Pensamiento Crítico

1923: el partido bolchevique en la encrucijada

Diego Farpón

Fuente: Kaos en la Red

La historia que vamos a contar durante las próximas semanas no comienza en 1923, cuando surge la Oposición de Izquierda. Lo hace en el mismo instante en el que triunfa la Revolución de Octubre, en 1917. Durante ese espacio de seis años que transcurren entre 1917 y 1923 tienen lugar una serie de acontecimientos en Rusia, en Europa y en el partido bolchevique que van a desembocar en la constitución de la Oposición, germen, a su vez, de la organización que recogerá el testigo de la Internacional Comunista: la IV Internacional.

Hace un siglo tanto la Revolución de Octubre como el partido bolchevique se encontraban ante terribles contradicciones y tensiones. Y es que, como afirma Pierre Broué, “en 1922, todo está ya preparado para que se inicie el reino de los administradores (…)” (el partido bolchevique, p. 222). Años más tarde lo expresará de la siguiente manera: “esta gente no se agrupará antes de 1924. en 1922 y 1923 es cuando las cosas se definen (…)” (comunistas contra Stalin, p. 39).

Hubo un momento en el que el partido bolchevique se tornó irrecuperable. Lo atestiguan, de un lado, los asesinatos pergeñados por la burocracia contrarrevolucionaria que, aniquilando físicamente a la vieja guardia leninista y a la generación alumbrada por 1917, eliminan el sustrato material -el militante bolchevique- e impiden, así, que este intervenga en el proceso histórico; del otro lado, lo atestigua la misma fundación de la IV Internacional: señala, probablemente, el punto de no retorno, el momento en el que la IC, símbolo de 1917, es irrecuperable y exige a la militancia bolchevique, o bolchevique-leninista, la constitución de una nueva organización internacional para luchar por el socialismo fuera de Rusia pero, también, en Rusia.

La IV Internacional se constituyó en 1938. Hubo, pues, 15 años durante los cuales se forjó la nueva herramienta internacional del proletariado. La historia, como veremos, es compleja: si en 1922 la burocratización había avanzado y el partido bolchevique se había transformado, lo cierto es que este todavía ofrece un espacio de combate: no sería hasta 1927 cuando serían expulsados del partido Preobrazhensky -en agosto- y Trotsky -en diciembre-.

¿No es, entonces, legítimo pensar que hasta 1927 se podía combatir dentro del partido bolchevique? Sin embargo, a la contrarrevolución no le bastó con estas expulsiones, ni con el posterior exilio de Trotsky. El proceso, a medida que la contrarrevolución tomó fuerza se hizo sanguinario: se pasó de las expulsiones al asesinato, e incluso al asesinato de la vieja guardia leninista: así ocurrió en agosto de 1936, enero de 1937 y marzo de 1938. Asesinatos que corren paralelos a la Revolución española, que también es bañada en sangre. Y es que el combate por el bolchevismo no es un problema específicamente ruso. Si en los primeros años, tras la Revolución de Octubre, se soñaba con la Revolución alemana, lo cierto es que la burocracia tendrá pesadillas con la Revolución española más de una década después: la contrarrevolución necesitaba aniquilar el último eco de la Revolución de 1917 que, a su vez, de llegar a buen puerto, podría remover los cimientos de la burocracia asesina y contrarrevolucionaria.

Y todo esto aún era insuficiente. En 1940, en México, es asesinado Trotsky. Khristian Rakovsky, Olga Davýdovna Kámeneva o Varsenika Djavadovna Kaspórova sobrevivirán, encerradas/os en campos de exterminio, aisladores políticos, hasta septiembre de 1941.

¿Entonces, hasta qué momento fue posible la lucha en el partido bolchevique? ¿Hasta la década de los veinte, de los treinta, o incluso hasta principios de los cuarenta? Probablemente tengan razón quienes piensen en fechas tempranas y, probablemente, también, tengan razón quienes piensen en fechas tardías. La historia, escrita hoy, estaba entonces en pugna.

Recorremos a lo largo de las próximas semanas este desconocido y apasionante período de la historia, que hunde sus raíces en fechas más tempranas, como veremos, pero que en 1923 tuvo un punto de inflexión con el surgimiento de la Oposición.


Lenin y la conciencia de la burocratización del partido bolchevique

Nunca sabremos quién fue el primer bolchevique que se dió cuenta de que el partido se estaba burocratizando. Sin embargo, con los documentos que disponemos, podemos observar cómo el propio Lenin, en el XI Congreso del partido -Lenin, ya enfermo, sólo asistió al informe de apertura- plantea el problema, afirmando que “(…) muchos dicen, y con cierto fundamento, que nos hemos burocratizado (…)” (la última lucha de Lenin, p. 42).

Para Lenin el problema radica en la incapacidad de los bolcheviques para dirigir al Estado, que sigue bajo la lógica del viejo mundo: el Estado dirige a los bolcheviques y arrolla al popio partido. Lo explica de la siguiente manera: “es preciso que ellos, los comunistas, manejen el aparato al que han sido enviados, y no, como sucede con frecuencia, que el aparato los maneje a ellos. No hay por qué ocultar esto, hay que hablar de ello con claridad (…)” (lúldL, p. 133).

Y es que “si tomamos Moscú como ejemplo -4700 comunistas ocupan cargos de responsabilidad- y si observamos esa maquina burocrática, esa inmensa mole, nos debemos preguntar: ¿quién dirige a quién? Pongo muy en duda que pueda afirmarse que los comunistas dirigen a ese gentío. A decir verdad, no son los que dirigen, sino los dirigidos” (lúldL, pp. 55-56).

Tras un año de viraje, en el que las condiciones materiales -no es la propaganda del enemigo de clase, sino el propio Lenin quien en el informe al IV Congreso de la Internacional Comunista habla de “hambruna”, achacándola a la guerra civil, y afirma que “reinaba el descontento entre los obreros” (lúldL, pp. 103-120)- provocaron que se introdujese la NEP y que estallasen distintos conlifctos, entre los que merece un lugar destacado -tendremos tiempo de detenernos en otra entrega- el levantamiento de Kronstadt, Lenin afirma: “pues bien, ha transcurrido un año, el Estado se encuentra en nuestras manos, pero ¿funcionó la Nueva Política Económica durante ese año en la forma que nosotros queríamos? No. Y no lo queremos reconocer: el Estado no ha cumplido nuestra voluntad (…)” (lúldL, p. 45).

Naturalmente, Lenin no es el único que percibe el problema. Una propuesta de resolución presentada en aquel XI Congreso señala: “las organizaciones del partido han comenzado a verse recubiertas por un aparato inmenso (…) que , con su desarrollo progresivo, ha empezado a realizar incursiones burocráticas y a absorber una parte excesiva de las fuerzas del partido” (epb, p. 221).

Pese a las advertencias de Lenin tras aquel XI Congreso un grupo comenzaría a controlar “casi todos los puestos decisivos”. Sus nombres, según Pierre Broué, “son aún poco conocidos”: Kaganóvich, Mólotov, Mikoyán, Zhdánov, Ordzhonikidze, Solz, Stalin. “Entre ellos no hay ningún teórico, ningún tribuno, ni siquiera un dirigente de masas de origen obrero; todos ellos son hombres hábiles, eficaces y pacientes, organizadores discretos, personajes de despacho y de aparato, prudentes, rutinarios, trabajadores, obstinados y conscientes de su importancia, gentes de orden en definitiva. Stalin es el que los aglutina y los integra; a su alrededor comienza a constituirse una facción que no proclama su nombre pero que actúa y extiende su influencia” (epb, p. 222).

El de Lenin no era un partido perfecto. Y, al contrario, distaba mucho de serlo. A Lenin le llevo toda la vida la construcción del partido, y lejos de hacer una foto de un momento concreto, y convertir el partido en una abstracción absurda y pensar que Lenin había terminado el partido, de una vez y para siempre -para cualquier lugar, para cualquier tiempo-, como algunas/os pretenden, diciendo que hay un partido leninista con unas determinadas reglas y formas de funcionar, hemos de buscar en la historia e intentar avanzar en la comprensión de la dialéctica de la organización proletaria.

Lenin morirá intentando transformar su partido para que pueda superar las nuevas contradicciones concretas que la nueva etapa de la lucha de clases le plantea.

MC

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