciso Isa Conde

“Los procesos de decadencia siempre han sido dilatados y en su curso progresivo abundan los zarpazos, la violencia y el terror de Estado, así como las agresiones y guerras imperialistas de diferentes intensidades.”

EE.UU es el centro del imperialismo occidental  y su proceso de decadencia gravita y acompaña  la declinación de todo un sistema de dominación y hegemonía a escala mundial.

La decadencia progresiva del Coloso del Norte como imperio de alcance global tiene expresiones e impactos parecidos en   el contexto de la Unión Europea:

  • Multi-crisis crónica con manifestaciones permanentes y recurrentes y agudos conflictos: explosiones financieras, estallidos de burbujas inmobiliarias, recesiones económicas, empantanamientos militares, deterioro ambiental, crisis urbanísticas, convulsiones sociales internas, oleadas migratorias que rebasan sus requerimientos de mano de obra barata, extrema polarización y contraste sociales cargados de tensiones y generadores de enfrentamientos periódicos, neofascismos, degradaciones ético-morales y ascendente gansterización del poder del capital.
  • Declinación del dominio global unipolar alcanzado a raíz de la crisis estructural y consiguiente derrumbe del socialismo euro-soviético, a consecuencia de la posterir recomposición militar de Rusia (a nivel de superar en algunas vertientes el poderío del Pentágono y la OTAN), y de la emergencia de China como superpotencia, que en productividad, avances tecno-científicos, competitividad y ritmos de crecimiento supera parcialmente a EEUU y a potencias occidentales y tiende a conquistar  la supremacía mundial.
  • Conformación, en consecuencia, de un mundo multipolar que ha erosionado la larga hegemonía mundial de EEUU, le impone obligados repliegues geoestratégico, le reduce control de zonas y países, le ocasiona pérdida de espacio en el mercado mundial y capacidad político-militar para revertir por la fuerza procesos de autodeterminación con cierta capacidad de defensa militar interna, con pueblos movilizados y significativos niveles de alianza con las dos  súper-potencias que le adversan y algunas potencias medianas tipo Irán.
  • Carencias de minerales estratégicos y recursos naturales vitales, tanto para las nuevas tecnologías como para prolongar indefinidamente su desarrollo ascendente y reproducir y garantizar vida prolongada a su modelo aberrantemente consumista y a su  complejo militar-industrial-financiero; lo que incrementa su voracidad y sus planes guerreristas hacia países y regiones que los poseen.
  • Continuas crisis internas en la Superpotencia Norteamericana y en determinadas países capitalistas de Europa Occidental,  y progresiva pérdida  de hegemonía mundial, que mezcladas entre sí y acompañadas del traslado hacia el Oriente del vórtice de la renovación tecnología y el incremento de la productividad del trabajo, han confluido hasta conformar un cuadro de decadencia lenta pero sostenida del Occidente imperialista; lo que facilita y amplía las posibilidades de expansión del capitalismo euroasiático y muy particularmente de China, tanto hacia el centro como hacia la periferia de un sistema capitalista mundial sensiblemente fracturado.

IMPLICACIONES DE LA DECADENCIA IMPERIALISTA OCCIDENTAL.

Ese nivel de decadencia no es igual a desplome o caída rápida, ni a pérdida total de fuerza y capacidades en todas las vertientes; menos aun en lo militar y en lo mediático, donde sus fortalezas perduran y repuntan, y son empleadas sin escrúpulos.

Tampoco implica incapacidad para prolongar su existencia y agredir a los países más débiles.

Los procesos de decadencia siempre han sido dilatados y en su curso progresivo abundan los zarpazos, la violencia y el terror de Estado, así como las agresiones y guerras imperialistas de diferentes intensidades.

EE.UU y la alianza imperialista occidental -aun con sus crecientes contradicciones internas- están sufriendo un tipo de decadencia, que lejos de reducir su agresividad hacia las naciones que no controlan,  realmente  potencian su hostilidad por razones de sobrevivencia.

La irritación que le causa la autodeterminación de los pueblos, su complejo  de superioridad racial, su desprecio por los pueblos de otro color y otras culturas, y su determinación de apoderarse de valiosos recursos que no poseen, o que poseen en cantidades limitadas, alimentan su odio imperial contra los países periféricos- dependientes que intentan zafarse de su yugo y rescatar sus respectivas soberanías. Casos recientes como los de Venezuela y Bolivia ilustran acerca de cómo se ha potenciado el espíritu de coloniaje y  rapacidad  de la gran burguesía transnacional.

De ahí la trascendencia de todo aquello que debilite al imperialismo estadounidense y al sistema que él encabeza. La tremenda importancia que tiene para los países del llamado “tercer mundo” la decadencia descrita y de todo lo que la acelere y profundice.

 A mayor decadencia, mayores posibilidades de liberación.

A mayor pérdida de hegemonía, mejores oportunidades para conquistar soberanía y suma de procesos de independencia.

Incluso a un mayor declive de EEUU respecto a China, Rusia y respecto al conjunto de Estados que viene conformando una especie de polo internacional adverso a la supremacía estadounidense y europeo-occidental (sensiblemente afectadas), más brechas y más oportunidades a través de la cuales los pueblos oprimidos por el imperialismo podrían conquistar su autodeterminación; paso fundamental para abrirles cauces a las transformaciones antiimperialistas y anticapitalistas y a los grandes cambio sociales..

Esto es así independientemente de la naturaleza de las formaciones económico-sociales y los sistemas políticos de esas superpotencias emergentes, que más tarde podrían colidir o no con los intereses de los pueblos y naciones que se zafen de la actual recolonización del imperialismo occidental.

 Y es así en mayor escala para un gran número de países latino-caribeños y particularmente para nuestra República Dominicana y la isla que compartimos con Haití, sometida a un férreo control imperialista derivado de sucesivas intervenciones militares a cargo de un imperio que parecía invulnerable, pero que ciertamente ya exhibe una fuerte tendencia a declinar y no cuenta en la actualidad con la omnipresencia de años anteriores.

El menguado poder del Norte Brutal ya no tiene tan garantizado como antes la capacidad de aplastar  todas las soberanías, ni de revertir por largo tiempo los procesos auto-determinados con capacidad de autodefensa y respaldo de potencias aliadas.

Tampoco está en capacidad de imponer todos sus designios en todas partes, ni de aislar por mucho tiempo a unos pocos países rebeldes. Primero Cuba y después Venezuela lo ha demostrado con creces. El tema de los buques iraníes dejó recientemente bien claro ese dilema: el imperio amenazante tuvo que meterse el rabo entre las piernas.

La clave está en rebelarse contra el pesimismo, echar al basurero el fatalismo geográfico, abrirle todos los frentes posibles a ese “Coloso con Pies de Barros”, amalgamar la dignidad nacional con la suma de rebeldías antiimperialistas a nivel continental y mundial, con la firme voluntad de sumarlas para crear en perspectiva una Patria Grande Soberana y avanzar hacia un Mundo Solidario.

MC

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