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DE CICLONES Y COVID…

Narciso Isa Conde

Los llamados “fenómenos naturales”  son parte de la dinámica del planeta. No son de por sí catástrofes. Las catástrofes  se producen por los daños que previamente le ocasionan las clases dominantes a la Madre Tierra y a la humanidad.

 Los modos de producción y distribución basados en la explotación de la naturaleza humana y no humana, determinan históricamente  culturas y formas de vida; junto a modalidades de construcción y desarrollo de sociedades asentadas en determinados territorios. Sus elites económicas, sociales y políticas someten y arrastran a sus propias dinámicas destructivas a poblaciones subordinadas.

Me refiero a acciones y conductas que empobrecen, contaminan, depredan, enferman, alteran equilibrios ecológicos; incrementando la vulnerabilidad de territorios frente al impacto de vientos, lluvias correntías, mareas y temblores; desequilibrando los procesos bio-naturales en calidad y cantidad, y envenenando medio ambiente y seres vivos.

En la actualidad, el sistema capitalista-imperialista es la catástrofe mayor, con sus procesos de industrialización, sus consorcios mineros; sus guerras convencionales y biológicas; sus empresas químicas, agroquímicas y energéticas;  sus industrias de agregados, granjas, aserraderos, negocios de comida basura, industrias farmacéuticas… en las que predomina  el afán de ganancia  y el desprecio por  las necesidades de humanas y  la vida planetaria.

Su racionalidad explotadora y depredadora, su concepción del “progreso” y del “desarrollo”, han provocado el calentamiento global, alterando los procesos biológicos, desequilibrado los sistemas ecológico; saqueando biodiversidad, envenenado mares y ríos, contaminado el aire, alterando clima, vientos y  corrientes de agua…  distorsionado la dinámica equilibrada de  suelos, subsuelos y sobre-suelos.

Su agresión brutal a la Madre Tierra y a  seres humanos, desde su lógica de generar enormes riquezas empobreciendo gran parte de humanidad y del  planeta,  se prácticas a beneficio de minorías opulentas y derrochadoras, fomentando un consumismo superfluo al crear necesidades banales.

El capitalismo, al apelar al neoliberalismo y gansterizarse, al imponer la
primacía de lo privado sobre lo público y social; al asumir salud, educación, tierras, fuentes de agua, seguridad social y ejercicio de la política como negocios privados, ha generado una situación tenebrosa. Todo se vale para enriquecerse y dominar.

Así, el coronavirus y todas las enfermedades contagiosas han encontrado un terreno fértil para hacer estragos y ser usadas como arma de  guerra dirigida a  exterminar lo que ellos llaman “población sobrante”,
integrada en gran parte por ancianos/as, enfermos y malnutridos de la cosecha criminal del capitalismo.

Igual ciclones, aguaceros, tornados, terremotos… se tornan en tragedia sociales, como ha pasado ahora con Isaías.

MC

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